Siempre, sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) cuando saludo a mi madre.
Pero eso va también en el otro sentido. Cuando eyaculo después de pajearme cremosamente me quedo mirando un rato el lefazo para ponderar cómo los pequeños grumos no son solamente suspensiones de aminoácidos en líquido seminal, en realidad es la manifestación física de un pensamiento genuino, generada por mi realidad virtual pornográfica, que ha abandonado mi cuerpo. Después de disparar he dejado de tener esa parte de mi mente, es decir, la he liberado, pudiendo ocuparla con paquetes de datos más interesantes para el foreo. Por eso la lucidez aumenta justo después del pajote.
Pero cuando eyaculo en la boca de una mujer, no puedo dejar de interpretar que estoy alimentándola con ese pensamiento, o como mínimo con sus trazas físicas, el remanente. Así que las mamadas se pueden entender como la forma más literal de tener sexo con mi mente, es por eso que me gustan tanto (y porque me dan mucho gusto en los huevos). De hecho si lo pensáis bien, el círculo se cierra si la mujer traga, porque lo que hace es sorber una parte de ella misma, la mejor en realidad, la interpretación de ella que se forjó virtualmente en mi cabeza (lo que, según qué filósofos, sería aún más real que su "yo físico" en el mundo tangible).
Mi técnica depurada se basa en pensar en otras chicas que me la hayan comido justo antes de eyacular mientras me están comiendo la polla, porque es la forma más genuina de forzarlas a tastar el sabor de otros chochos a través de mi remanente físico. IN THEIR FACE.