Britpop rebuznó:
Habría que mirar caso por caso porque los ricos están en otra liga distinta. Por ahí tienes la típica foto de Amancio Ortega en su yate.
Pues mire usted, a veces aun jugando en esa liga distinta están en desventaja con respecto al resto de los mortales. Y se lo voy a explicar con una experiencia personal recientísima relacionada con el ejemplo que usted pone.
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La foto es de hace unas 3 semanas, al principio de la tarde. Al fondo puede ver ustec el yate de más de 30 metros de eslora de Don Amancio, surto al lado de una magnífica playa que pertenece a un espacio natural antes propiedad del Ejército, y ahora de la Xunta, que, al menos en teoría, necesita permiso previo para desembarco. La instantánea está tomada desde mi pequeña embarcación, muy parecida a la roja y negra que ven ustedes en primer plano, donde un servidor se solazaba con 2 amigos después de dar cuenta de una buena comida bien regada de Albariño y con un par de cubatas por barba de postre.
Mientras los colegas sesteaban en las colchonetas, me voy nadando hacia la playa antes citada, como tantas veces había hecho antes a pesar de su acceso restringido y que ese día está ocupada por un número elevado poco habitual de gente. La romería de una asociación de vecinos organizada tras solicitar el permiso oportuno. Paseando por la orilla se me acerca uno de los organizadores, un conocido personajillo local entrometido y con afán de protagonismo que me conmina a abandonar la playa. Me niego aduciendo que el no tiene autoridad para expulsarme, y, que si siente que estoy incumpliendo la ley, avise a la patrullera de la Guardia Civil, que no mucho antes pasaba por allí. Tras una discusión un poco agresiva, lo mando a paseo y disfruto de la playa lo que me da la gana, sabiendo que si avisa a los tricornios probablemente me multen por llevar a bordo alguna bengala caducada o un chaleco salvavidas defectuoso. Pero no pasa nada. A punto de volver a nado a mi barco, me encuentro con uno de mis compañeros habituales de buceo, que me cuenta una historia: media hora antes de mi llegada desembarcó Amancio Ortega en una zodiac, acompañado de uno de sus gorilas; tras ser conminado por el mismo individuo, se retiró a su megayate con el rabo entre las piernas, supongo que por evitar una noticia negativa asociada a su nombre que pudiese llegar a la prensa.
Así que ya sabéis que hay cosas que los ricos no pueden permitirse a diferencia del resto de los mortales. Por ejemplo, salirse con la suya cuando no tienen razón.