Hola Foreros (esto incluye, según la gramática española, a las foreras)
Sin pretender ponerme dogmático y pedagógico (bueno, un poco puede que sí), diré que esto viene a ser una continuación de la guerra de sexos que, lejos de ser reciente, asola a la humanidad desde su más tierna infancia.
La Naturaleza ha buscado siempre la diversidad, la adaptación, la supervivencia, es la ley física de la biología, y en el proceso, ha creado mecanismos como el amor, el desamor, el dolor, el sufrimiento, el odio, el hambre, la miseria, y más dolor aun, sin importarle lo más mínimo, puesto que las leyes físicas no tienen conciencia ni moral alguna.
De todo esto surgimos nosotros, los humanos, y del innegable enfrentamiento entre razón e instintos, surgen las contradicciones que hacen de los seres humanos los más sensibles y sufridos de este planeta.
Las relaciones entre hombres y mujeres pueden ser maravillosas y mutuamente beneficiosas para ambos, en todos los sentidos, pueden hacer crecer a los dos sexos en su intelecto y en su capacidad de canalizar las emociones, pueden ayudar a conocer a nuestro propio sexo, y a conocer a nuestra otra mitad sexual. Pero…
Las relaciones entre hombres y mujeres suponen una relación entre dos entes racionales divididos por una línea biológica hasta ahora infranqueable. Las diferencias, muy notables por cierto, entre hombres y mujeres, hacen que muchas veces me pregunte porqué muchos ansiamos conocer civilizaciones extraterrestres, cuando ya convivimos con otra especie distinta. Y que además, la una es interdependiente de la otra, en multitud de factores y facetas, por mucho que uno u otro sexo imagine lo contrario.
Tras esta breve disertación, viene la respuesta a la pregunta, ¿se puede pegar a una mujer?. Efectivamente, como poder se puede. ¿Es lícito hacerlo?. Pues eso depende de dos cosas, de las circunstancias personales e individuales de cada individuo e individua y de lo que consideremos lícito o no.
El primer factor, el moral, hay claras implicaciones biológicas y psicológicas que nos dicen, a priori, que eso no está bien. Los instintos y directrices biológicas de las que el intelecto femenino se burla y mofa de forma incansable, dictan a un hombre que para este, lo correcto es sentir afecto por una mujer, quererla, protegerla, ayudarla y defenderla.
Pero ciertamente en una sociedad que reprime sus instintos y que está tan enferma que solamente en este país hay once millones de personas con verdaderos problemas psiquiátricos y psicológicos, puede darse el legítimo case de que un hombre pegue a una mujer y tanto él mismo como sus congéneres masculinos lo vean correcto. Esto es una realidad en la que yo no me atrevo a interferir.
En el factor de licitud, está más que claro que el poder existe para ser usado, es una ley de este universo.
Un ejemplo: el poder de atracción sexual de las mujeres sobre los hombres.
Otro ejemplo: el poder de fuerza física del hombre sobre la mujer.
En un estado de equilibrio, la mujer provocará sexualmente al varón y elegirá al mejor, pero en caso de que utilice ese poder para causar sufrimiento de forma ilegítima e irracional a un varón, este puede defenderse usando su poder, el de la fuerza física. Esto frena los abusos de la mujer sobre el hombre, y el poder de atracción de la mujer sobre este hace que este también refrene su fuerza física sobre la mujer.
Es la respuesta griega a la pregunta filosófica: - ¿por qué has hecho eso?. - Porque puedo.
En esta sociedad, se permite el uso del poder sexual femenino, pero se reprime el uso de poder de fuerza física masculino. Esto da lugar a un desequilibrio que acabará por explotar, si no lo hace es porque no todas las mujeres son malas, ni todos los hombres están reprimiendo sus instintos naturales. Cuando se alcance un punto crítico. El desenlace será horrible. Guerra sexual… hombres contra mujeres y sus hombres sometidos. La hecatombe… el horror.
Pero estoy divagando…
En respuesta a la cuestión principal, allá cada uno con sus acciones, yo por mi parte no veo necesidad alguna de pegar a la mayoría de las mujeres, creo que he sido claro, a buen entendedor...