Vivir sólo el presente es como aquel caminante que camina mirando al cielo y no se da cuenta de que el sendero está a punto de concluir en un precipicio. Vivir el presente es dejar que la vida sea gobernada por las leyes del azar, y habida cuenta de que la mala suerte es mucho más probable que la buena, el futuro, cuando se haga actualidad, te terminará engullendo. Vivir la vida, por supuesto, pero siendo consciente de que el hombre es un ser que realiza su personalidad en el tiempo, y que, por tanto, es necesario para él precaver el futuro, por lo que pudiera pasar. Aquí no se trata de controlar nuestras vidas, si no de armarnos con las armas suficientes para soportar los embates de nuestras futuras circunstancias.