Son cosas de Chavales:

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Una de las cosas de las que no me siento orgulloso es de robarle la comida a mi mejor amigo del internado de su taquilla. El hambre es muy mala, chavales, no os la deseo. Le metía su madre unos salchichones cojonudos, que dejaban la típica hebra en los dientes, y después del robo tenía que estar delante de él fingiendo buscar venganza por la profanación de su taquilla mientras intentaba quitarme las hebras con disimulo.

Él sabía perfectamente quién le robaba la comida.
Quién va a abrir una taquilla para llevarse salchichones? Un muerto de hambre, obviamente.
Buen amigo era ese, compartía su comida sin que pareciera una limosna, y además te acompañaba en ese teatrillo que tú montabas para que creyeras que él no lo sabía.
 
Algunos en vez de vivir la vida, simplemente sobrevivimos.

En la pandilla había un catalán que había ideado un plan para robar dinero en las taquillas. A la hora de cenar nos rezagábamos con la escusa de estar en la ducha y aprovechábamos que no había nadie en el ala, el internado se dividía en alas o barracones que estaban todos unidos por un gran pasillo corredor, y hacíamos una redada habitación por habitación, taquilla por taquilla, candado por candado. El puto catalán tenía mucha maña para abrir candados con un juego de llaves que manejaba con pericia. También tenía las manos muy largas. A mí eso de robar dinero no me molaba, los pobres somos muy honrados en ese sentido y solo robamos por necesidad, nunca por avaricia.
 
Él sabía perfectamente quién le robaba la comida.
Quién va a abrir una taquilla para llevarse salchichones? Un muerto de hambre, obviamente.
Buen amigo era ese, compartía su comida sin que pareciera una limosna, y además te acompañaba en ese teatrillo que tú montabas para que creyeras que él no lo sabía.

Así lo creo yo también. Además era una persona excepcional, de esas personas que nunca se enfadan. Nunca lo vi enfadado ni molesto con nadie.
 
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Recuerdo que en Sevilla hace muchos años algunas paradas de bus eran de ladrillo y te podias subir arriba perfectamente. De hecho era un buen pasatiempo para la chavalería, en una epoca en la que la podredumbre de las videoconsolas y los dibujos japoneses no habian pervertido nuestra inocencia. Una de las gamberradas mas locuelas de entonces consistia en tumbarse encima de la parada y esperar al siguiente bus. Cuando llegaba, aprovechabamos los pocos segundos q estaba parado para pegar el el techo del mismo la tipica botella de plastico de 2 litros de coca-cola con agua fuerte y papel de aluminio. Menudos caretos se les quedaba a los conductores cuando bajaban tras oir el petardazo y ver la columna de humo blanco que despedia el autobus por arriba :lol:
 
Deja a los chavalotes Pablo
Déjalos que caminen como ellos cameles
Si los chavales camelan pegarle un poquito a la lejia
O camelan pegarle un poquito a la mandanga
PUES DEJALOS!
 
Última edición:
Tengo una cortina idéntica en la casa del pueblo. Pero idéntica. Ese tío tenía un gusto exquisito.
 
Escuchar al Fary da cáncer de sida.El único al que le gustaba en mi infancia era un pitufo más chico que yo que me invitaba a sus cumpleños (iban todos los pibes del bloque) ponía el torito guapo de los cojones y todos nos mirábamos extrañados hasta que el hermano mayor intervenía y ponía otro casete tipo bolero mix,maquina total o cualquier mierda noventera al estilo,ahora que lo pienso no sé qué era peor.
 
Última edición:
Escuchar al Fary da cáncer de sida.El único al que le gustaba en mi infancia era un pitufo más chico que yo que me invitaba a sus cumpleños (iban todos los pibes del bloque) ponía el torito guapo de los cojones y todos nos mirábamos extrañados hasta que el hermano mayor intervenía y ponía otro casete tipo bolero mix,maquina total o cualquier mierda noventera al estilo,ahora que lo pienso no sé qué era peor.

Deduzco es ustec un blandengue.:lol:

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Deduzco es ustec un blandengue.:lol:

El Fary - YouTube

Blandengue no creas que soy.Solo me gobierna mis viejitos.Lo que no soy es hortera.Aunque claro en Canarias el estilo rumbero-barrial del Fary nunca caló en casi nadie pero sí otras muchas putas mierdas como la salsa de mala muerte,el regueton ,pepe benavente y un interminable etcétera.
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Blandengue no creas que soy.Solo me gobierna mis viejitos.Lo que no soy es hortera.Aunque claro en Canarias el estilo rumbero-barrial del Fary nunca caló en casi nadie pero sí otras muchas putas mierdas como la salsa de mala muerte,el regueton ,pepe benavente y un interminable etcétera.
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hombre, esque ahi sois muy del perreo porque las muchachas estan de partir nueces con el culo, y culearse en plan "Bubble butt" el "torito guapo" se me antoja, impracticable.
 
Para infancia la que tuve yo en el Frente de Liberación Socialista de Nueva Zanzibar. Yo allí rodeado de negros que hablaban raro. Pero lo peor es que en el folleto prometían AK-74, pero en realidad eran fusiles Tipo 56 chinorris. Aquello fallaba más que una escopeta de feria, y la bayoneta era integral, con lo que no se podía jugar a lanzar la lima. Bueno, Kutunkate podía pero ese ni era niño ni nada, tenía 30 tacos y le colaron en las milicias infantiles como hacen los del Barça en alevines. Por suerte al cabo de unos meses conseguí chorarle un FAL a uno de la CIA y ya aquello mejoró sustancialmente.
 
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Antes los piropos estaban aceptados socialmente, estaban bien visto. A él le daba hombría y para ellas era motivo de orgullo. Que bien se lo toman Mayra y la otra, que momento tan simpático.

Yo nunca he tenido cojones a decir un piropo a una tía, pero he visto a conocidos que lo hacían y muchas se ponían locas de contentas. Con las sonrisillas, algunas se hacían las dignas y no se giraban pero cambiaban el paso e iban tropezando al sentirse observadas. A otras las daba vergüenza y se asustaban.

Creo que ahora está penado con una noche de calabozo por considerarse acoso.
 
Un verano muy caluroso, de esos que hasta los Depredadores se abanican pasando de cazar, mi pandilla y yo nos aburríamos tanto que solo se no ocurrían trastadas a cual más cafre.

En nuestro barrio había un vendedor de perritos sudoroso, calvo patilludo, que siempre que nos atendía lo hacía de mala gana. Para nosotros era simplemente un gilipollas, no nos parábamos a pensar que ese era su único medio de vida y que ese era un trabajo duro y miserable. Pero decidimos jugársela de una vez por todas. Uno de nosotros, el más veloz, iría y le pidiera un perrito para luego hacerle un simpa y que el calvo fuera tras él; mientras, el resto aprovecharíamos para birlarle el puesto y darnos un festín.

Dicho y hecho, el hijoputa salió detrás de nuestro colega dejando el puesto desatendido y nos lo llevamos a otra calle. Lo de que 'robado sabe mejor' no es coña, nos comimos con ansia viva los perritos más sabrosos de nuestra vida.

Ya saciados, empezamos a hacer el gilipollas con el carro y lo llevamos a las escaleras del metro. Como un bebé que tira un juguete al suelo a ver qué pasa, no podíamos frenar el puro instinto de despeñar el puesto por las escaleras. Pero justo cuando lo soltamos vimos que un hombre doblaba la esquina del pasillo inferior y se disponía a subir sin darse cuenta de lo que se le venía encima, literalmente. Cuando oyó nuestros gritos ya era tarde para reaccionar y el carro le arrasó de lleno.

Homicidio. Salvo el colega que hizo de señuelo, todos fuimos a parar al reformatorio. Y como el bebé que, después de tirar el juguete al suelo a ver qué pasa, llora porque comprende que el juguete se ha roto y no se puede arreglar, nosotros lloramos porque sentimos en nuestras almas cómo habíamos hecho añicos por completo nuestra libertad.

Y ni siquiera sabíamos aún el infierno que teníamos por delante. Cuando entré a la reclusión y aún estaba asimilando lo duro que iba a ser mi estancia en el centro, ocurrió lo peor. La primera noche que oí abrirse el cerrojo de mi cuarto no comprendí que pasaba. Era un celador. Sonreía.

Qué película. Supongo que mis padres me dejaron verla porque veían que se trataba de cuatro chavales haciendo trastadas, así que la dejaron y se fueron a dormir. Yo me quedé a oscuras viéndola. Vi todo lo que está arriba narrado, y al llegar la escena del celador, recuerdo que terminó con la expresión oral sex... Y la decían con sentimiento de angustia, como si fuera algo terrible. Yo me imaginaba al celador sentando al chaval en sus rodillas, y besándole tiernamente en la boca. Qué horrible tuvo que ser para el pobre pequeño delincuente. La cámara se iba alejando poco a poco de la escena del oral sex, por los pasillos de las celdas... Y luego era todo miseria, nocturnidad, luces de neón, barbas y cuero. El celador en el bareto de mala muerte, y esos tíos, pum pum, le matan. No pude más y apagué la tele. Era demasiado que asimilar.

A la mañana siguiente, corrí a coger de la mano a mi madre, camino a la escuela. Hacía un sol radiante, era un día precioso. Pero el oral sex Sleepers rondaba por mi mente... Y se lo pregunté. "Má, ¿qué es el sexo oral? ¿Es dar besitos en la boca?". Mi madre sonrió y no le dio ninguna importancia.

Pero...

Oral sex... Sleepers...
 
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