De muchos de vosotros es sabido que yo vivo en el madrileño barrio de san blas. Un barrio bastante bizarro durante mi infancia, gracias al compendio de gente carente de pasta, gitanos, y yonkis.
Lo cierto es, que cuando yo era pequeño, veia todo esto normal, al igual que cuando veia pegarse a dos de mi clase, veia normal la costumbre tomada como obligatoria por todos de inflar a patadas a los que se estaban metiendo, si llegaban a caerse al suelo, o si uno tropezaba y se caia, gritar “al bollo” y tirarnos todos encima suya para aplastarlo hasta dejarlo inconsciente en algunos casos.
El recuerdo que me ha venido hoy a la cabeza ha sido el de las memorables guerras que haciamos de pequeños… normalmente cuando le hablas de guerras entre chavales, todo el mundo se imagina a los crios conlos tipicos tirachinas hechos con un globo y una boquilla de botella cocacola 2l. En mi barrio en lugar de eso, habia como un aparcamiento de tierra, que habia sido oradado con supuestas intenciones de hacer alguna obra, cosa que no habia seguido adelante dejando sustanciosas montañas de arena a modo de trinchera, las cuales eran utilizadas por todos nosotros cuando jugabamos a eso, a la guerra, porque si, señoras y señores, nos dedicabamos a apedrearnos y lo curioso es que generamente no ganaba ninguno de los dos bandos, simplemente nos atrincherabamos y nos tirabamos piedras hasta que o bien se hacia de noche, o uno de nosotros necesitara atención médica.
Resulta que un dia, estabamos apedreandonos como histéricos con piedras del tamaño de la esfera de un casio de plastico(nada grave) y yo me habia llevado unos walkie talkies recien estrenados de color hueso, que eran una puta mierda, pero que los deje a todos flipaos. Ahora si que si, aquello parecia el puto Vietnam.
La jornada becerril estaba teniendo lugar sin ningún tipo de acontecimiento anormal, hasta que yo recibi una pedrada en la ceja izquierda que la verdad, me encabronó bastante. Mientras se me caian las lagrimas buscaba el walkie que se me habia caido al suelo por la ostia, pero hete aquí, que lo que hallé fue una piedra de rio, que no me cabia en la mano derecha de grande que era, así que llevado por la furia asesina, la tome en mi pezuña y sin mirar ni donde iba, la lance como tiran los soldados las granadas, a cucharon, y acto seguido sin inmutarme seguí buscando mi walkie.
Pasadas unas decimas de segundo escuché un sonoro ¡PLOC! y los ojos se me abrieron como platos ante una horrible sospecha… entonces lo escuché, JUAN! JUAN! Y otra voz que a su vez decía QUIEN HA SIO? QUIEN HA SIO?
Al parecer, ivan, que estaba sentado con la espalda apoyada en la trinchera, vio ponerse de pie a Juan, a quien no le dio tiempo a lanzar la piedra que portaba en la mano, debido a que una piedra enorme, le había dado en plena frente despanzurrandolo boca arriba en el suelo, aun con la piedra en la mano y con los ojos abiertos.
Yo, acojonao por lo que pudiera haberle hecho a juan me callé como una puta, y me uni al grupo que trataba de despertarlo, diciendo al igual que ellos “quien habrá sido el cabrón?”…
La visión de la cara de Juan casi hace que me diera un infarto, porque estaba con la boca abierta, como con gesto de susto y los ojos en blanco, sin contar con un chichón que crecía por segundos.
La sangre no llegó al rio, y gracias a dios Juan no se acordaba de nada lo suficiente como para distinguir la manga de mi jersey del resto.
Lo cierto, esque ninguno se enteró hasta que un dia charlando con ellos hace poco, hablando de la infancia, se me escapó una frase tal que: “si, como el dia aquel que te dejé inconsciente de una pedrada”.
El se lo tomo bastante bien y solo me pegó dos bofetadas en plena cara, ante el despolle general, no por habersela dao, sino por habermelo callado durante aproximandamente 16 años.