Veo que semos varios los afectados por las ett.
Mi primer curro, a los 17, me vino por una ett. Ese año cursaba segundo de bachillerato y acabé a mediados de mayo pues me había quedado matemáticas. En vista del desolador mes de mayo y junio que se me venía y que la ya de por sí paupérrima paga que me daban mis popós había sido clausurada, decidí acudir a adecco a que me consiguieran mi primer curro. La verdad que fueron extremadamente eficaces, el mismo día me llamaron a eso de las 14:00 para un curro que empezaba a las 15:00. " se llama Altamira, es una imprenta en la nacional 2" me dijeron. Llegué al sitio sin comer, con el acojone propio de quien empieza su vida laboral y sin saber donde cojones ir. Dentro había un ruido ensordecedor. Dije a la primera persona que vi que era nuevo que dónde tenía que ir y me respondió que enhorabuena, que si quería que me diese un premio, y se fue insultándome. Me quedé quieto con mi mochila al hombro y volví a preguntar a otra persona y me dijo que fuese a la oficina de no se quien, le pregunté que donde estaba esa oficina y me volvió a insultar y me dijo que si también quería que mease por mi. En fin, que al final di con la oficina. Llego y me dice una especie de romerales el de farmacia de guardia que me pongo el mono y los tapones para los oídos. Le digo que a mi no me han dado nada y el tipo masculla insultos, otra vez. Me da el mono de otro trabajador que me queda infinitamente grande. Como los pantalones se me caen me da un enchufe para que me lo ate a modo de cinturón. En fin, salgo a escena como si fuera al circo y me dice que me ponga en mi lugar, que es el último de esa cadena. Me dice que es un trabajo para tontos, y me guiña un ojo. El tema es que en la cadena iban poniéndose las diferentes páginas de las revistas y se van prensando. En mi puesto sale una pila de revistas de unos 5 kg y yo tenía que atarla horizontal y verticalmente con una máquina que a poco que metas el cuello te ata a ti también junto a las revistas. Una vez atadas, hay que darse la vuelta y dejarlas en el palé. Cuando te dabas la vuelta de ese palé, otro montón de revistas estaba esperándote. Era una jodida locura aquello. Para ir a mear había que dar un grito a un tal Genaro, que era el que me supliría. Cuando me lo dijeron pensaba que era coña, pero qué va. Aguanté hasta las 8 sin mear y cuando ya no podía más, me acerqué corriendo al tal Genaro y el tipo escandalizado de que abandonase el puesto. Que me dijo que le gritase su nombre. Que si sabía gritar, me preguntó, y a modo de ejemplo soltó un geeenaaaaroooooooooo atronador.
Era la hostia amigos, se me pasó la tarde eterna. Y yo que pensaba que estudiar era jodido y aburrido. En el servicio me senté en la taza del wc y me aguanté las ganas de llorar mientras me comía un sándwich de membrillo y un biofrutas. Me miré al espejo y me di pena de mi mismo.
Cuando llegaron las 11 no podía con mi puto alma.
Cuando salí, fui a la parada del bus y después de 45 minutos de espera un autobusero que iba a torrejón me dijo que a qué esperaba, que por allí ya no paraba nadie. Así que me fui andando desde allí ( polígono de las Mercedes) hasta mi casa cocksladeña. Cuando llegué a mi casa mi madre estaba medio llorando y había llamado a varios hospitales y a la pulisia por si me habían raptado o violado. Me pegó una hostia y me tiró la cena en mi cara.
Al día siguiente volvieron a llamarme y de camino al sitio sólo pensaba en que ojalá el autobús se estrellase. Ese día me fue más rodado porque descubrí que si dejaba desparramadas " sin querer" las revistas, la máquina colapsaba y tenían que reiniciar el sistema, cosa que se demoraba en media hora, cosa que aprovechaba para ir a comprarme una coca cola. Merecía la pena los gritos del encargado y los insultos que me propinado pues me ganaba el favor de mis compañeros, que también descansaban. Oía a mi espalda comentarios como " ojalá venga más el inútil este"
En fin, que esa técnica me valió que me mandasen a hacer cajas de cartón, que era el puto paraíso en comparación a lo otro. Cada día que yo creía que me iban a poner a hacer cajas yo salía de casa diciéndole a mi madre " qué bien mama! Creo que hoy me ponen a hacer cajas!" Imagino a mi pobre madre pensando que qué había hecho mal conmigo, que ella quería un arquitecto.
Después de un par de semanas me llama la de adecco y me dixe que como Altamira me queda grande, que me ha buscado otra cosa parecida. Me dice que es en bimbo, que el tipo de trabajo es igual pero en otro entorno.
Tenia razón, era la misma mierda pero en vez de revistas había que apilar cajas de bollos, que pesaban menos. Era igual de aburrido, monótono y matapersonas pero más ligero. Además, siempre salían cajas con los donut aplastados y se ponían en donde los curreles comíamos, por lo que había cantidades ingentes de bollos gratuitos. Los guantes que nos daban estaban agujereados y raro era el día que no te ibas a casa con una quemadura.
El primer día que curré en bimbo hube de despertarme a las 5 de la mañana, hora desconocida para mi hasta entonces. En la media hora para comer me quede dormido y nadie me dijo nada. Me desperté cuando mi turno ya había acabado y las casi dos horas que estuve de más, me las pagaron como horas extra.
En fin amics, este es mi relato de dos curros igual de mierdas que comparten la monotonía de hacer un mismo movimiento durante 8,5 horas que parecían 150 en un sitio de ruidos infernales y olores mareantes.
Se ganaba buen dinero, eso sí. Con lo que curré durante el final de mayo, y casi todo junio y algo de julio, me pagué las borracheras de un año y me compré una chaqueta.