Estoy totalmente de acuerdo con varios, pero creo que
@Anodino es el que pega en el clavo.
Quien más y quien menos, tenemos una casa en un pueblo de la España vaciada. Idílico para algunos, pero puede ser el infierno en la tierra, diría, para el 99% de nosotros. Al final, estamos acostumbrados a abrir el grifo y que salga caliente, y a encender el gas, y el microondas, y a cagar en un sanitario (ver hilol de pijos reformando casas).
Fibra, señal de tele, estanco abajo, súper a medio minuto, etc, etc.
En el pueblo, con lo que mola, adios a todo. El agua sale turbia, la luz hace pof encendiendo dos cosas o si viene tormenta, calefacción de gasoil que NO calienta nunca del todo la casa, humedades en invierno, mosquitos en verano, alcantarillado que regurgita topatrás, 3G los días buenos (y no todo el día, ni todo 3G de cuando Franco), sin médico más que un día a la semana, sin farmacia, sin súper...nada de nada, como dice el Sr.
@Troy McClure. Un poblao en el despoblao es eso, coche hasta para mear o muerte.
Y eso no es todo, que pensamos que en los pueblos, como hay poca gente, vamos a vivir tranquilos. Ni mucho menos. Al final, en la ciudad, la mala leche se diluye en el anonimato de la muchedumbre, mientras que en el pueblo, se cultiva mala hostia Puerto Hurraco style a lo largo de generaciones. Es la hostia un pueblo de 50 habitantes, cruzarse con veinte, y saludar a dos.
Lo otro es la huida a lo rústico, a lo elemental. Barbacoa Georgie Dan el domingo, y a casa a la ciudad a ver el fútbol. ¿Estamos locos?