Se caricaturiza mucho la figura del beta siempre añadiéndole los mismos distintivos, cara de mongolo, delgado o gordo, hombre racional.
Partimos de la base de que es absurdo catalogar a un hombre como alfa o beta, ya que un mismo hombre puede ser considerado un alfa en su barrio por sus destrezas, cualidades o belleza física y en otro entorno pasar totalmente desapercibido. Aparte de que no todo el mundo se comporta siempre como alfa o beta, si hay tíos que no tienen ningún amor propio o dignidad y para eso si puede nombrarse como beta y otros lo contrario, pero el gran núcleo de la población masculina es normal, en algunos días o situaciones más intrépido, seguro de si mismo o con más habilidades y en otras menos.
El alfa a día de hoy queda reducido al que está muy bueno, independientemente de todo lo demás.
Evidentemente Mike Tyson y Bill Gates son dos hombres distintos, pero ambos son alfas.
Hoy día en una app en un trabajo o en una discoteca solo prima estar muy bueno. A ese aspiran, a ese respetan y de ese hablan entre ellas.
Que el tío sea seguro, culto o responsable les importa tres cojones.
Voy a poner un ejemplo que creo que expliqué ya.
Hace unos años estuve como diez días cubriendo una tienda de ropa.
Había allí un italiano de cuerpo delgado pero fibrado y una cara de estas de tio súper guapo.
El tío no valía para nada.
Ni doblar ropa sabía. Su carácter era extraordinariamente beta. Un tio así muy parado, muy sensible, el típico tío que tenía una conexión muy grande con las abuelas que iban a comprar.
"Cariñoooo", bla bla.
Las señoras viejas sienten conexión con los varones jóvenes que ven inofensivos. Su ciclo reproductivo ha pasado, y se sienten a gusto con Andrés Iniesta pero inseguras con el Paul Gascoigne de 1997.
Las tenía a todas locas detrás de él. No lo echaban porque estaba bueno, ya que profesionalmente era un tío que no tenía el ritmo productivo.
"Ais, si llego a tener 20 años menos me lo follo", decía la encargada.
Su novia lo llamaba cada dos por tres, celosa.
"Pero que estoy trabajando", le decía en el almacén él por teléfono.
Al final vi a su novia. No os podéis ni imaginar lo buena que estaba esa piva. Era profesora de azafatas de vuelo. La maestra de las tias buenas.
Solo vale lo físico. Si ese tío fuera ya no solo feo sino normalete, el rechazo que produciría ante las féminas sería mayúsculo. Pero resulta que está buenísimo y con eso se lleva a cualquiera.