Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
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Uno de ellos fue seguirle el juego a una teen viciosa,
Querido hamijo, lo de la teen lo sufrí yo en mis propias carnes, y a punto estuve hacer varias insconciencias ( a priori ).
Como dije el el post de antes, tuve una época de lobo estepario, donde sólo iba a pichar cacho y mojar el churro. Había salido de una relación de 3 años de manera bastante traumática, donde casi contraigo matrimonio, y me había quedado en las estacada justamente cuando estaba entrando en la treintena.
Casi siempre iba al mismo sitio, y luego sobre las 3/4 movía el trasero a un local que cerrase a intespestivas horas. Un día en el primer pafeto, que era propiedad de un conocido, empezé a cruzar miradas con una chiquilla. A simple vista no debía tener más de 20 años, vestida como una jenny, de complexión normal, no era delgadita, pero no estaba gorda o gordita, con unas tetas bastante generosas y de una estatura que no llegaba al 1.70m. La cara era un primor, o eso me parecía a mi, y le clavé la mirada varias veces. Como ví que era una posible teen, que podía dar más problemas que otra cosas, dediqué mis fuerzas a otras presas.
Hete aquí que la mocosa aparece a mi lado a los pocos minutos, se me queda mirando, surge esta conversación, que sorprendentemente inicia ella:
Jenny: ¿ Por qué me miras tanto ?
Yo: Porque me encanta tu cara.
Jenny: Eso dicen todos
yo: Y a todos les preguntas por qué te miran, pues ve espabilando que se te va a quedar corta la noche.
Jenny: No sólo se lo pregunto a los que me gustan mucho
LOL premium, en 30 segundos nos habíamos soltado lo que en otros supuestos se tardaba horas e incluso días.
Hablamos de cuatro cosas triviales, me enteré que tenía 17 años a falta de dos meses para cumplir 18, y en esa noche nos dimos el filetazo en mi coche. No quise más porque era una teen, y la mentalidad católica apostólica romana que te ha rodeado durante gran parte de tu vida te hace sentir inseguro ante una circunstancia así a las primeras de cambio.
Días más tarde me la apreté en mi casa, y fue algo descomunal. Os lo juro, ni en la flor de mi vida hormonal, uséase de la adolescencia a los veintitantos, habría tenido ese desbocamiento, esa pasión, ese instinto de hacerlo como animales. Ella no es que hiciera guarreridas fuera de lo normal, pero ese rubor en los mofletes, sus gemidos, como apretaba el chichi cuando se corría (bastante) me hacía estar todo el rato como un animal en celo. De este episodio tengo el record de coitos en una noche, a los treinta y pocos, no me jodas.
Claro está que me enchoché como un burraco, pero es que ella me mandaba mensajes y me llamaba a todas horas, diciéndome que quería estar conmigo, que no podía pensar en otra cosa, que me esperaba en la puerta del portal de sus padres en cuanto yo saliera de trabajar.
En resumen una locura, que afectó de sobremanera a mi trabajo. Un día después de varias cópulas, la niña me suelta que quiere venir a vivir conmigo, que en cualquier otro sitio es infeliz, y que nos casemos si hace falta que quiere ser la madre de mis hijos. A mi se me quedó una cara de gñe, y tardé bastante en reaccionar.
Aquí me entró el vértigo de verdad. Os juro que estuve plantéandome seriamente traerla a vivir a mi casa e incluso pasar por la vicaría, tal era el encoñamiento que tenía. Decidí cortar por lo sano ( o insano ) y decir que la cosa estaba muy desmadrada que ella era muy joven, que tenía mucha vida que vivir y que no me atrevía a arrebatársela. La hice polvo, lloró con unas lágrimas que desgarraban, se abrazaba a mi para decir que no lo hiciera, me llamó durante días y semanas, mandando SMS llenos de " t quiero". Me sentí lo peor del mundo, máxime cuando no he vuelto a vivir esa atracción, y ese furor jamás.
Un par de años más tarde me la encontré en una tienda de ropa de un centro comercial. Había cambiado, estaba más delgada, y parecía más mujer, y nada más verme, se hizo la ofendida y me dio la espalda. Luego recapacitó, me saludó hablamos cinco minutos, de que tenía novio, que le había tocado un piso de protección y poco más. Poco más porque empezamos a mirarnos a los ojos fijamente y se notaba otra vez tensión sexual. Nos despedimos y ya.
Muchas noches, me asalta la idea de si esa conectividad, esa pasión, ese acoplamiento tan perfecto era fruto hormonal, o si por el contrario era la persona idónea para mí. Muchas veces esta puta sociedad te hace desechar opciones que en realidad podían haber sido las más óptimas....
EDITO: Perdonar por el ladrillaco.