MarXito
Forerus Divi Servus
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- 17 Nov 2005
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Desde que tengo uso de razón me he interesado por la historia de este país. Siempre me ha gustado saber, o intentar saber, quiénes somos, de dónde venimos y hacia a dónde vamos. Y, afortunadamente, he encontrado la respuesta a todas esas preguntas, lo que me ha hecho llegar, sin ningún tipo de duda, a adoptar la siguiente postura:
Se acabó. No doy para más, me rindo. No lo soporto ni un segundo más, y, lo que es mejor, no tengo porqué hacerlo. Llevo años luchando contra el radicalismo cateto de los pueblos de España. Contra el ansia de algunos de convertir esto en una bloque monolítico de un solo idioma, una sola cultura, un solo sentimiento. Contra el ansia de otros de poner líneas donde no las hay, de defender los suyo por encima del bien común y de inventar afrentas por las que sentirse oprimido. No voy a pelear más. Que les den por el culo, a unos y a otros.
Esto ya no hay quien lo pare, y lo que es peor, nadie quiere pararlo. Esos hijos de la más grande de las putas que tenemos por representantes se han instalado en el acrecentamiento del odio mutuo, y han conseguido que ustedes (sí, ustedes, no yo) se crean todo lo que dicen y les siguen el puto juego, como borregos, como animales sociales sin razón. El todo vale, el yo soy más que tú, el tú me oprimes, el tú habla en español, todo, todo eso, se ha instalado en el subconsciente de la masa borrega, y nadie hace nada por extirpar ese cáncer. Al contrario, se le alimenta desde las dos partes, haciéndolo crecer por encima de lo que sería recomendable. Se les ha escapado de la mano, y ustedes (sí, ustedes, no yo) lo están haciendo crecer, creyendo que juega en su favor cuando no juega en favor de nadie.
Y no han sido los catetos centralistas los que me han llevado a este punto, no. Estoy hasta los mismísimos cojones de oír y de ver, continuamente, desprecios hacia el que es, pero pronto dejará de ser, mi país. Estoy harto de ver gente que, no habiendo sufrido por nada en esta vida, se inflaman al grito de ¡Puta España! ¡Españoles fascistas! ¡Españoles opresores!. Estoy hasta la coronilla de que me hayan metido en ese saco, sin saber, sin preguntar, sin conocer. Eso sí, tras la cantinela de lo malvada que es España con ellos, viene por supuesto la petición de respeto para su tierra, oprimida desde el Paleozoico por los obtusos mesetarios. ¿Respeto, hijos de la gran puta? ¿Tengo que respetar al que me insulta? ¿Tengo que respetar al que me achaca los crímenes de mis abuelos? ¿Tengo que postrarme de rodillas, humillarme y aceptar gustoso la reprimenda porque hace 70 u 80 años un zumbado que nació cerca de donde yo nací violó a su bisabuela, y torturó a su bisabuelo? ¿Es mi culpa, soy yo responsable? Parece ser que sí, y que da igual hasta que punto ceda, siempre seré el fascista opresor que mantiene a su pueblo encadenado.
Y una polla. Puerta. Eso es lo que les deseo. Que consigan su ansiada independencia lo antes posible, por favor. Abogo por ello con más fuerza de la que lo hará jamás cualquier independentista. No quiero vivir en un país dominado por gentes que odian ese país, y que usan los sentimientos encontrados para afianzar sus posiciones y sacar beneficio propio. No y no, mil veces no. Que reviente esto de una vez, cada uno por su lado y aquí paz y después gloria.
Yo me quedo con mi Castilla, como ellos quieren, y ellos que se queden con lo que les de la real gana. Si unos quieren Valencia, parte de Aragón y las Baleares, pues que se las queden. Y si quieren el Rosellón y el Alguer, no hay problema, se les declara la guerra a Francia y a Italia, mandamos a los castellanos a morir al frente hasta que se recuperen los territorios, y una vez recuperados se los cedemos y en paz. Lo mismo si algunos otros quieren Iparralde, Navarra entera y partes de Cantabria y Castilla y León, o partes del norte de Portugal. No importa. Si quieren todo el oro del Banco de España, que se lo repartan. Si quieren expulsar a aquellos que no compartan su felicísima visión nacional, nosotros los acogeremos con los brazos abiertos. Lo que sea, lo que haga falta, pero por favor, que termine ya.
Llegados a este punto, prefiero vivir en un país de 20 millones de habitantes, intervenido por el BCE, la UE, el FMI, la OTAN, UNICEF, la Cruz Roja y los Boy Scouts, malcomiendo del arroz que les sobre a los chinos, y las patatas de los marroquíes, teniendo que trabajar hasta los 85 años para pagar la deuda, teniendo que vender a alguna de mis hijas a un jeque árabe, que aguantar un puto día más este suplicio. Prefiero ser pobre, pero igual a todos los demás en derechos y obligaciones, que vivir en esta parodia de nación civilizada y democrática en la que cada uno tira para un lado, y que se jodan los demás.
Puerta, he dicho, que les vaya bien, que a mi me suda la polla si a los que nos quedemos nos vaya mal.
Se acabó. No doy para más, me rindo. No lo soporto ni un segundo más, y, lo que es mejor, no tengo porqué hacerlo. Llevo años luchando contra el radicalismo cateto de los pueblos de España. Contra el ansia de algunos de convertir esto en una bloque monolítico de un solo idioma, una sola cultura, un solo sentimiento. Contra el ansia de otros de poner líneas donde no las hay, de defender los suyo por encima del bien común y de inventar afrentas por las que sentirse oprimido. No voy a pelear más. Que les den por el culo, a unos y a otros.
Esto ya no hay quien lo pare, y lo que es peor, nadie quiere pararlo. Esos hijos de la más grande de las putas que tenemos por representantes se han instalado en el acrecentamiento del odio mutuo, y han conseguido que ustedes (sí, ustedes, no yo) se crean todo lo que dicen y les siguen el puto juego, como borregos, como animales sociales sin razón. El todo vale, el yo soy más que tú, el tú me oprimes, el tú habla en español, todo, todo eso, se ha instalado en el subconsciente de la masa borrega, y nadie hace nada por extirpar ese cáncer. Al contrario, se le alimenta desde las dos partes, haciéndolo crecer por encima de lo que sería recomendable. Se les ha escapado de la mano, y ustedes (sí, ustedes, no yo) lo están haciendo crecer, creyendo que juega en su favor cuando no juega en favor de nadie.
Y no han sido los catetos centralistas los que me han llevado a este punto, no. Estoy hasta los mismísimos cojones de oír y de ver, continuamente, desprecios hacia el que es, pero pronto dejará de ser, mi país. Estoy harto de ver gente que, no habiendo sufrido por nada en esta vida, se inflaman al grito de ¡Puta España! ¡Españoles fascistas! ¡Españoles opresores!. Estoy hasta la coronilla de que me hayan metido en ese saco, sin saber, sin preguntar, sin conocer. Eso sí, tras la cantinela de lo malvada que es España con ellos, viene por supuesto la petición de respeto para su tierra, oprimida desde el Paleozoico por los obtusos mesetarios. ¿Respeto, hijos de la gran puta? ¿Tengo que respetar al que me insulta? ¿Tengo que respetar al que me achaca los crímenes de mis abuelos? ¿Tengo que postrarme de rodillas, humillarme y aceptar gustoso la reprimenda porque hace 70 u 80 años un zumbado que nació cerca de donde yo nací violó a su bisabuela, y torturó a su bisabuelo? ¿Es mi culpa, soy yo responsable? Parece ser que sí, y que da igual hasta que punto ceda, siempre seré el fascista opresor que mantiene a su pueblo encadenado.
Y una polla. Puerta. Eso es lo que les deseo. Que consigan su ansiada independencia lo antes posible, por favor. Abogo por ello con más fuerza de la que lo hará jamás cualquier independentista. No quiero vivir en un país dominado por gentes que odian ese país, y que usan los sentimientos encontrados para afianzar sus posiciones y sacar beneficio propio. No y no, mil veces no. Que reviente esto de una vez, cada uno por su lado y aquí paz y después gloria.
Yo me quedo con mi Castilla, como ellos quieren, y ellos que se queden con lo que les de la real gana. Si unos quieren Valencia, parte de Aragón y las Baleares, pues que se las queden. Y si quieren el Rosellón y el Alguer, no hay problema, se les declara la guerra a Francia y a Italia, mandamos a los castellanos a morir al frente hasta que se recuperen los territorios, y una vez recuperados se los cedemos y en paz. Lo mismo si algunos otros quieren Iparralde, Navarra entera y partes de Cantabria y Castilla y León, o partes del norte de Portugal. No importa. Si quieren todo el oro del Banco de España, que se lo repartan. Si quieren expulsar a aquellos que no compartan su felicísima visión nacional, nosotros los acogeremos con los brazos abiertos. Lo que sea, lo que haga falta, pero por favor, que termine ya.
Llegados a este punto, prefiero vivir en un país de 20 millones de habitantes, intervenido por el BCE, la UE, el FMI, la OTAN, UNICEF, la Cruz Roja y los Boy Scouts, malcomiendo del arroz que les sobre a los chinos, y las patatas de los marroquíes, teniendo que trabajar hasta los 85 años para pagar la deuda, teniendo que vender a alguna de mis hijas a un jeque árabe, que aguantar un puto día más este suplicio. Prefiero ser pobre, pero igual a todos los demás en derechos y obligaciones, que vivir en esta parodia de nación civilizada y democrática en la que cada uno tira para un lado, y que se jodan los demás.
Puerta, he dicho, que les vaya bien, que a mi me suda la polla si a los que nos quedemos nos vaya mal.