El domingo pasado terminé de ver la serie, casi del tirón en un par de semanas, después de haber escuchado todo tipo de alabanzas desde que se estrenara hace ya casi seis años. Llevo queriendo comentar algo sobre la serie desde entonces pero estaba todavía intentando dar forma a la opinión en mi cabeza: muchos capítulos vistos en muy poco tiempo, acabé algo saturado y quería dejar descansar el tema para asegurarme de que lo que digo es producto de una reflexión real y no de la saturación tras verme la última temporada en dos días.
Esto es una obviedad, pero empiezo por señalarlo: la progresión de nivel de la serie es magnífica y es digna de ser señalada, las dos primeras temporadas, aún llenas de detalles que apuntan a la calidad real que acaba teniendo la serie, me resultan en su conjunto bastante aburridas y de manera individual, me sorprende que haya acumulado una gran parte de fans ya en la primera temporada porque es un coñazo importante. La aparición de Gus al final de la segunda y sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal), el convertirse en un habitual de la serie en la siguiente temporada eleva el nivel con respecto a las dos anteriores, dándole a WW un adversario (lo cual es totalmente matizable y lo matizaré más adelante, pues no es realmente su antagonista, no es su némesis o su archirrival) a su altura, dándole un motivo para dar rienda suelta a su lado oscuro, Heisenberg, que es al fin y al cabo el alma de la serie. Hasta ese momento, Heisenberg solo había tratado con un mindundi como Krazy 8 o con un perturbado violento como Tuco, personajes que se quedan muy alejados de los puestos de cabeza de la liga en la que se mueve WW: la de los tíos realmente MAAALOOOS, la violencia que acojona de verdad, la que ejercen las personas con intelectos superiores sobre otros que no lo tienen y que acaban por convertirse en muñecos de los primeros, aún cuando no son conscientes de que su libre albedrío ha sido totalmente programado. Porque es ahí donde reside el terror, joder, porque todos estamos de acuerdo en que Heisenberg es un asesino a sangre fría, un hijo de perra lleno de odio y resentimiento más o menos justificado (en mi opinión, bastante) contra todo lo que rodea su vida de mierda, pero nada me parece tan terrorífico como el juego del aro por el que hace pasar a TODOS los personajes de la serie destruyendo sus vidas irremediablemente.
Heisenberg me recuerda en ocasiones a Tony Soprano. Unos hijos de puta a los que las palabras moral o ética no les aparecen en el diccionario, pero aún así, tratan de ser auténticos "cabezas de familia"o eso es lo que se dicen continuamente para intentar convencer a los que les rodean y a si mismos. Y es por ese motivo que la conversación final con Skyler se me antoja como definitiva: Una vez que el señor White reconoce que sacar a pasear a Heisenberg no fue sino un acto de egoísmo, aún cuando pudo haber nacido como algo realmente noble y honesto ("a man provides for his family"), ya está listo para coger el tren nocturno a Ciudad Guadaña, que diría James Ellroy. No podía ser de otra manera: es su empeño en sentirse vivo mientras cuenta los días que quedan hasta que el cáncer se coma su pulmón maltrecho ha destrozado la vida todos los que alguna vez le importaron y eso incluye a Hank, la única persona que de verdad ha tratado de proteger a la familia. Porque claro, no puedes pretender ser el protector de tu familia si tú eres el que la pone continuamente en peligro. Esa conversación con Skyler es su epitafio, es Walter White abrazando a su alter ego, es asumir que esa personalidad ganó la batalla de tu foro interno.
Y lo acepta, joder, acepta que se convirtió en un mierda, en un ser detestable y que ha de hacer un sacrificio, esta vez de verdad, para intentar enmendar de manera definitiva todo el desastre que ha causado. Contrasta con el "I won" que espeta a Skylerputa al final de la cuarta temporada, porque su cara lleva un cartel luminoso de treinta metros que reza el lema "he sido derrotado" aún cuando ha matado a todos y cada uno de los que se han interpuesto en su camino: su mujer le desprecia y su hijo le hace esa tierna pregunta (why don't you die already?)
Es un monstruo, es Satán hecho carne, es una fiera que se alimenta de vidas humanas y parte rumbo a un último festín con la intención de atar todos los cabos sueltos que ha ido dejando en su escalada de maldad. El último aliento de humanidad le sobreviene al ver a Jesse: también quería acabar con él, pero verle en ese estado lamentable le hizo entender por un instante que si bien Pinkman no había llevado un camino recto hasta el reencuentro con White, después de este, el camino torcido se convirtió en un descenso rápido y sin frenos del cual él era culpable en gran medida. Este último acto de bondad, junto con la visita a Gretchen y Elliot consiguen una cierta sensación de redención a ojos del espectador: el primero, por razones obvias, Jesse merece una segunda oportunidad, no estaba psicológicamente preparado para entrar en la liga de juego despiadado de Heisenberg y cuando quiso salir del mismo, éste no le dejó. El segundo, porque durante toda la serie flota la idea de que la desesperación, desesperanza y frustración de WW nace con un movimiento que aunque no vemos en ningún momento, se intuye y que acaba con este sin su primer gran amor, fuera de la empresa que él mismo ayudó a crear y con una vida mediocre, con un hijo tullido que se hace pajas pensando en su tío calvo de la DEA, una mujer que parece quererle poco y de lejos y un cáncer que amenaza con poner punto y final a su vida en breve. Siendo ese el germen de Heisenberg, es lógico pensar que debía cerrar el círculo y es una de las pocas veces que me parece que la violencia cobra un sentido poético: obliga a dos personas rectas pero cínicas e hipócritas a jugar a su juego de mierda, devolviéndoles así parte del daño que le infligieron en el pasado y que es responsable en cierta medida de la transformación de White en el cabrón sin escrúpulos en el que se convierte. Volviendo a lo que decía sobre Heisenberg y Tony Soprano: los dos conocen el mismo final tras haberse creído ganadores. Los dos se creyeron mejores y más listos que el resto y aunque seguramente lo eran, los dos dejaron de vivir en el momento en el que quitaron el pie del acelerador y se relajaron (al igual que Gus murió al pensar que su venganza sobre Don Eladio y los suyos estaba completa y que quedaba lo más fácil, acabar con el viejo tullido) y creo que en ese sentido hay un mensaje claro: no puedes ser un líder criminal por la mañana y recuperar la vida familiar en horario de tarde, no puedes ganar una guerra criminal y creerte victorioso, el universo es un hijo de puta con un humor fino al que le encanta la ironía y no hay mayor ironía que haber asesinado a todos tus rivales y que no puedas abrazar a tu hijo porque desea tu muerte (o que te dispare un primo segundo sin importancia a la cabeza y por la espalda)
En definitiva, me ha gustado la serie, especialmente las dos últimas temporadas, donde las cartas están sobre la mesa y no caben segundas interpretaciones sobre WW y me ha gustado el final porque, volviendo a mencionar a Ellroy, el que se traiciona a si mismo por codicia y venganza no puede tener un final feliz. Y eso es lo que tiene WW, un final triste de cojones, un final en el que no queda nadie alrededor para aplaudir su audacia.