Se nota que no has trabajao en la puta vida. Un hombre hecho y derecho, como yo, que tiene un trabajo mal pagado pero físicamente irrisorio, ya que el máximo esfuerzo que hago es estar de pie las horas que dura mi turno (nunca excede de 8 ), se va de borrachera, se acuesta a las siete u ocho de la mañana con un globo de redbull waitlabel y farlopa de fliparlo, y a las once de la mañana se levanta, se ducha, se viste y se va de nuevo a abrir la tienda.
Y a las tres de la tarde se quiere morir y se promete que NUNCA más saldrá de fiesta.
Y a las seis de la tarde recoge sus cosas como puede, topándose con las paredes del local, se larga a casa arrastrando los pies, se mete en su habitación y se echa a llorar de pura impotencia.
Vale que el hombre en cuestión se mete unas sesiones de bicicleta de órdago, que también levanta alguna que otra mancuerna cuando se acuerda y que tiene ciertos problemas alimenticios, pero el hombre de mi historia, que soy yo mismo, tiene 25 años y empieza a necesitar dos días para recuperarse de una resaca media.
Así que las historias heróicas de empalmadas más allá de los sueños se las cuentas a tu puta madre, que aquí no cuelan.