No hay sentimiento más acogedor y balsámico, no hay sensación más liberadora y reconfortante que una derrota incontestable, absoluta, irremediable. Abandonar, perder, doblar la rodilla, cuerpo a tierra y ataúd. Una alopecia sin sombras ni expectativas de mejora, un descampado sembrado con sal, un erial sin resaltes ni ruinas persistentes. La planicie infinita sin puntos de apoyo ni motivos para la esperanza. Ser un calvo rotundo de la cabeza a los pies, un anfibio sin folículos conocidos. Ser un calvo cabrón, un bombillo, un calvorota desnudo frente al escarnio. El drama es la posibilidad, el pendón numantino que resiste, la incertidumbre acerca del limes inconcreto que separa la frente y el abismo, conocer el punto exacto a partir del cual el frontal ya no es amplio sino ingobernable. Lo peor es buscarse las vueltas, los afeites y el camuflaje. Lo terebrante es querer construir sin puntos de apoyo ni pilares que resistan. Lo devastador, lo que nos llena el pecho y boca de hiel es el proceso, la resistencia, la negación de lo inevitable mientras aún quedan, ¡oh tan sólo, tu que fuiste!, escamas de la vieja cabellera.
Y entonces, indignos y desesperados, tan femeninos, nos hormonamos con finasteride como transexuales, anegamos nuestras raíces con minoxidil, incineramos nuestra piel con ketoconazol y utilizamos aliños vergonzantes recetados por oscuros chamanes: orina de yegua, sangre menstrual de vírgenes birmanas, reptiles macerados y hechizos lunáticos. Hay un hálito capilar que salvar, un rumor, un eco, una fantasmagoría, tan incierto como una aparición, quizá tan sólo un delirio o una alucinación. Hay algo que nos esclaviza, un penacho, una crin desvaída y difusa que nos gobierna. Oh, maldito, aún vives y me matas, me agotas, me parasitas. Unas pocas decenas de fibras queratinosas nos convierten en su marioneta, son los hilos que dirigen nuestra vida. Quisiéramos decapitarnos, cercenar por fin ese cordón umbilical que nos une a ese útero cruel que se agosta y nos consume en lugar de nutrirnos.
La alopecia es terrible. La posibilidad imposible es inhumana. La calvicie es como lo partidos contra el Barça antes de Mourinho. No quiero ganar, lo que no quiero es perder. "...quién lo probó lo sabe"
Freak
Freak total
Muerto por dentro
Asiduo
Clásico
Muerto por dentro+
Leyenda
