Hay que ver como crece esto
En fin, vamos a aclarar unas cositas.
A mí me molesta ser virgen no por el hecho en sí, sino porque es el síntoma externo de una inoperancia social que arrastro desde hace años. Pero lo que me molesta es esa inoperancia, ¿me explico?.
Una cosa es eyacular, objetivo fisiológico que se puede cubrir perfectamente sin relaciones sociales, de igual manera que uno no tiene que cenar acompañado para alimentarse, y otra son las relaciones sexuales, que son relaciones sociales. Yo quiero las relaciones sexuales en tanto que relaciones sociales, esto no implica una vida de pareja necesariamente, pero sí implica que para conseguirlas hay que tener una cierta pericia social, yo creo que en ese campo estoy subpar y lo quiero arreglar (pero en las relaciones sociales en general).
A mí no me hace sufrir cotidianamente el hecho de no tocar tetas o no meterla
(ojo, no penseís aquí lo de que soy asexuado ni nada de eso, sí que deseo tocar tetas y meterla, pero no sufro salvajemente por la falta de ello, ¿ok?), lo que me hace sufrir es el pensar que no tengo posibilidades de meterla porque no soy capaz de atraer a nadie: lo que me jode no es el no follar directamente, sino el no atraer, porque eso es lo que duele, el rechazo y la impresión de invalidez. Si lo que doliera fuese no follar, todos nos iríamos de putas y no habría falta de autoestima en el mundo. Mi deseo es atraer, no simplemente follar.
Las putas son como la comida rápida. Cumplen la función de satisfacer una necesidad, con un cierto nivel de elaboración, pero dejando fuera la complejidad social, con lo cual casi no se requieren habilidades sociales. Para ir de putas sólo se necesita dinero. Si mañana me toca la lotería y me puedo ir de putas todos los días toda la vida, ¿me califica esto como una persona con buenas capacidades sociales?: obviamente no. Yo no veo nada inmoral en irse de putas, cada cual con su cartera, su coño y su polla hace lo que quiere y yo no entro. Pero irse de putas no garantiza lo que yo quiero obtener, no es un medio para lograr lo que busco; que no quita para que las use un día, pero no son la solución.
De todas maneras, yendo a un nivel más profundo, el deseo de atraer es una forma de dependencia, dado que aunque uno puede dar una serie de pasos para hacerse más atractivo, la validación siempre viene de la reacción de otra persona. Yo sufro porque deseo atraer y no atraigo (también porque, convencido irracionalmente de que no atraería, evito hacer cosas que tal vez si causaran atracción, como veis una creencia irracional puede modelar tu comportamiento hasta que tu realidad es conforme a tu distorsión cognitiva: profecías autocumplidas), y por tanto sufro porque soy dependiente de una validación externa, el deseo del otro. Si alguien me diera a elegir entre satisfacer mis necesidades o hacerlas desaparecer en la medida de lo posible, aunque ambas opciones mitigan inmediatamente el dolor, elegiría lo segundo, porque la segunda es la verdadera independencia. Es por eso que, cuando estamos arriba de autoestima, parece que necesitamos menos a los demás (a mí me ha pasado siempre), y es porque la necesidad de validación externa se atenúa o desaparece.
Es por esto que siempre hay que trabajar la autoestima interna (esto lo estoy viviendo ahora en mis carnes), porque cuando esta es fuerte, es un valor seguro en que apoyarse dado que no depende de una validación externa (algo que en definitiva no podemos controlar), sino depende de nosotros por entero. Y lo que más trabaja la autoestima es quererse y valorarse inmediatamente.
Es irónico que uno se arregle, vaya al gimnasio, coma saludablemente, duerma 8 horas, haga cosas interesantes, piense positivamente, etc, pensando que lo hace para atraer a los demás, y cuando llevas un tiempo haciéndolo, descubres que tu necesidad de atraer ha disminuido, señal inequivoca de que dicha necesidad encubría un vacío propio, y empiezas a dejar de pensar en lo que dijo o pensó fulanita, o en como te miró en el pasillo, etc. Y comprendes que todo lo que haces, lo estás haciendo por tí, y que esa fuerza es mayor que la de las opiniones de los demás.
Es cierto eso de que la independencia atrae, porque la independencia es fuerza, y la fuerza nos atrae. La debilidad no genera atracción sino compasión, y engendra relaciones perjudiciales.
De todas maneras, en este doble juego, yo todavía seguiré mucho tiempo en un punto intermedio (cuando llegue a él), en el que no esté horriblemente necesitado ni tampoco me sienta tan bien como para no necesitar a nadie, aunque ¿acaso no es así como se siente la mayoría de la gente?.