«Allí, con mi cuello atado por un candado a una señal, vi pasar la muerte: era un toro». Así de contundente se muestra Adrián Sánchez, el joven murciano que el pasado martes se encadenó a un poste en Tordesillas (Valladolid) para intentar retrasar el torneo del Toro de la Vega, evento taurino en el que se alancea al animal hasta su muerte.
Adrián, de 22 años, quien se trasladó junto a una veintena de activistas murcianos, recordó ayer que compró el candado en Murcia «y pensaba retrasar el torneo, porque en este tipo de casos suele desalojarte la Guardia Civil». Pero a él no lo hicieron marcharse. Así que al escuchar el estruendo provocado por la bomba grande, explosión que anuncia el inicio de la fiesta, «supe que estaba en peligro; tanto yo como el resto de compañeros que intentaron protegerme».
Según Adrián, unos minutos antes fue descubierto por una pareja de la Guardia Civil, «y no nos hicieron ni caso. Allí me dejaron encadenado a mi suerte». Más tarde fue identificado y puesto en libertad tras prestar declaración.
Adrián Sánchez es ya un habitual en este tipo de protestas. Por intentar detener la celebración del llamado Toro Júbilo -embolado- en Medinaceli (Soria) le impusieron una multa de 300 euros. De igual forma ha participado en distintas acciones en las plazas de toros de Majadahonda, Marbella y Madrid.
A Tordesillas ya había ido en dos ediciones anteriores del torneo. «En ambas nos pegaron», lamenta.
Y en la Región también participó hace unos días en el intento de boicot del pregón taurino de la Feria de Septiembre, que pronunció el presidente regional, Pedro Antonio Sánchez, y quiso impedir la fiesta de los marranos de Ceutí. Allí derramó detergente en la charca donde los jóvenes intentan atrapar un cerdo.
Adrián asegura que no pertenece a asociación alguna y que «solo me sumo a aquellas iniciativas que considero interesantes. Y no pienso detenerme, claro».