Nah. Hoy me escribe una amiga. La psicóloga que está muy buena y a veces me sigue el rollo y otras no. Que si tengo algún ejemplar de mi novela para vender. Le digo que sí, que, cuando le apetezca nos vemos y se lo llevo, pero que también lo tiene en cualquier librería. Me dice de quedar hoy. Yo voy con cero expectativas porque ya estoy de vuelta. Quedamos y tomamos algo. Yo estoy cansado, toda la semana de promoción y varias noches trasnochando. Hoy, además, he tenido un almuerzo degustación con mil platos y estoy lleno. La conversación va bien, pero voy con el freno de mano echado porque algo me dice que todo no va bien. Me suelta una bomba precedida de un 'tú me vas a entender'. Se ha liado con una tía, hace apenas tres meses, llevan dos viviendo juntas. Que a ella le gustan las pollas, pero, bueno, que no sabe. Yo asiento a todo mientras la tacho mentalmente de la lista de posibles. Acelero la conversación y, poco a poco, todo se apaga. Llamamos al camarero y cada uno paga lo suyo. Me voy a un bar a beber solo. Me escribe. Gracias por el rato de hoy. Respondo con un escueto