No he podido resistir el escribir alguna batallita de coches. Y es que...
...me gustan los automóviles, me gustan mucho; las gentes que lo han hecho posible a lo largo de la historia. Los grandes avances, los grandes logros de algunos visionarios que muchas veces tenían que luchar contra los elementos. Gente como Karl Benz, Ferdinand Porsche, Thomas Tucker, Eduardo Barreiros, John Delorean y muchos otros más. Todos ellos amantes del coche por encima de todo. Es fascinante. Yo también amo al automóvil, pero como máquina de diversión y sensaciones. Mi marca favorita, por encima de todas, es Mercedes-Benz, sin lugar a dudas. He tenido varios (heredados o usados, nunca me he podido permitir uno nuevo) y son máquinas muy bien diseñadas y construidas y muy fiables, seguras y longevas.
Yo soy algo viejo y a lo largo de mi vida he tenido todos los coches que me he podido permitir en cada momento. A veces uno y mierdero y a veces varios con alguno bueno. Mis gustos no han sido nunca al uso, de eso estoy seguro.
Hablaré de dos vehículos que tuve hace ya muchos años y por los que a veces siento cierta nostalgia. Uno era un Triumph TR7.
El TR7 lo heredé de mi padre en el 85. Era un coche que en aquella época llamaba la atención, a mi siempre me gustó y me sigue gustando. Conducirlo era otra cosa. Era un dos litros de carburación con 105 cv de potencia, tracción trasera (mi preferida) y el consumo era moderado tirando a bajo y eso que yo le apretaba. Era cómodo y divertido. Y no se rompió nunca. El problema de ese coche es que por lo visto tenía un centro de gravedad muy alto, o muy bajo, ni puta idea de esto, y por eso el coche no se sujetaba bien en curvas (bueno, ni en llano) y tenías la sensación de ir en una barca. Una vez casi me estrello por eso.
El otro fue un Peugeot 205 Rallye que compré nuevo en el 89. Un mil trescientos con dos carburadores dobles y 103 cv en apenas 700 kg. Aquello sí que era diversión, aquello sí que era agarre, aquello sí que era aceleración, aquello sí que era consumo. Lo vendí a los seis meses con apenas 14000 km. De los motivos prefiero ni hablar, es mi espinita clavada en el corazón. Un día pedí un informe de tráfico con la intención de recuperarlo y ya lo habían dado de baja. Menudos viajes por autopista sin bajar de 180, qué maravilla, cómo sonaba de bien aquel coche. Y cuando había aquellas carreteras en las que tenías que ir adelantando, qué maravilla, cómo me lo pasaba yo con ese trasto. Costaba un millón y medio de pelas, relación precio/potencia bastante buena para la época. Eso sí, no llevaba ningún extra, MEJOR.
Y los coches de ahora una mierda todos, no me gustan, están llenos de pitiditos, centralitas caras y una obsolescencia programada insostenible. Y del diseño mejor ni hablamos. Y ya.
Gracias por este interesante hilo, amigo Cocreta.