FOTOSUB (1)
Una vez que hemos dilatado las pupilas cual esfínter de Sartenes ante las maravillas y novedades del mundo azul, que nuestra curva de aprendizaje llega a su fin y ya no nos atragantamos con el regulador ni destrozamos corales con patético aleteo, casi todos tenemos la tentación de llevarnos recuerdos en forma de imágenes o vídeo de las experiencias submarinas. Con lo que nos hacemos con una compacta baratita con su carcasa de plástico, imáginando que vamos a arrasar en todos los concursos habidos y por haber solo armados con nuestro entusiasmo. Tras varios miles de fotos desenfocadas, llenas de partículas y sobresaturadas de azul, empezamos a plantearnos que no sería mal idea empezar a leer un poco acerca de técnicas fotosub y también ir mejorando poco a poco nuestro equipo con gadgets de toda clase, proceso que suele ir en paralelo. Dedicaré este post y el siguiente a hablar un poco de cacharros, y después comentaré algunas peculiaridades de la fotografía submarina que la hacen especialmente desafiante.
Bueno, lo primero que necesitamos para hacer fotos, como buenos hijos de Perogrullo, es (lo han adivinado), una cámara. Si queremos progresar y hacer cosas un poco pasables, existen 2 opciones: compactas avanzadas y réflex (últimamente también empiezan a pegar fuerte las mirrorless).
Compactas:
-Precio más barato
-Más versatilidad (permiten cambiar lentes bajo el agua, las réflex no)
-Más manejables y menos pesadas
-Pantalla LCD para muestreo del disparo (algunas réflex ya lo incorporan)
Réflex:
-Mayor calidad óptica
-No tienen retardo en el disparo. En las compactas puede llegar a ser de casi 2 segundos, lo que dificulta mucho la composición con sujetos móviles
Como ya suponen, un medio tan corrosivo como el agua salada no permite que sumerjamos nuestra cámara con su compleja electrónica así como tal cosa (hace años, con la foto de carrete, estaban muy de moda las réflex sumergibles sin carcasa, las famosas Nikonos, ya en desuso). Con lo que, lo segundo que necesitamos en una carcasa.
Es, decir, una caja estanca que no permita entrada de agua, letal de necesidad para nuestro preciado equipo. Y la parte más importante de la estanqueidad es ésta:
Las juntas tóricas: cintas de goma en el cierre y todos los botones de la carcasa, que deben ser periódicamente engrasadas con silicona y cambiadas para evitar filtraciones.
Las carcasas deben tener botones que permitan acceder a todas las funciones necesarias de la cámara. La de la foto anterior es de policarbonato, con la que empezamos todos. Son baratas, pero dan muchos problemas de inundaciones de cámara y bloqueo de botones, así que casi todos los que llevamos cierto tiempo y algunas cámaras perdidas preferimos las de aluminio, 4 veces más caras, pero que evitan muchos disgustos:
Una vez segura la cámara en su confortable cajita, el siguiente elemento que necesitamos es un flash externo. ¿Por qué, si nuestra cámara tiene uno? Por dos motivos: 1-Ese flash interno es muy poco potente. 2- Al iluminar frontalmente lo que queremos fotografiar, también lo hace con las partículas en suspensión, creando el terible fenómeno del backscatter:
Partículas como copos de nieve que arruinan las fotos. Un flash externo, posicionado lateralmente a través de una pletina en la base de la carcasa y un brazo flexible o articulado nos permite minimizar el fenómeno:
Si usamos uno a cada lado, sirve para rellenar sombras y tener una iluminación más uniforme. El flash externo, regulable en niveles de potencia, se dispara con un cable de conexión eléctrica con la cámara o como flash esclavo, con un cable de fibra óptica que transmite el estímulo del flash interno de la cámara al flash externo
(Sigue)