El gran hilo del NINFULISMO

cuellopavo

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23 Abr 2006
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Yo cada vez estoy peor. Cada niña cachondísima se ve por la calle, cualquier día hago un "Chicle".
 
Yo cada vez estoy peor. Cada niña cachondísima se ve por la calle, cualquier día hago un "Chicle".
¿Tú también las ves? He llegado a pensar que estaba loco o enfermo. Son ninfas, verdaderos seres celestiales que andan entre los mortales por alguna razón o misión. Yo no sería capaz de hacerlas un chicle, no. Pero me gustaría volverme invisible y seguirlas, verlas mear, verlas mirarse al espejo explorando su cuerdo y ensayando posturas y poses, me gustaría verlas colocarse sus primeras compresas, verlas cómo se las quitan, si las huelen, si las exploran con la mirada y las tocan con la uñita.
Me gustaría ser su sombra y verlas discutir con la madre por celos ocultos al padre, me gustaría oírlas hablar de sus gustos varoniles, si le gustan mayores, de su edad, tres o cuatro años mayor. Pillarlas probándose las alhajas de la madre, la minifalda de la madre. Y ahora en verano, en las noches calurosas, en la oscuridad de su habitación, colocándose la almohada entre las piernas y frotarse, frotarse como si de un juego se tratase.
Esos chochos virginales tiene que ofrecer el néctar más preciado de la naturaleza. Una de esas ninfas puestas con el culo en pompa, con su castañita semipeluda de vello suavecito, con el agujero del culito rosita y perfecto. Sin una estría en las cachas, sin un grano de celulitis, con una simetría y unas proporciones áureas.
Y ese algo efímero, ese frescor de la mañana que hace más bella a la flor, ese no sé qué que pasa en un suspiro y que luego todo es decadencia y marchitez más o menos bien llevada hasta los 40.
No nos engañemos, las mujeres empiezan en los 12/13 años y duran unas primaveras, todo lo demás son cuerpos en descomposición y mentes enfermando hasta la menopausia donde llegan a la histeria.
 
Desde la c-15 busco como un cazador a este tipo de hadas. Mi ojo se ha especializado en ellas, mi cerebro obvia a las madres y abuelas y se centra solo en este tipo de seres. Suelen ir solas por la calle, con el móvil o los putos cascos, se ve claramente por la ropa y la forma de andar que son del barrio, que no son de muy lejos, que no son perras en celo buscando un macho. Ocasionalmente pueden llevar un helado en la mano, o una bolsa de cheetos; que comen despreocupadas. También es frecuente verlas con sus madres, van serias, se tienen celos la una de la otra. Vienen o van de hacer la compra, de algún recado. Ella, la nínfula, va delante, la madre, va detrás protegiendo la retaguardia, sabedora que el puente que se le adivina a su hija con los leggins es una bomba de relojería que puede hacer saltar al macho cabrío en cualquier momento. La protege, consciente o inconscientemente. Y cómo se mira el culito cada vez que pasa por un escaparate o en los cristales de los coches aparcados. Como se coloca la melena y se vuelve a mirar en el siguiente escaparate. Y se tirar un poquito para abajo del short, ahora se ajusta mejor, y se miran andar, y ven si su culo va en pompa y sus tetinas se perciben y si su cuerpo va recto y su pelo les cuelga como la crin de una yegua alazán.
Yo las miro, y sé que las gusta sentirse observadas y deseadas, pero al rato desvían la mirada y percibo su miedo. Sí, soy un viejo medio canoso que se tenía que haber cortado el pelo hace 20 días, feo y cheposo, harapiento, con cara sucia, y una mirada de lobo desesperado. Pero son tan bonitas que no puedo dejar de mirarla fijamente hasta que ellas se dan cuenda y les noto incómodas al cruzarse conmigo en la acera. Las acoso con la mirada, lo reconozco, las miro a la cara, y cuando entablo contacto visual bajo la mirada a sus incipientes tetitas y vuelvo a mirarla a los ojos, y ya noto ahí su miedo, y entonces bajo la mirada hasta su chochito que se les representa a través de los legins, y las vuelvo a mirar a los ojos, prácticamente las estoy violando. Pero al volver a mirarlas a los ojos ya no me mirar, ya han girado la cara y me desdeñan. Me dan su desprecio a cambio de un polvo rápido con mi mirada. Como con las putas de pago, yo les doy y solo recibo desprecio.
 
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Desde la c-15 busco como un cazador a este tipo de hadas. Mi ojo se ha especializado en ellas, mi cerebro obvia a las madres y abuelas y se centra solo en este tipo de seres. Suelen ir solas por la calle, con el móvil o los putos cascos, se ve claramente por la ropa y la forma de andar que son del barrio, que no son de muy lejos, que no son perras en celo buscando un macho. Ocasionalmente pueden llevar un helado en la mano, o una bolsa de cheetos; que comen despreocupadas. También es frecuente verlas con sus madres, van serias, se tienen celos la una de la otra. Vienen o van de hacer la compra, de algún recado. Ella, la nínfula, va delante, la madre, va detrás protegiendo la retaguardia, sabedora que el puente que se le adivina a su hija con los leggins es una bomba de relojería que puede hacer saltar al macho cabrío en cualquier momento. La protege, consciente o inconscientemente. Y cómo se mira el culito cada vez que pasa por un escaparate o en los cristales de los coches aparcados. Como se coloca la melena y se vuelve a mirar en el siguiente escaparate. Y se tirar un poquito para abajo del short, ahora se ajusta mejor, y se miran andar, y ven si su culo va en pompa y sus tetinas se perciben y si su cuerpo va recto y su pelo les cuelga como la crin de una yegua alazán.
Yo las miro, y sé que las gusta sentirse observadas y deseadas, pero al rato desvían la mirada y percibo su miedo. Sí, soy un viejo medio canoso que se tenía que haber cortado el pelo hace 20 días, feo y cheposo, harapiento, con cara sucia, y una mirada de lobo desesperado. Pero son tan bonitas que no puedo dejar de mirarla fijamente hasta que ellas se dan cuenda y les noto incómodas al cruzarse conmigo en la acera. Las acoso con la mirada, lo reconozco, las miro a la cara, y cuando entablo contacto visual bajo la mirada a sus incipientes tetitas y vuelvo a mirarla a los ojos, y ya noto ahí su miedo, y entonces bajo la mirada hasta su chochito que se les representa a través de los legins, y las vuelvo a mirar a los ojos, prácticamente las estoy violando. Pero al volver a mirarlas a los ojos ya no me mirar, ya han girado la cara y me desdeñan. Me dan su desprecio a cambio de un polvo rápido con mi mirada. Como con las putas de pago, yo les doy y solo recibo desprecio.

No estamos solos, piensa cuantos grandes del arte han enloquecido por criaturas: Dante se enamoró de una Beatriz de 9 años; 12 tenía la Laura de Petrarca; los mismos que el Marqués de Sade adjudica a Justine al comienzo de su educación turbulenta; 10 eran los de la “esbelta corza” que soñó Goethe para su Helena, y 14 los que obnubilaron a Fausto. También Byron amó a esos seres magníficos. Y Lewis Carroll, Nabokov…
 
No sa jodido, tontos no eran. Poe también, y muchos más. Antes las señoritas se casaban con hombres solventes. Eso ya se perdió, mira a ignaciofdez, prefiere que desvirguen y se follen a su hija en los baños de una discoteca antes que darme su mano a mí, que somos amigos de la internet.
 
Mujeres hasta los 35, el resto son señoras.

Y para nosotros son mujeres cuando pueden con dos cubos mediados; bueno, eso para los degenerados, para nosotros cubo completo que hayan sacado del pozo.
 
No sa jodido, tontos no eran. Poe también, y muchos más. Antes las señoritas se casaban con hombres solventes. Eso ya se perdió, mira a ignaciofdez, prefiere que desvirguen y se follen a su hija en los baños de una discoteca antes que darme su mano a mí, que somos amigos de la internet.

Puedo ser tu amigo?
 
Yo creo que ya va siendo hora de debatir en serio este tema.
 
¿Tú también las ves? He llegado a pensar que estaba loco o enfermo. Son ninfas, verdaderos seres celestiales que andan entre los mortales por alguna razón o misión. Yo no sería capaz de hacerlas un chicle, no. Pero me gustaría volverme invisible y seguirlas, verlas mear, verlas mirarse al espejo explorando su cuerdo y ensayando posturas y poses, me gustaría verlas colocarse sus primeras compresas, verlas cómo se las quitan, si las huelen, si las exploran con la mirada y las tocan con la uñita.
Me gustaría ser su sombra y verlas discutir con la madre por celos ocultos al padre, me gustaría oírlas hablar de sus gustos varoniles, si le gustan mayores, de su edad, tres o cuatro años mayor. Pillarlas probándose las alhajas de la madre, la minifalda de la madre. Y ahora en verano, en las noches calurosas, en la oscuridad de su habitación, colocándose la almohada entre las piernas y frotarse, frotarse como si de un juego se tratase.
Esos chochos virginales tiene que ofrecer el néctar más preciado de la naturaleza. Una de esas ninfas puestas con el culo en pompa, con su castañita semipeluda de vello suavecito, con el agujero del culito rosita y perfecto. Sin una estría en las cachas, sin un grano de celulitis, con una simetría y unas proporciones áureas.
Y ese algo efímero, ese frescor de la mañana que hace más bella a la flor, ese no sé qué que pasa en un suspiro y que luego todo es decadencia y marchitez más o menos bien llevada hasta los 40.
No nos engañemos, las mujeres empiezan en los 12/13 años y duran unas primaveras, todo lo demás son cuerpos en descomposición y mentes enfermando hasta la menopausia donde llegan a la histeria.


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Última edición:
No debatimos porque no nos atrevemos pero está bastante claro lo que pensamos del tema.
 
Desde la c-15 busco como un cazador a este tipo de hadas. Mi ojo se ha especializado en ellas, mi cerebro obvia a las madres y abuelas y se centra solo en este tipo de seres. Suelen ir solas por la calle, con el móvil o los putos cascos, se ve claramente por la ropa y la forma de andar que son del barrio, que no son de muy lejos, que no son perras en celo buscando un macho. Ocasionalmente pueden llevar un helado en la mano, o una bolsa de cheetos; que comen despreocupadas. También es frecuente verlas con sus madres, van serias, se tienen celos la una de la otra. Vienen o van de hacer la compra, de algún recado. Ella, la nínfula, va delante, la madre, va detrás protegiendo la retaguardia, sabedora que el puente que se le adivina a su hija con los leggins es una bomba de relojería que puede hacer saltar al macho cabrío en cualquier momento. La protege, consciente o inconscientemente. Y cómo se mira el culito cada vez que pasa por un escaparate o en los cristales de los coches aparcados. Como se coloca la melena y se vuelve a mirar en el siguiente escaparate. Y se tirar un poquito para abajo del short, ahora se ajusta mejor, y se miran andar, y ven si su culo va en pompa y sus tetinas se perciben y si su cuerpo va recto y su pelo les cuelga como la crin de una yegua alazán.
Yo las miro, y sé que las gusta sentirse observadas y deseadas, pero al rato desvían la mirada y percibo su miedo. Sí, soy un viejo medio canoso que se tenía que haber cortado el pelo hace 20 días, feo y cheposo, harapiento, con cara sucia, y una mirada de lobo desesperado. Pero son tan bonitas que no puedo dejar de mirarla fijamente hasta que ellas se dan cuenda y les noto incómodas al cruzarse conmigo en la acera. Las acoso con la mirada, lo reconozco, las miro a la cara, y cuando entablo contacto visual bajo la mirada a sus incipientes tetitas y vuelvo a mirarla a los ojos, y ya noto ahí su miedo, y entonces bajo la mirada hasta su chochito que se les representa a través de los legins, y las vuelvo a mirar a los ojos, prácticamente las estoy violando. Pero al volver a mirarlas a los ojos ya no me mirar, ya han girado la cara y me desdeñan. Me dan su desprecio a cambio de un polvo rápido con mi mirada. Como con las putas de pago, yo les doy y solo recibo desprecio.

tío, qué asco, de verdad
 
A mi me gustan las viejas. Van revestidas de ese halo de señoras decentes y luego en la cama son mas putas que las gallinas. Me ponen.
 
Este hilo es de esos que requieren de fotos para espabilar al personal.
 
Estando de viaje por EEUU específicamente haciendo transbordo en el aeropuerto de Atlanta vi unas cuantas niñas que se ajustan perfectamente a las descripciones del chatarrero. Unas bellezas de 16 o 18 años a lo sumo vistiendo pantalones cortos de esos que dejan ver parte de sus nalgitas y de una piel blanca y tersa como las tienen las estadounidenses. Completaban el cuadro con cabellos rubios y ojos azules. Dios mio...
 
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Las acoso con la mirada, lo reconozco, las miro a la cara, y cuando entablo contacto visual bajo la mirada a sus incipientes tetitas y vuelvo a mirarla a los ojos, y ya noto ahí su miedo

ahora la víctima eres tú?
 
No tienes derecho a hacerme sentir culpable por mirar e interpretar libremente lo que veo.
 
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