Lo peor de Raúl es que es un quiste. Si, hace la función de un quiste en el equipo. En la delantera, ya no sirve para enlazar, ralentiza, para y condiciona el juego del equipo, que gracias a este ser pierde movilidad, rápidez y desmarque arriba, pecado capital contra equipos italianos como el Juventus o Roma. Por lo tanto se tiene que exigir al equipo que juegue con extremos o con los laterales para que abran el campo y sorprendan desde atrás, otro pecado capital contra los italianos, que agazapados esperan a que les abras autopistas. De ahí la rajada de Ramos, tiene que subir y encima tiene que parar lo que le viene y cuando no lo hace, es un subnormal vilipendiado por media prensa.
Raúl es un quiste porque ha postergado por su titularidad indiscutible y muchas veces incomprensible, a varios jugadores de renombre y chavales de la cantera. Un ejemplo, Owen, hubiera sido un delantero enorme en el Madrid, de hecho el poco tiempo que estuvo hizo unos números bastante respetables, pero que tuvo que emigrar porque la meritocracia no es un sistema en uso en la plantilla del Real Madrid.
En un quiste, porque se ha vuelto un ente que parece que se sale de su papel de simple capitán, dando la imagen al exterior, con algo de cierto, que el maneja más hilos de los que debiera, enrareciendo el ambiente con los compañeros, y amedrentando a los más jóvenes, y condicionando a los entrenadores que se hacen cargo del equipo.
Baúl, ya está sólo para dar de comer a las palomas. Es un lastre, que para regocijo del antimadridismo sigue con la plaza vitalicia en la delantera del Madrid, y por muchos años, oiga, hasta que salga un Arias Navarro, en blanco y negro diciendo:
Españoles, Raúl se ha retirado.