PROCESOS
EL PROCESO EN FRÍO
- Se elabora sin fuente de calor externa.
- El propio proceso de saponificación hace que las grasas y el agua a baja temperatura, aumenten esta hasta producirse incluso la gelificación.
- Con este proceso haremos jabones duros de sosa cáustica.
- Siempre echar la sosa en el agua, no al contrario.
- La temperatura del agua debe ser baja, pues en segundos se alcanzará una gran temperatura. Incluso se puede congelar una buena parte del agua en cubitos de hielo.
- Se pondrá turbia, pero una vez bien mezclada el agua y la sosa, se deja reposar hasta que se vuelva completamente transparente. Así tendremos nuestra lejía preparada.
- Mientras tanto en un recipiente al microondas o en una olla al fuego (al baño maría preferentemente) se van derritiendo las grasas duras.
- Una vez derretidas las grasas y sebos, se mezclan con los aceites, excepto los más delicados, que se reservan (los aceites esenciales).
- Los aceites no deben estar nunca a más de 40 º
- Se añade la lejía sobre los aceites poco a poco, removiendo.
- Se mete la batidora dentro del recipiente (no introducirla ya en funcionamiento, para evitar salpicaduras) y se bate todo bien.
- Cuando todos los ingredientes queden bien emulsionados, se espera que aparezca la traza.
- Añadimos los aceites esenciales. Se remueve pero ahora con cuchara de madera.
- Cuando la masa ha quedado bien homogénea, se vierte en los moldes.
- Si queremos que se produzca gelificación, envolvemos el molde en toallas para que alcance mayor con la saponificación.
- A los dos días (a veces un poco antes), tras asegurarnos que no se deformará, lo sacamos del molde y lo sometemos al proceso de secado.
- Se pone en una rejilla no metálica (o aislando el jabón del metal) bien ventilada.
- Si el molde o moldes eran grandes, podemos cortarlo al tamaño que deseemos en ese momento, antes del secado.
- Se espera entre cuatro y seis semanas para usarlo, no antes.
- PACIENCIA
EL PROCESO EN CALIENTE
Se denomina así cuando usamos una fuente de calor externa. Básicamente el horno, aunque también se puede hacer perfectamente con dos ollas y al baño maría.
Las ventajas de fabricar en caliente, es que no hay que esperar apenas para poder usarlo, y que una vez finalizado el proceso de saponificación, podemos agregarle colorantes, aromas y aditivos, sin que se nos echen a perder, cosa que el frío es probable debido a que necesita varias semanas para el secado, y durante ese tiempo los ingredientes que hemos mencionado se pueden estropear.
En esta ocasión lo haremos igual que en el proceso en frío, excepto que ni le añadiremos las esencias ni lo verteremos en los moldes.
En vez de eso, cuando los aceites y las lejías estén bien mezclados y batidos, y por supuesto bien trazado, lo metemos en el horno a una temperatura de 80 ºC
En una media hora vemos como el jabón gelifica, es decir, se volverá semilíquido y transparente.
Cuando tenga el mismo aspecto todo él, presentando aspecto de gel, lo sacamos, lo removemos bien y lo metemos de nuevo en el horno.
Se pueden añadir ingredientes que ayuden al removido:
- Sodio lactato (hasta un 3% de las grasas). Que además aportará dureza suplementaria y suavidad.
ó
- Mezcla de sal y carbonato sódico o carbonato potásico a partes iguales, a un 1% (máximo) del peso total del jabón. Diluieo en 5 veces su peso en agua destilada: un jabón de un kg = 5 g de sal.
Esperamos unas dos horas y comprobamos el pH del jabón y si está todo correcto, lo sacamos del horno.
Si hemos reservado aceites delicados o esenciales, se añaden en este momento y se remueve bien.
Si lleva colorante, se los ponemos antes de los aromas o aceites esenciales.
Las esencias es justo lo último que hay que añadir, justo antes del vaciado en el molde. Incluso se pueden añadir una vez vaciado en el molde, si permite el removido. Esto es para evitar que se volatilicen.
Evitar las altas temperaturas en el horno (que no pase de 80 º), pero no os fiéis de lo que marque, es mejor comprobar la temperatura con un termómetro específico para ello.
Pero también deben ser lo suficientemente altas como para que el jabón esté fluido, o será muy difícil pasarlo al molde y que quede bien.
Si el jabón no está suficientemente trazado y se corta al meterlo en el horno, hay que sacarlo, añadir un poco de agua fría, remover hasta que vuelva a emulsionar y trazar.
Luego habrá que dejarlo más tiempo para que ese agua extra se pierda.
Aun así, siempre es preferible tener paciencia y elaborarlo en frío, que además parece ser más suave.
LOS REFUNDIDOS
En caso de haber cometido algún error (olvidad poner un ingrediente, o el aroma, o calculado mal algo, o el jabón ha salido muy feo), se puede solucionar con el refundido.
Incluso se puede elaborar una base especialmente preparada para fundirla.
Una vez se domine el refundido, puede servirnos para reparar los errores y evitarnos tirar lo que hemos hecho.
El proceso consiste en trocear de en trozos minúsculos (incluso rallar el jabón con un rallador), calentarlo hasta conseguir que se funda y esté homogéneo, y ponerle lo que le falta.
El carbonato sódico o el sodio lactato favorecen el fundido, y podemos agregárselo al agua que echemos para facilitar el refundido. Unos 100 g de agua por kilo de jabon, o 150 g si lo hacemos directamente al fuego en un cazo.
Si queremos darle un aspecto liso, como el jabón de glicerina, podemos añadirle los mísmos ingredientes que se usan en los líquidos de vapear: glicerina y propilenglicol.
Normalmente hay que añadirle agua destilada. El refundido conviene hacerlo al baño maría o al microhondas (sin que llegue a hervir), pero con cuidado se puede hacer directamente en un cazo, procurando que no se queme.
Una vez frío, se puede usar diréctamente si no pica. Si lo hace, se deja secar unos días para que pierda agua.
EL RECICLAJE
El aceite usado es perfecto para hacer jabones, máxime cuando es un producto contaminante.
Con un proceso sencillo, se puede convertir en un producto apto para jabones.
Al saponificar este aceite, se convierte en jabón, y este pierde el mal olor y color.
Es ideal para lavar platos, fregar suelos o incluso fabricar detergente para ropa.
Para estos casos, nos podemos permitir un exceso de sosa.
Cada kilo de aceite de oliva le podemos añadir 140 g o incluso 150 g si se ha usado para freir grasas animales, pues algunas de ellas quedan en el aceite.
Se puede añadir hasta un 1% del peso total de sal.
Ejemplo: Un kilo de aceite de oliva usado, 800 g de agua (medimos en gramos, no en ml), 145 g de sosa caustica, 12 g de sal.
Cortarlo en pequeños tacos y dejarlo secar, o en tacos más grandes para rallarlo después.
LA GLICERINA
Los jabones de glicerina son muy variados. Son aquellos que se les añade glicerina líquida que impide que el jabón cristalice de forma desordenada. Eso hace que sean semitransparentes.
Paretiremos de una base de glicerina. Un colorante. Alguna fragancia aromática y alcohol para pulverizar.
El proceso:
Se coge la base de glicerina y se corta en cubos pequeños para fundirlos. Bien al microondas, bien al baño maría (ya hemos visto el proceso en el primer vídeo del hilo). Esencial que no hierva.
Se agrega primero el colorante (unas gotas, dependiendo de la intensidad de color que le queramos dar), después el aroma (un 3 % del peso del jabón suele ser suficiente).
Se pulveriza el molde y por encima del jabón una vez vertido en este.
Dejarlo enfriar a temperatura ambiente, de forma gradual. Cuanto más temperatura ambiente, más tansparente. No meter por lo tanto en el frigorífico.
Cuando endurece y se desmolda, envolver el film transparente para que no pierda agua y no encoja.
LA BASE DE GLICERINA
La elaboración de base de glicerina se hace en caliente. Pongo la receta para hacer 1 kg
Ácido esteárico = 100 g
Aceite de ricino = 100 g
Aceite de coco = 200 g
Sosa cáustica = 50 g (diluida en agua = 100 g, para hacer lejía)
Azúcar = 200 g (diluida en agua 100 g)
Alcohol de farmacia = 150 gr
INGREDIENTES
Aunque los hemos mencionado en su mayoría, vamos a hacer un repaso y estudio de los ingredientes que se usan para fabricar jabón.
EL AGUA Y LA SOSA
Los álcali (sosa cáustica y potasa cáustica) y el agua.
Juntos forman la lejía, y debe tratarse con cuidado, ya que puede causar accidentes si no se manipula con precaución.
El agua debe ser desmineralizada, destilada. No es imprescindible, pero ayuda en la pureza del jabón. También puede usarse agua de lluvia muy filtrada y hervida. Por último, agua mineral de mineralización débil. Finalmente, si no queda más remedio, del grifo.
Igualmente, la sosa debe ser muy pura, por encima del 99 %, envasada para que no entre humedad. Nada de sacos de papel ni similares.
ACEITES VEGETALES
La mayoría de los jabones hoy día se hacen con ingredientes vegetales, los cuales son de gran calidad sin la necesidad de usar grasas animales, e incluso algunos más sanos.
Aceites esenciales:
Intentaremos siempre que los aceites esenciales provengan de frutos que se exprimen por medios mecánicos, sin aplicar calor, disolventes, etc. Es lo que se conoce como "primera presión en frío", y de esa forma contienen todas sus propiedades intactas, vitaminas incluidas.
Aceite de oliva:
Es una de las primeras opciones, y tenemos la suerte de disponer de él a precios razonables, ya que hay países que no pueden permitírselo y deben recurrir prescindir de él. Debemos decir, sin embargo, que no es un aceite que produzca mucha espuma, por lo que su uso en jabones de afeitado es por necesidad bastante limitado, pero puede usarse para otros, especialmente para jabones corporales, que tendrán una gran calidad.
Aceite de coco:
Lo mejor del aceite de coco es su capacidad exfoliante y la gran cantidad de espuma que produce. Es difícil de conseguir en españa, pero aun así es ideal para los jabones de afeitado, aunque hay que tener en cuenta que puede resecar la piel, pero complementándolo con otros aceites (como el de oliva), da un resultado perfecto.
Aceite de ricino (castor oil): Siempre de primera presión, y de grado cosmético.
Ideal para jabones y champús. Muy soluble en agua, por lo que no se recomienda más del 10 % como mucho en la elaboración de jabones.
Manteca de cacao:
Da suavidad, cremosidad y cierta dureza a la espuma. Aroma a chocolate, aunque también lo venden sin aroma. Muy duro. Se usa un 15 % máximo.
Aceite de palmiste o hueso de palma: Características similares al de coco, pero algo más suave y se puede usar en mayor cantidad.
Aceite de maíz:
Produce burbujas y ayuda a acondicionar la piel, pero tiende a poner rancio el jabón. Se alarga su vida añadiendo vitamina E. 15 % de uso máximo.
Aceite de girasol:
Lo menciono porque a alguien se le habrá ocurrido, pero por su facilidad para poner rancio el jabón, no se suele usar.
GRASAS ANIMALES
Se obtienen del tejido adiposo de algunos animales, y dependiendo del animal, tiene diferentes características. Las más comunes son el sebo y la manteca.
El Sebo:
Se obtiene del ganado bovino, normalmente de la vaca, aunque también de ovejas y carneros.
Sus propiedades son similares a la manteca de cacao (dureza y cremosidad en la espuma), y se suele mezclar con el aceite de coco para que ambos productos se complementen mutuamente.
El sebo es un buen producto para los jabones de afeitado.
La Manteca:
Se obtiene de la grasa animal del cerdo. Recuerda al aceite de palma pero con un olor más fuerte e intenso. Son suaves para la piel y también limpian muy bien las manchas de ropa.
Lanolina:
Se obtiene de la lana de las ovejas. Es una grasa usada para el sobreengrasado de jabones. Da suavidad y acondiciona la piel y el cabello. Composición similar a la cera. Propiedades cicatrizantes.
ACEITES ESPECIALES
Son aceites muy apreciados, de gran calidad por sus propiedades regenerativas, vitaminas y oligoelementos que nutren la piel.
Y también suelen tener un alto precio.
Suelen ser inestables, por lo que siempre hay que añadirles vitamina E en un 5 % de su peso.
Aceite de rosa de mosqueta:
Regenera cicatrices y es antiarrugas. Muy solicitado y muy inestable.
Aceite de borago:
Muy parecido al aceite de mosqueta, menos caro únicamente por ser menos conocido, pero igual en propiedades al anterior. Ideal para pieles muy delicadas ya que proporciona elasticidad.
Aceite de argan:
Igualmente, de propiedades iguales a los dos anteriores, pero más estable. Tiene un alto precio.
Aceite de jojoba:
Es más bien una cera líquida. Propiedades humectantes y emolientes. Da brillo en las composiciones para el cabello. Muy estable.
Otras alternativas a los aceites anteriores, y más baratos son: germen de trigo, semilla de uva, nuez e incluso girasol.
Manteca de karité:
Tiene vitaminas y oligoelementos, mucho ácido esteárico lo que le da presentación de manteca. Mucha cremosidad y suavidad.
Muy conocido en la actualidad.
ACEITES ESENCIALES
A pesar de que se pueden usar fragancias e incluso perfumes para los jabones, lo ideal es usar aceites esenciales, ya que perfuman mejor y a la par son más estables, sino por tener propiedades más efectivas. Además es más fácil hacer mezclas con ellos.
Hay una enorme cantidad y ya es cuestión de imaginación y buen gusto. También se pueden obtener de internet combinaciones que dan buen resultado y así ahorrarnos el proceso de mezcla.
Hay algunas muy usadas, como la lavanda, que se considera la esencia unisex por excelencia. También está el eucalipto, el romero, el sándalo, el pachuli, y un larguísimo etc.
COLORANTES
Existen en líquido y en polvo, y estos últimos los hay solubles en agua y solubles en aceite.
Los solubles en aceite se agregan al jabon desde un principio. Los hidrosolubles se mezclan previamemente con agua y se suelen añadir después de la traza.
Se puede separar parte del jabón para colorearlo de forma diferente y así hacer un surtido del mismo jabón con distinto color.
Los líquidos se suelen usar para jabones de glicerina.
Para los jabones en frío vienen mejor los que vienen en polvos.
Todos los colorantes deben ser de grado cosmético.
Para mezclas, se suele usar una base blanca: dióxido de titanio, también llamada rutilo, que es el polvo de la piedra molida de la que proviene.
Todos los colorantes se disuelven en alcohol de farmacia.
Las arcillas: son otra fuente de color, pues las hay d ecolor blanca, verde, rosa, roja, azul y gris, además son buenísimas para el jabón de afeitado ya que producen a la vez exfoliación y suavidad.
Hay aceites que influyen en el color, como el cáñamo que da verde intenso, el de zanahorias, el rosa mosqueta o el germen de trigo.
Los de manteca y karité dan jabones extremadamente blancos, que son ideales para colorear.
Si se utilizan colores sintéticos, deben ser resistentes al pH elevado de los jabones cuando se están elaborando, pues el cambio puede hacer variar el color.
SALES
Las sales son compuestos iónicos cristalizados, solubles en agua.
Los carbonatos (sódico y potásico): son capaces de saponificar los acidos grasos, convertirlos diréctamente en jabón, pero no saponifican una grasa, por lo que se puede caustificar el carbonato, ironías de la vida, con cal viva.
De esa forma se hacía antiguamente jabón con las cenizas. Pero si se excede de cierto nivel, la emulsión del jabón se descompone. También a partir de cierta cantidad de carbonato el ja´bon adquiere textura plástica y translucidez.
Da efecto desengrasante y es más agresivo para la piel. Aumenta la espuma.
Cloruro sódico (sal común): La sal reduce la espuma de los jabones
Los silicatos:
Se usan en combinación con los carbonatos e incluso con la sal común. Hacen que mantengan mayor cantidad de agua y crean estructuras con más solidez. Pero no son buenos para características cosméticas.
CONSERVACIÓN DEL JABÓN
Hay dos motivos por los que se estropea un jabón.
Primero: por la proliferación de bacterias, hongos, levaduras, etc. Se dan donde hay agua y también donde hay alimentos. Y son necesarios a veces conservantes químicos para evitar esto.
Segundo: Enranciamiento, que se solventa con antioxidantes como la vitamina E, que a su vez puede ser potenciado por la vitamina C.
También se usan sintéticos y de forma conjunta el BHT y BHA, que también se usan en la industria alimentaria.
El pH también influye en el enranciamiento, y es mejor aislarlo del aire y de la luz, ideal en un sitio seco y fresco.
Próximo post: Las Cremas.