Bueno, voy a narrarles a ustedes mi último escarceo con una de las hijas de Moctezuma, a las que soy adicto. Se lo dedico a Feverish con mucho cariño.
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Después de chatear una semanita, me decidí a conocerla y a pagarle un par de fantas y eso. La muchacha es peruana, pero no una peruana de esas "que no parece peruana de lo guapa que es". No. Una peruana con todo lo de ley, una peruana como dios manda, de las que da sonrojo andar con ellas por la calle. Mis favoritas para las citas locuelas.
Dando un rodeo por las calles menos transitadas, paramos en un sitio íntimo y acogedor donde tomar un par de copejas y contarnos algunas mentiras. La muchacha me contó lo que cuentan todas: problemas con los hijos, con el marido, con los papeles y con el trabajo.
-Recién acababa de llorar cuando usted me llamó. ¿tengo los ojos hinchados?
-Qué va. Está usted preciosa.
La verdad es que pese a su aspecto putesco se podía departir razonablemente con ella y se pudo pasar de la conversa ligera a las manitas, luego a los morreos y después a los tocamientos inapropiados por su cauce natural, sin brusquedades, lagunas o situaciones tensas.
Acabamos las colaciones y me fuí a acompañarla a su trabajo (está interna cuidando a una aguelita adinerada)
-Me escapé de mi trabajo por conoserlo... dejé a la señora acostada.
-Muchas gracias.
Llegamos al portal de una finca de gran lujo.
-Ha sido un gusto el conoserlo.
-Me da un besito de despedida.
-Ay, si ya le dí muchos, vea. Además, nos puede ver algún vesino y contarle a la señora. Aunque ella ya sabe de usted; le mostré su perfil en la internet. Dise que es guapo. Ahí viene la vesina. Hágase el loco.
-Lo que usted diga.
Una milfa con el peinao a lo Isabel Tocino nos da las buenas noches.
-Suben ustedes?
-Sí- dice la peruana. (??¿¿¿)
Llegamos al noveno sin decir una palabra, sale del ascensor y abre la puerta.
-Por favor no haga ruido, la señora duerme.
Yo ya me empezaba a incomodar, presintiendo alguna situación desagradable. Recorrimos la casa a oscuras-ella me llevaba de la mano-, y nos metimos en el cuarto de plancha.
-No siga, por favor. Esto es una locura. -Me dice quitándose las botas.
Le bajo la minifalda vaquera hasta las rodillas. Se resiste.
-Déjeme ver, no sea tonta. Si yo con mirar me conformo.
-Está loco, suélteme, por favor. Y qué va a ver, si está oscuro.
Destapé el móvil y alumbré por ver lo que había. Lo que había era un culo de campeonato enfundado en un pantyhose negro bastante transparente, con tanga blanco. Hacía tiempo que no me era dado el contemplar unas ancas de tal calibre.
-Ya está bueno, señor. Por favor, váyase. Yo lo acompaño. Por favor.
Oponía resistencia que yo ya consideré real. La situación no era para menos, y me disponía a marcharme. De todos modos, la cita fructificaría en ulteriores encuentros y yo la consideraba desde ese momento exitosa.
-Ya. Me voy entonces. La señora puede despertarse y usted perdería el trabajo. Yo lo comprendo.
Mientras le decía ésto, sin saber lo que hacía y sin control alguno sobre mis actos, me desabroché el pantalón y me puse a besarla restregándole la polla contra el ombligo. La criaturita empezó a gruñir como un bulldog, respirando atropelladamente. (grrrr, arf). Me tomó la mano y fuimos a su cuarto, que era contiguo al de su jefa.
Tan frenético era el movimiento de vaivén que imprimía a sus caderas que no había manera de mantener la chorra dentro. Le puese la almohada bajo los riñones y la dije que no se moviera tanto, que no hacía falta.
-La primera vez cuesta un poco acoplarse. ¿Ve que así está mejor?
-Ay, si. mmmmgggg.
La abuelita tosía en la habitación de al lado.
Tras la monumental follada, mi dulce amiga se quedó dormidita. Yo tenía los ojos como platos y miraba el reloj constantemente, sencillamente acojonao por lo que estaba pasando. Dieron las siete de la mañana y la muchacha seguía roncando. Me supo mal, pero la tuve que despertar para decirle que me tenía que ir, pero se "amanesió mimosa" y tuve que atender de nuevo a sus requerimientos sepsuales, mientras clareaba el alba, silbaban los estorninos y tosía su anciana patrona.
Salí de la habitación con los zapatos en la mano por no hacer ruído. Me acompañó al portal la buena moza y me dijo que la llamara el lunes.
FIN