Sekhmet
Freak
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Tengo el placer de compartir clase con una rubia de 33 años muy agradable. Lo supe cuando estando distraida mirando las musarañas me llamó desde la fila de detrás. ¡Nena, nena! Te cuento una cosa. Clavé mi pupila sobre su pupila de zorrón y me contó que estaba saliendo con tres a la vez. Casi literalmente. Dejaba a uno en su casa y se iba con otro. Así llevaba meses, quedando, aceptando fantas, prometiendo cosas y quedando con los tres en una misma tarde. Se encargaba milimétricamente de no ser descubierta cambiando sus nombres en el teléfono por otros de mujer. Así Carlos el policia se convertía en Ana, Andrés el arquitecto en Julia y Marcos el profesor en Elena. Así llevaba mucho tiempo, calentando la cabeza con sus mierdas a tres pobres ingenuos y a disfrutar de la subida de ego que le proporcionaba sentirse atractiva. Entonces varios foreros poseyeron mi alma y esputé un: ZORRA. Entonces me miró sorprendida. Cómo te atreves. Tú no sabes por lo que he pasado yo, ¿sabes? Me han hecho mucho daño y ya estoy cansada de las tonterías de los hombres. Cuando tengas mi edad ya lo sabrás bien... Le pedí perdón en cuanto las risas de los de mi lado dejaron que se me oyese y la pena aplastó el asco que había sentido segundos antes y le dije: Tranquila, dentro de 5 años nadie querrá pasar ni media hora contigo si no es para clavarte el freno de mano en la espalda y ya no tendrás que preocuparte por estas cosas. Por supuesto está a favor del aborto, lo contrario es inmoral.
El otro día mi padre le dijo a una mujer que antes de opinar sobre él aprendiese a aparcar. Desde luego hubiese estado muy orgulloso de mí si me hubiese oído. Ay mi padre, qué gran hombre.
El otro día mi padre le dijo a una mujer que antes de opinar sobre él aprendiese a aparcar. Desde luego hubiese estado muy orgulloso de mí si me hubiese oído. Ay mi padre, qué gran hombre.