Pasaban de los 40, así que no sé si estaban en su mejor momento vital o no @ilovegintonic
Pues claro que no. Prueba de ello es que andaban haciéndote ojitos. Si hubieran estado en su mejor momento vital se los hubieran hecho a otros. Siendo ya desechos de tienta, buscaban su igual.
Yo en segundo de carrera andaba saliendo con una tipa que hacía arquitectura y que era un poco, digamos... estrecha. No se dejaba una mierda, vaya. Pero bueno, ahí andaba yo con esa, sepa dios por qué. Bueno, sí, sí sé por qué: para ver si tocaba pelo, y me dejaba tocar poco, la verdad. Algunos días quedaba con un colega del instituto que estaba en la facultad de enfrente estudiando farmacia y su hermana, que estudiaba medicina, y nos tirábamos en el césped de alguna de estas dos facultades a charlar y demás. Con su hermana venían dos amigas de clase, una feúcha y normalucha de nombre Amaranta y otra no feúcha y no normalucha sino guapa y buenorra de nombre Nomeacuerdo pero a la que todo el mundo llamaba Siobé. O Xiobé o como cojones quisieran escribir tal sobrenombre, una pava que vestía rollo psicodélico, como sacada de un vídeo musical de Kula Shaker o de alguna banda setentera de San Francisco o de The Deuce. Total, que era un cañonaco, qué cojones. Total, que el cañonaco se quedó prendada de mí. Total, que me lo decía la hermana de mi amigo, mi amigo y hasta la tal Amaranta, que la Siobé te tiene ganas. Que está por ti. Que le molas. Que menuda es, que si es que no lo ves. Claro que lo veía, joder. Mandaba además señales. Señales claras. Una mañana estuvimos hablando de pelis de Woody Allen. Al día siguiente se me presenta con una camiseta con el careto de Woody Allen que le quedaba como si se la hubieran pintado con spray. "Mira, mira la camiseta que me he pillé ayer,
a que te mola", me decía mientras me hacía mirar a los ojos de Woody Allen, que le quedaban, sí, amigos, uno en cada teta. Sí que me molaba la camiseta, sí. Nunca tuve tantas ganas de tirarme sobre la foto de un judío. "Tío, no me jodas, manda a la tía esa a tomar por culo y líate con Siobé", me decía mi amigo. "Pero tú la has visto, está mucho mejor que la otra". Pues claro que la había visto, pues claro que estaba mejor que la otra, y desde luego no iba a ser más estrecha. Me daba cosa, sin embargo, mandar a la otra al carajo, era buena chica y estaba pillada por mí. Total, que no la mandé al carajo. Total, que como era natural, la cosa se fue al carajo sola dos meses después. Total, que fue tarde para ir a por Siobé: ya andaba con otro fulano. Total, que no se me olvidará. Hubiera sido apoteósico. Lo sabía entonces, y lo sé -aún más- ahora. De todos los polvos que nunca echaré, no hay otro que eche más de menos que los que no eché con Siobé, de quien no volví a saber nada nunca más.