cuellopavo
Frikazo
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"A las elecciones americanas (y no norteamericanas, por supuesto) se presentan un negro, una mujer y un hombre."
La frase es de Arcadi Espada, y me ha hecho gracia.
El negro -Obama-, además de con la novedad, juega con la ventaja de la sorpresa, pues cuando lo ves resulta que no es tan negro como alguno podría temerse. Su piel canela otorga un respiro a quienes por nada del mundo, y más allá de la aparente paradoja, estarían dispuestos a consentir que un negro ocupe la Casa Blanca. Demasiado contraste. El no ser ni tan negro ni tan blanco, en los tiempos edulcorados que corren, se me antoja una inestimable cualidad, un atractivo casi irresistible.
La mujer -señora Clinton- tiene la ventaja de ser mujer, que lo es tanto o más como la de ser negro sin serlo del todo. Sobre todo dado que se trata de una mujer despechada, o por lo menos con motivos para estarlo, desde aquel episodio de la mamada presidencial de la que todo el mundo supo con pelos y señales. Su elección como primera mujer Presidente -o Presidenta- de los Estados Unidos, tendría un morbo añadido con cuanto becario negro -esta vez negro del todo- entrara en la casa blanca. La mamada de la becaria se podría quedar en un juego de niños.
¿Qué puede aportar, frente a estos dos candidatos, el tercero en discordia, un hombre que ni es negro, ni homosexual, ni parece ni siquiera discapacitado ni nada a pesar de sus heridas de guerra? Porque encima de ser hombre, macho y sin un sólo lunar negro en el cuerpo, resulta que además ¡fue soldado! Este sí que lo tiene negro de verdad, negro zaíno, en los tiempos color arcoiris que corren. Y encima se llama Cain -McCain- y es republicano, pero no republicano español, que esos sí son de los "buenos", sino republicano del Partido Republicano, republicano de verdad, vaya. Sin duda que una retirada a tiempo sería su mejor victoria.
La frase es de Arcadi Espada, y me ha hecho gracia.
El negro -Obama-, además de con la novedad, juega con la ventaja de la sorpresa, pues cuando lo ves resulta que no es tan negro como alguno podría temerse. Su piel canela otorga un respiro a quienes por nada del mundo, y más allá de la aparente paradoja, estarían dispuestos a consentir que un negro ocupe la Casa Blanca. Demasiado contraste. El no ser ni tan negro ni tan blanco, en los tiempos edulcorados que corren, se me antoja una inestimable cualidad, un atractivo casi irresistible.
La mujer -señora Clinton- tiene la ventaja de ser mujer, que lo es tanto o más como la de ser negro sin serlo del todo. Sobre todo dado que se trata de una mujer despechada, o por lo menos con motivos para estarlo, desde aquel episodio de la mamada presidencial de la que todo el mundo supo con pelos y señales. Su elección como primera mujer Presidente -o Presidenta- de los Estados Unidos, tendría un morbo añadido con cuanto becario negro -esta vez negro del todo- entrara en la casa blanca. La mamada de la becaria se podría quedar en un juego de niños.
¿Qué puede aportar, frente a estos dos candidatos, el tercero en discordia, un hombre que ni es negro, ni homosexual, ni parece ni siquiera discapacitado ni nada a pesar de sus heridas de guerra? Porque encima de ser hombre, macho y sin un sólo lunar negro en el cuerpo, resulta que además ¡fue soldado! Este sí que lo tiene negro de verdad, negro zaíno, en los tiempos color arcoiris que corren. Y encima se llama Cain -McCain- y es republicano, pero no republicano español, que esos sí son de los "buenos", sino republicano del Partido Republicano, republicano de verdad, vaya. Sin duda que una retirada a tiempo sería su mejor victoria.