El mosquito tigre adquirió fama de pegar unos picotazos que te cagas, y sin embargo yo los prefiero a los de toda la vida. Para empezar, porque en mí los efectos son algo menores, y para rematar, por lo menos son diurnos y es más fácil matarlos. Qué excitación al ver el manchurrón rojo sobre el yeso blanco tras espachurrar uno que te acaba de robar hemoglobina.
En cambio, la nueva plaga que sí que me causa pavor es la de la puta mosca negra, a la que no sé por qué llaman así si ni se parece mucho a una mosca ni es totalmente negra.
Tiene dos efectos que le restan mucha efectividad. Por una parte, es relativamente fácil de cazar al vuelo, y por otra, en lugar de picar, muerde. No son como los mosquitos, que casi siempre actúan sutilmente y para cuando te empiezas a dar cuenta ya han tenido tiempo de poner distancia. A estos otros bichos, si estás atento al notar el bocado, puedes dejarlos planos antes de que se limpien los morros con el antebrazo. Pero da igual, la herida ya te la han hecho y el escupitajo venenoso te lo han metido, y encma si te atacan por docenas a la vez no das abasto.
Con el tiempo se me ha acostumbrado el cuerpo y ahora en un par de semanas pueden estar curadas, pero las primeras picaduras me duraron tres meses.