Ayer fui a cenar con unos hamijos. Somos tan sucnormales que vamos el mismo día que van todos los subnormales de las empresas a hacer el puto imbécil. Detrás nuestro, se sentaron una serie de personas, todas jóvenes, puede que fueran de una empresa de nuevas tecnologías o algo así por como iban vestidos ellos y por las conversaciones que captábamos, como putos pardillos. Había 4 hijas de puta, de esas 4, 3 eran para comerles la mierda en vida y follarlas hasta 4 semanas después de muertas. Era algo insultante, iban vestidas como putas, se levantaron al menos 20 veces en las dos horas que estuvimos allí. Se sabían el centro de atención, rompían el suelo y los cuellos por donde pasaban.
Si, ellas eran recepcionistas, y ellos los que programaban, no se si hace falta decir algo más. La superioridad de ellas era insultante, las risas, los cantes, las bromas... y ellos absortos, acojonados. Poco importaba que intelectualmente les dieran varias vueltas planetarias.
Es proporcional, igual que en el deporte, los niños subnormales jugaban bien al fútbol, los niños que sacaban buenas notas, no rascaban bola. En aquellos años, era mejor ser bueno en el deporte que ser buen estudiante.
Pues ahora con ellas lo mismo. Cuanto más bellas son, más subnormales, y mejor vistas están.
Lo único que me consuela, es que las 3 furcias de anoche, en pocos años, y sin ser conscientes de ello todavía, perderán esa belleza efímera, y aún así estarán buscando ese principie azul que creen que merecen y que no existe. Joderos putas.