Tócate los cojones, mariloli, ahora resulta que el que las mujeres se adornen, se pongan cremas, potingues, máscara de pestañas, pestañas postizas, barra de labios, sombra de ojos, colorete y siete capas de pintura más el barniz es culpa de los tíos. Somos nosotros los que os empujamos a llevar el bolso de moda, los zapatos de moda, los que os hacemos comprar la Cosmopolitan para que os pongáis la misma ropa que lleva la pedorra de turno, o los que escribimos en ella los consejos de qué afeites tenéis que poneros.
No, querida, no. Desde la antigüedad la mujer se ha maquillado y adornado artificialmente por propia voluntad, para gustar, para seducir y para estar más guapa que la amiga. Ya en el antiguo Egipto, en Roma y en la Grecia clásica las tías se ponían de todo para FALSEAR su apariencia y lucir más atractivas, así que no es cosa de esta sociedad, que es cosa de todas las sociedades habidas y por haber, porque ese es el camino natural de la mujer a lo largo de la dilatada historia y del ancho mundo: fingir, falsear, hacer ver que lo que es no es y que existe lo que no existe para así poder vender a sobreprecio un producto que sin tantos afeites no valdría ni la mitad. Sois vosotras, que a falta de poder vender otra cosa os dedicáis a sobreexplotar mediante engaños y artificios y afeites y pinturas lo único que podéis tener, que es el físico.
Así que te metes ese "que los hombres han montado" por el ojete, porque si hubiera que haber esperado a que las mujeres hubieran montado algo aún estaríamos en las cavernas, y en ella seguro que os untaríais una gota de sangre (del ciervo que un tío hubiera cazado, claro) en la cara para fingir un colorete y así haceros pasar por más lozanas de lo que sois.
Vete a tomar por el culo.