pai-mei
Muerto por dentro
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A mí me paso algo parecido a eso una vez, pero obviamente mucho más sórdido, con una toque a lo google tm.
Iba yo camino a un cajero a las 7 de la mañana para volver a un after, cuando veo a un par de zorras que estaban bastante buenas, lo que me sedujo fue que una de ellas tenía unos ojos negro cloaca, y un rictus de maldad crónico que me atrajo como la llama a la polilla.
Les dije algo tope ingenioso, porque ya se sabe que la naturaleza compensa las deficiencias que te haya podido otorgar con destrezas en otras áreas, y como uno es albino y feo pues eso, aunque la mayoría de las veces las frases ingeniosas dirigidas a una mujer es como echarle miel al asno, pero bueno.
Ella me contestó con un "mi amiga y yo vamos a un hotel aquí al lado y estamos buscando a alguien que nos folle bien folladas, quieres venir?"
Les dije que sí, pero que me esperaran, que iba a sacar dinero al cajero que estaba al lado de ellas y que vinieran un segundo conmigo, lo cual hicieron. Lo malo es que iba acompañado de un yonqui sin dientes y echo una putísima mierda, yonqui de los de no lavarse en meses y que había conocido en el after, que me estuvo hablando de su pasado de sicario y de cómo había tenido que hacer corbatas colombianas a diesto y siniestro.
Las tías, que iban de quedonas, que estoy seguro que me hubieran llevado a las puertas del hotel o de su casa y me hubieran dejado con la miel en los labios entre risas, se quedaron más blancas que yo al ver a semejante acompañante y enseguida comprendieron que yo era un chungo.
Como mi mente es privilegiada, y yo ya había anticipado todos y cada uno de los movimientos de esas dos guarras en el tablero del ajedrez de la vida, le dije al yonqui: "mira, ya tenemos a otras dos, sácales la navaja y quítaselo todo", la cara de las dos emponderadas fue todo un poema y echaron, literalmente, a correr.
El yonqui estuvo echándome el sermón porque, según él, echaron a correr por mi culpa.
Síndrome cachondomentalis.
Iba yo camino a un cajero a las 7 de la mañana para volver a un after, cuando veo a un par de zorras que estaban bastante buenas, lo que me sedujo fue que una de ellas tenía unos ojos negro cloaca, y un rictus de maldad crónico que me atrajo como la llama a la polilla.
Les dije algo tope ingenioso, porque ya se sabe que la naturaleza compensa las deficiencias que te haya podido otorgar con destrezas en otras áreas, y como uno es albino y feo pues eso, aunque la mayoría de las veces las frases ingeniosas dirigidas a una mujer es como echarle miel al asno, pero bueno.
Ella me contestó con un "mi amiga y yo vamos a un hotel aquí al lado y estamos buscando a alguien que nos folle bien folladas, quieres venir?"
Les dije que sí, pero que me esperaran, que iba a sacar dinero al cajero que estaba al lado de ellas y que vinieran un segundo conmigo, lo cual hicieron. Lo malo es que iba acompañado de un yonqui sin dientes y echo una putísima mierda, yonqui de los de no lavarse en meses y que había conocido en el after, que me estuvo hablando de su pasado de sicario y de cómo había tenido que hacer corbatas colombianas a diesto y siniestro.

Las tías, que iban de quedonas, que estoy seguro que me hubieran llevado a las puertas del hotel o de su casa y me hubieran dejado con la miel en los labios entre risas, se quedaron más blancas que yo al ver a semejante acompañante y enseguida comprendieron que yo era un chungo.
Como mi mente es privilegiada, y yo ya había anticipado todos y cada uno de los movimientos de esas dos guarras en el tablero del ajedrez de la vida, le dije al yonqui: "mira, ya tenemos a otras dos, sácales la navaja y quítaselo todo", la cara de las dos emponderadas fue todo un poema y echaron, literalmente, a correr.
El yonqui estuvo echándome el sermón porque, según él, echaron a correr por mi culpa.

Síndrome cachondomentalis.
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