Una historia, de las pocas reales que he escuchado porque sabes cuando te cuentan si es verdad o puede serlo, o es una engañifa, y esta historia me dejó mal cuerpo.
Un matrimonio bien, una señora valenciana y su marido francés, familia mía ella, iban en su coche nuevecito al pueblo de él cerca de París. A él le gustan mucho los coches y se había comprado ese nuevo, no me acuerdo de la marca, pero estaba feliz. Iba como un niño con zapatos nuevos con su carruaje. Hicieron un viaje largo, 7 horas por lo menos y notaron los dos lo mismo, como si alguien desde los asientos de atrás les empujaran con las piernas y les dieran patadas. Lo notó él, el francés y lo notó ella, la valenciana. Y callaron los dos, ninguno le dijo nada al otro hasta que fue exagerado. Él, que conducía, ya sentía auténticos patadones en la espalda y le dijo a su mujer si estaba bien y ella ya habló y le dijo que notaba como si hubiera alguien en el asiento de atrás empujando. Él palideció. Llegaron a su destino. Se guardaron cada uno su miedo frente al otro todo el camino, para no asustar, hasta el final, tan tiernos los dos...  Y
ya allí, en el pueblo ese, cenando, al hablar al respecto, pensaron que algo le pasaba al coche, que no podía ser aquello y lo llevaron a un taller al día siguiente y les dijeron que todo estaba bien.