De la obesidad de Brando el gran Storaro sacó oro puro, la imagen más icónica de la película. Kurtz entre tinieblas, entrando y saliendo de las sombras. Genial y abrumadora metáfora, fascinante tenebrismo que define una de las escenas más contundentes de la historia del cine, un hito estético único. Esa atmósfera onírica, mística, que sublima el misterio en torno a la figura del coronel renegado transmutado en semidiós oscuro, en siniestro Buda, en sabio brutal más allá del bien y del mal. Ese Marlon pasándose la mano por la cabeza demostrando más carisma en diez segundos que cualquier actor de los útimos treinta años en todas sus putas carreras de mierda. Imágenes que quedarán grabadas a fuego en la mente de generaciones y generaciones.
Pero no, un Brando delgado, musculoso, con pelazo y a tope de iluminación, repitiendo como un loro el guión, habría molado muchísimo más. Fijo que sí.
En su momento se creó la leyenda sobre el pasotismo de Brando en esta película. Pero el actor no sólo se había leído el libro de Conrad, sino bastantes otros sobre Vietnam, absolutamente todos con anotaciones. Mantuvo con Francis reuniones que se prolongaron durante una semana estudiando libros sobre conflictos bélicos, mitología y demás historias. Marlon tenía infinidad de ideas acerca de cómo debía de ser su papel, no estaba de acuerdo con el guión -guión, éste sí, jodidamente caótico-, y hay cartas entre Coppola y Brando que demuestran que las ideas de éste ayudaron mucho al resultado final de la película. Para la famosa escena improvisó durante cuatro horas seguidas. Coppola quedó fascinado con su interpretación y para él es un genio como pocos.
Y gracias a lol se presentó gordo en el rodaje, gracias a lol una mañana, fruto de la introspección del personaje, apareció con la cabeza rapada, gracias a lol quiso imponer su visión del personaje. Brando era Brando. Si no, de qué íbamos a tener esa interpretación irrepetible, ese rol icónico, esa puta leyenda.
Si queréis hablar de un actor conflictivo en esta película, hablad de Hopper. Si queréis hablar de caos, veos el documental que recomienda Petiso... pero si queréis hablar de Brando, lavaos la boca antes, por favor. Brando fue probablemente lo menos caótico de la película, y la absoluta bendición de la misma.