El secreto es encontrar una rutina alimentaria que te permita perder peso día a día, y repetirla incesantemente durante el resto de tu vida.
Es decir:
Tu desayunas un café con leche y cuatro galletas de chocolate, comes un plato de arroz blanco con dos o tres filetes de pechuga y cenas, por ejemplo, como hacía yo, tres dedos de pan y un par de lonchas de queso.
Repites esa rutina tres días y cuando te vas a la báscula ves que has perdido, que se yo, 400 gramos.
Bien, pues a partir de ahí, repite esa rutina por los siglos de los siglos añadiendo cantidades o restándolas según quieras ganar peso, mantener o perder más deprisa. Pero es importante no comer NADA más, ajustarse férreamente a tu rutina. De ese modo el cuerpo responde como un reloj, cagas matemáticamente cada X días a la misma hora, y el equilibrio mental y físico que se alcanza es simplemente indescriptible.
Os lo digo yo.