W
Wireless
Guest
EL FENÓMENO - ALCOHOL
BREVE INFORME SOBRE LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
EN TORNO A LA TERCERA MENTALIDAD O TEORÍA
DE LAS GRANDES COMPULSIONES Y ADICCIONES
Dr. Mauro Torres
Santafé de Bogotá, Carrera 20 No. 86A-21, Telefax: 635 8014
En mi condición de especialista e investigador de la salud mental, me permito llamar su atención con el objeto de comunicarle la culminación de la investigación que proseguí durante varios años –1980–1997–, cuyo título es la TERCERA MENTALIDAD o TEORIA DE LAS GRANDES COMPULSIONES. Estoy informado de que no ha sido realizada en ningún otro país.
La siguiente es una descripción muy breve de esta investigación, a nivel clínico, con gran interés para la prevención y tratamiento en niños y adolescentes.
--------------------------------------------------------------------------------
1º. Punto de partida empírico: el incesto, el alcoholismo, la drogadicción, la glotonería, la maldad, el rencor, la venganza, la corrupción, la extorsión, el secuestro, la hipersexualidad prematura, las perversiones sexuales, la paidofilia o atracción erótica por los niños, el homicidio, la violencia, la rebeldía sin causa, el juego, el robo, la piromanía, el tabaquismo, la prostitución, el adulterio, la promiscuidad, la violación hétero y homosexual, la vagancia para el estudio y el trabajo, la mitomanía, el sadismo, el voyeurismo, la pornografía, el sicariato, la mendicidad compulsiva, el fetichismo, el exhibicionismo, etc... Estas grandes compulsiones infiltran a la sociedad mundial.
2º. Fuentes en donde he recogido estos materiales: en mi consultorio de especialista de la Medicina de la Mente Humana; en el Instituto para la Tercera Mentalidad; en las cárceles de mujeres; niños y hombres; en los prostíbulos; en los garitos; en los bajos fondos; colegios y universidades; en la literatura compulsiva (Dostoyevski, Gorki); en la historia.
3º. Criterios científicos de aproximación: el clínico–psiquiátrico y psicoanalítico; el evolutivo y genético; el bioquímico y antropológico; la ciencia de la mente humana fundada en la función cerebral, la Etología, la Historia y la Filosofía, así como la Biología Molecular.
4º. Metodología: partió sistemáticamente del estudio clínico de la mentalidad de los pacientes dentro de su árbol genealógico en busca de sus raíces genéticas y comportamentales lo más lejos posible entre los ascendientes y descendientes, teniendo en cuenta el medio social y cultural que los había rodeado. Lejos de ser simples encuestas superficiales, trabajé con los pacientes compulsivos y sus familiares en ocasiones durante años. La muestra de 380 árboles genealógicos que publiqué en el libro HACIA LA MEDICINA DE LA MENTE HUMANA, en el año de 1991, es bastante fiable para llegar a conclusiones e inferencias con valor científico.
5º. Primer descubrimiento clínico: Lo que se puso en evidencia después de haber estudiado los primeros 164 árboles genealógicos que publiqué en el libro LA TERCERA MENTALIDAD (1987) fue el hecho universal de que todas estas Grandes Compulsiones tenían un carácter familiar. Que un paciente que sufría alguna de las compulsiones, y, en veces, más de una, venía a ser el resultado de familiares compulsivos, directos o colaterales. El factor genético y hereditario era evidente y nunca se hallaba ausente. Pronto se puso de manifiesto que la compulsión alcohólica se colocaba cuantitativamente a la cabeza del resto de las compulsiones. Si de los 380 árboles genealógicos recogidos se tomaban 100 al azar, el resultado estadístico arrojó los siguientes datos muy reveladores: número de familiares vinculados, 627; número de compulsiones, 838; alcohólicos, 42.6%; glotones, 7.4%; delincuentes de distinta orientación, 6.0%; violentos, 5.8%; vagos, 5.4%; tabaquistas, 4.2%; drogadictos, 4.6%; mitómanos, 4.0%; promiscuos sexuales, 4.2%; donjuanismo, 3.3%; jugadores, 2.1%; prostitución femenina, 1.8%; rebeldía sin causa, 1.3%; violación, 0.8%; perversos sexuales, 2.0%; mercaderes sexuales, 0.8%; adulteras, 0.7%; incestuosos, 0.5%; voyeuristas, 0.4%; pirómanos, 0.4%... La gran compulsión alcohólica se destaca, con mucho, por encima de las demás. Lo decisivo resultó ser que el alcoholismo no sólo se ponía cuantitativamente a la cabeza de todas las compulsiones, sino que se convertía en matriz, en origen y causa de donde se desprendían, como de su fuente inequívoca, el resto de las compulsiones. Pero era claro que esta capacidad compulsivógena del alcohol no era simplemente externa (ya que un borracho pasa por distintos estados comportamentales), sino interna, esto es, que los enfermos compulsivos se derivaban de los alcohólicos por la vía de la herencia. Y, algo sorprendente, de ascendientes alcohólicos procedían, por herencia similar, otros alcohólicos, y, por herencia desemejante, se desprendían glotones, prostitutas, drogadictos, incestuosos, criminales, vagos, violentos, violadores, etc... A este fenómeno tan curioso lo denominé Ley del Proteismo de la herencia alcohólica, pensando que, como el Proteo de la mitología, que variaba de formas, el alcoholismo, al trasmitirse hereditariamente a la descendencia, engendraba alcohólicos, drogadictos, delincuentes, prostitutas, etc.
6º. Descubrimiento bioquímico: esta constante hereditaria en el fenómeno– alcohol, o, por mejor decir, este flujo genético en los árboles genealógicos de los pacientes compulsivos, me hizo sospechar en la CAPACIDAD MUTAGENICA DEBIL DEL ALCOHOL como sustancia química que era o etanol, desde hace 10 años cuando hice mi primer pronunciamiento en ese sentido en el libro LA TERCERA MENTALIDAD. Con el tiempo, y en la medida en que se repetía la observación de la herencia semejante y desemejante del alcoholismo, la sospecha se fue convirtiendo en evidencia. No había otra manera de explicar ninguna de las dos formas de herencia más que con la tesis de que el alcohol (no sus derivados como el acetaldehído), por esa rara capacidad compulsivógena en el borracho simple, que muchas veces genera toda clase de comportamientos pre–compulsivos, digamos, y puede ser violento, drogadicto, delincuente, incestuoso, violador, etc., al circular en la sangre durante muchas horas por todo el organismo, interactúa con los tejidos germinales (ovarios y testículos) y en un 7% de bebedores con predisposición a alcoholizarse, en mi concepto porque existe en ellos un defecto genético del cofactor NAD (nicotidmida–adenina–dinucleótido), receptor de hidrógeno, indespensable para que la enzima deshidrogenasa del alcohol (DHA) pueda degradar el alcohol en acetaldehído, que hace que el alcohol circule durante más tiempo por el torrente sanguíneo; en ese 7%, digo, se produce la mutación del material genético en las células germinales (óvulos o espermatozoides), quizá más sencibles a la agresión del alcohol, y si entran en la fecundación se produce inevitablemente la transmisión hereditaria a los hijos, ya como alcoholismo, ya como cualquier otra forma compulsiva desemejante... Es muy importante dejar bien establecido que el alcohol debe ser una sustancia mutagénica débil, no potente, porque el daño sería muy grande y se habría detectado hace mucho su capacidad mutagénica; las sustancias químicas mutagénicas débiles son muy difíciles de detectar y afectan a muchas personas, al contrario de las fuertes, que afectan a pocas, porque se detectan rápidamente: ¡Sólo el estudio sistemático de los árboles genealógicos permite hacer el seguimiento de los efectos mutagénicos débiles del alcohol! Lo que he denominado Ley del Proteismo de la herencia alcohólica, se puede explicar por el fenómeno según el cual toda mutación genética que afecte el Sistema Nervioso Central –por tanto, el comportamiento, en este caso– es Pleiotrópica, voz griega que significa "de muchos modos", esto es, que la mutación de un solo gen se traduce de muchos modos compulsivos:. A nivel de laboratorio, en los grandes centros experimentales de Europa y Estados Unidos, no ha habido ningún pronunciamiento, aunque sí existe el consenso, por estudios de adopciones y de gemelos idénticos, de que el alcoholismo (sólo el alcoholismo, ya que existe un completo desconocimiento sobre la herencia desemejante o proteica) es familiar y hereditario.
7º. Una conclusión lógica que se impuso con toda fiabilidad fue la de que esa masa empírica, toda esa multiplicidad de compulsiones, que, al parecer formaban una montonera o un agregado sin vinculación alguna, se aglutinaba en una unidad, en una gran totalidad orgánica, en la que cada parte se entrelazaba con el todo desde dentro, es decir, que esa aparente montonera de compulsiones, se integraba en un Sistema que podía crecer, pero desde el interior, no al arbitrio del investigador o a su capricho, sino necesariamente, por ese lazo de unión a una raíz común. Se llegaba así, al Sistema de las Grandes Compulsiones, lo que daba un valor científico al conocimiento:. Ya no veía todos esos fenómenos aislados (el alcoholismo aislado, la drogadicción aislada, el tabaquismo aislado, el crimen aislado, etc.), sino trabados sistémicamente en una unidad con relaciones internas y externas. Internas, porque procedían hereditariamente de una fuente común. Externas, porque existe una afinidad comportamental entre todos los compulsivos, pues su conducta, su dinámica, eran semejantes a todos ellos, así se tratara del más inofensivo glotón o tabaquista, o del más peligroso delincuente: todos los compulsivos se hallan compelidos por una fuerza irresistible, antinatural, no adaptativa, siempre placentera y consciente. Cualquier compulsivo, pongamos por caso, un delincuente, sabe que lo que hace es un delito, pero es tal la fuerza que lo empuja, que no puede resistir el placer de cometer el crimen.
8º. ¿Por qué Tercera Mentalidad? Hasta ahora la mente humana se ha dividido en dos grandes campos: el de aquellos individuos que tienen todas sus funciones mentales normales, su percepción, su razón, su juicio, etc., y al que doy el nombre de Primera Mentalidad o mentalidad normal. El otro campo es el clásico de los enfermos "nerviosos", los que sufren alteraciones en sus facultades mentales, los esquizofrénicos, los depresivos, los maníacos, etc., y al que se denomina como Segunda Mentalidad o mentalidad patológica. Sin embargo en estos dos campos de la mente no tienen cabida los compulsivos, que son desequilibrados mentales graves. Podrían encajar en la Primera Mentalidad, porque sus funciones mentales son normales –excepto casos mixtos–, pero el compulsivo puro razona bien, es inteligente, en ocasiones ingeniosísimo, realista, sus juicios son correctos, en pocas palabras, no está loco, como se dice popularmente, pero tienen esa compulsión y no caben aquí. Tampoco encajan los compulsivos en la Segunda Mentalidad, ya que no deliran, no alucinan, no se suicidan. Se plantea entonces el compromiso de descubrir, no de inventar a capricho del investigador, un espacio de la mente, es decir del cerebro, donde puedan encajar con toda legitimidad, un espacio que existía desde siempre, desde que aparecieron las compulsiones, pero que no se habían descubierto: es la Tercera Mentalidad.
9º. Localización cerebral de la Tercera Mentalidad o de los centros compulsivos y adictivos... El fenómeno compulsivo comprende dos momentos: a) el momento compulsivo, propiamente dicho, como poderoso impulso mental, con su fuerza irresistible hacia alguno o algunos de los variados objetivos compulsivos; b) el momento adictivo de la compulsión, esto es, la realización del impulso que tiene origen en la compulsión. Por ejemplo, emerge potente el impulso a comer en el glotón, y, posteriormente, puede venir o no su satisfacción, ingiriendo gran cantidad de comida, dulces o harinas:. Ahora bien: el centro cerebral donde se origina el impulso compulsivo, no es el mismo que aquel donde se realiza el acto o adicción. Por lo general o siempre, los científicos sólo se refieren al segundo momento, a la adicción, no al primero donde tuvo nacimiento:. Fundado en el registro de lesiones cerebrales, o en un célebre caso de "cerebro dividido" (split brain), y en el conocimiento psicológico del funcionamiento del hemisferio cerebral derecho, he llegado a la conclusión de que el centro nervioso de las compulsiones es el lóbulo frontal del hemisferio cerebral derecho, su región supraorbital. De las estructuras corticales de esta región del cerebro parte el irresistible impulso compulsivo en una u otra dirección:. La satisfacción de la compulsión, por el hecho de que todas las compulsiones son placenteras, activa los llamados, "centros de recompensa límbicos" (el hipotálamo, la amígdala, el tálamo, el septum, etc.), tal como lo hemos puesto de manifiesto en el libro El incesto y los genes (1997). Un reciente descubrimiento hecho en los Estados Unidos, obtenido con imágenes cerebrales de Tomografía por Emisión de Positrones, llegó a esta misma conclusión, aunque, como dijimos arriba, sólo se refiere al momento adictivo y esto apenas para las adicciones con sustancias como alcohol, tabaco, drogas... La consideración unilateal del "ciclo adictivo" ha llevado a los científicos a la incomprensión de por qué un alcohólico que comienza a tomar no puede parar, por un lado, y por qué después de una abstinencia aún prolongada, recae. Estos fenómenos rigen para todas las compulsiones... Si, al contrario, se mira el ciclo completo Compulsión–Adicción, el misterio se aclara. Una persona alcohólica bebe porque un impulso irresistible se lo exige desde el centro compulsivo del cerebro. Al ingerir alcohol se estimula el "circuito límbico del placer o recompensa", que en estos pacientes es más sensible y potenciado por motivos genéticos, debido a sus conexiones recíprocas con el centro compulsivo, sienten enorme placer cuando toman una copa y, entonces, se dispara la necesidad intensa de beber más y más y no pueden parar, pierden el control... Si a un mono se le colocan electrodos en estas zonas límbicas del placer que puede accionar presionando una palanca, se ha comprobado que, cuando siente el fuerte placer, sigue presionando la palanca inconteniblemente, hasta 10.000 veces por hora, y prefiere ésto a la comida: ¡he aquí la razón por la cual el alcohólico no puede parar! La liberación de endorfinas en el cerebro es secundaria... ¿Por qué un paciente que ha dejado de beber, reprimiéndose constantemente, recae con más fuerza? Porque sólo había suspendido la adicción, en tanto que la compulsión que brota del centro compulsivo continúa activa, siendo genética, generando permanentemente impulsos irresistibles en forma de deseos intensos de alcohol, y, como lo he seguido con detalle en los pacientes, se lanzan con más fuerza a beber y los centros límbicos del placer reaccionan con gran potencia y son más ávidos por ser más sensibles en el alcohólico y en todos los compulsivos.
10º. Prevención y tratamiento. Siendo las compulsiones genéticas y hereditarias, es claro que los síntomas se inician en la niñez, o, a más tardar, en la adolescencia. Todo indica que en este momento debe iniciarse el trabajo terapéutico para salvar a los afectados de este temible flagelo mental:. Sin embargo, la prevención debe ser más ambiciosa. Aprovechando el excelente instrumento de los árboles genealógicos, es apenas natural que se inicien campañas sociales, muy viables y sencillas, sin ningún género de terrorismo, para ilustrar a la gente sobre el fenómeno–alcohol, sobre su capacidad mutagénica débil, es decir imperceptible y peligrosa, y sobre el riesgo de la uniones –matrimoniales o no– entre personas que padezcan compulsiones y la posibilidad de que las trasmitan a sus hijos. Sería un triunfo de la Medicina Social lograr la concientización realista de las poblaciones, dado que, por ese carácter infiltrante que tienen las compulsiones, la humanidad se está convirtiendo en una humanidad compulsiva sin que nos hayamos percatado de ello:. Por otra parte, desde muy temprano, los niños comienzan a dar muestras sintomatológicas que, bien valoradas, podrían ser el aviso clínico de que tienen riesgo compulsivo. En el libro Compulsión, Prevención y Tratamiento (1988), enumeramos más de 50 síntomas en niños y adolescentes, que son muy buenos guías para los padres, visitadores sociales, psicólogos, psiquiatras, para detectar la futura compulsión. No es más que cotejar alguno de esos síntomas con el árbol genealógico: si los padres, abuelos, tíos, etc., padecen compulsiones, es casi seguro que el comportamiento prematuro es de naturaleza compulsiva. Y desde ese momento se puede iniciar el trabajo preventivo, que, con un buen conocimiento, es muy fácil, y lo puede adquirir todo padre, ya no digamos los especialistas; es posible restarle fuerza al mal, que se inicia. Baste saber que la compulsión irrumpe con todo su poder desde los orígenes, como ocurre con todas las enfermedades genéticas. Pero el cerebro se desarrolla muy lentamente, de modo que si un niño nace con la compulsión al robo, verbigracia, pone a su servicio la razón y la inteligencia del paciente que son normales, y se "alían" con ella, de modo que el niño siente desde muy temprano que robar es normal. A esta alianza entre compulsión y funciones mentales normales, le doy el nombre de Mentalidad Compulsiva. La prevención radica en evitar prontamente que se consolide esta mentalidad, para que la compulsión quede aislada, sin el apoyo de la inteligencia, de suerte que no se pase del "momento compulsivo" al "momento adictivo". Todas las condiciones genéticas y cerebrales favorecen esta conducta preventiva prematura.
La prevención es la aplicación más prometedora de esta ciencia de La Tercera Mentalidad, sin que estemos pronunciando un veredicto pesimista contra los compulsivos ya consolidados con su Mentalidad Compulsiva, ya que es posible ayudarlos terapéuticamente, sin negar que son difíciles.
Una meta ideal –diríamos que utópica, ya que el alcohol se halla metido no sólo en la existencia sino literalmente en la esencia de la humanidad– es encontrar los medios para que no se consuma alcohol... Es seguro que estamos dando palos de ciego centrándonos en la drogadicción y su tráfico. Si la fuente de las compulsiones es el alcohol, (el 95% de los drogadictos compulsivos –pues no todo adicto es compulsivo, aunque si todo compulsivo es adicto– proceden de árboles genealógicos alcohólicos!), lo consecuente sería no combatir el alcohol y su tráfico, porque se nos formaría otra guerra:., sino quizá persuadir con sabiduría a la humanidad, de la manera más simpática, sobre esa probabilidad que tiene el 7% de la población bebedora, tanto en hombres como en mujeres, de sufrir la mutación débil del alcohol sobre su ADN, mutación genética "traicionera", digamos, ya que si fuera potente, como la talidomida, los rayos X, el ácido nitroso, sería muy fácil detectarla, pero así silenciosa, solapada, afecta a grandes sectores de la población, porque el 7% es sólo de la herencia similar, pero ¿Cuantos compulsivos existen por herencia desemejante?
copy/paste gentileza de : Ceramicas Hispano-Portuguesas, tu empresa del ladrillo tabiquero.
BREVE INFORME SOBRE LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
EN TORNO A LA TERCERA MENTALIDAD O TEORÍA
DE LAS GRANDES COMPULSIONES Y ADICCIONES
Dr. Mauro Torres
Santafé de Bogotá, Carrera 20 No. 86A-21, Telefax: 635 8014
En mi condición de especialista e investigador de la salud mental, me permito llamar su atención con el objeto de comunicarle la culminación de la investigación que proseguí durante varios años –1980–1997–, cuyo título es la TERCERA MENTALIDAD o TEORIA DE LAS GRANDES COMPULSIONES. Estoy informado de que no ha sido realizada en ningún otro país.
La siguiente es una descripción muy breve de esta investigación, a nivel clínico, con gran interés para la prevención y tratamiento en niños y adolescentes.
--------------------------------------------------------------------------------
1º. Punto de partida empírico: el incesto, el alcoholismo, la drogadicción, la glotonería, la maldad, el rencor, la venganza, la corrupción, la extorsión, el secuestro, la hipersexualidad prematura, las perversiones sexuales, la paidofilia o atracción erótica por los niños, el homicidio, la violencia, la rebeldía sin causa, el juego, el robo, la piromanía, el tabaquismo, la prostitución, el adulterio, la promiscuidad, la violación hétero y homosexual, la vagancia para el estudio y el trabajo, la mitomanía, el sadismo, el voyeurismo, la pornografía, el sicariato, la mendicidad compulsiva, el fetichismo, el exhibicionismo, etc... Estas grandes compulsiones infiltran a la sociedad mundial.
2º. Fuentes en donde he recogido estos materiales: en mi consultorio de especialista de la Medicina de la Mente Humana; en el Instituto para la Tercera Mentalidad; en las cárceles de mujeres; niños y hombres; en los prostíbulos; en los garitos; en los bajos fondos; colegios y universidades; en la literatura compulsiva (Dostoyevski, Gorki); en la historia.
3º. Criterios científicos de aproximación: el clínico–psiquiátrico y psicoanalítico; el evolutivo y genético; el bioquímico y antropológico; la ciencia de la mente humana fundada en la función cerebral, la Etología, la Historia y la Filosofía, así como la Biología Molecular.
4º. Metodología: partió sistemáticamente del estudio clínico de la mentalidad de los pacientes dentro de su árbol genealógico en busca de sus raíces genéticas y comportamentales lo más lejos posible entre los ascendientes y descendientes, teniendo en cuenta el medio social y cultural que los había rodeado. Lejos de ser simples encuestas superficiales, trabajé con los pacientes compulsivos y sus familiares en ocasiones durante años. La muestra de 380 árboles genealógicos que publiqué en el libro HACIA LA MEDICINA DE LA MENTE HUMANA, en el año de 1991, es bastante fiable para llegar a conclusiones e inferencias con valor científico.
5º. Primer descubrimiento clínico: Lo que se puso en evidencia después de haber estudiado los primeros 164 árboles genealógicos que publiqué en el libro LA TERCERA MENTALIDAD (1987) fue el hecho universal de que todas estas Grandes Compulsiones tenían un carácter familiar. Que un paciente que sufría alguna de las compulsiones, y, en veces, más de una, venía a ser el resultado de familiares compulsivos, directos o colaterales. El factor genético y hereditario era evidente y nunca se hallaba ausente. Pronto se puso de manifiesto que la compulsión alcohólica se colocaba cuantitativamente a la cabeza del resto de las compulsiones. Si de los 380 árboles genealógicos recogidos se tomaban 100 al azar, el resultado estadístico arrojó los siguientes datos muy reveladores: número de familiares vinculados, 627; número de compulsiones, 838; alcohólicos, 42.6%; glotones, 7.4%; delincuentes de distinta orientación, 6.0%; violentos, 5.8%; vagos, 5.4%; tabaquistas, 4.2%; drogadictos, 4.6%; mitómanos, 4.0%; promiscuos sexuales, 4.2%; donjuanismo, 3.3%; jugadores, 2.1%; prostitución femenina, 1.8%; rebeldía sin causa, 1.3%; violación, 0.8%; perversos sexuales, 2.0%; mercaderes sexuales, 0.8%; adulteras, 0.7%; incestuosos, 0.5%; voyeuristas, 0.4%; pirómanos, 0.4%... La gran compulsión alcohólica se destaca, con mucho, por encima de las demás. Lo decisivo resultó ser que el alcoholismo no sólo se ponía cuantitativamente a la cabeza de todas las compulsiones, sino que se convertía en matriz, en origen y causa de donde se desprendían, como de su fuente inequívoca, el resto de las compulsiones. Pero era claro que esta capacidad compulsivógena del alcohol no era simplemente externa (ya que un borracho pasa por distintos estados comportamentales), sino interna, esto es, que los enfermos compulsivos se derivaban de los alcohólicos por la vía de la herencia. Y, algo sorprendente, de ascendientes alcohólicos procedían, por herencia similar, otros alcohólicos, y, por herencia desemejante, se desprendían glotones, prostitutas, drogadictos, incestuosos, criminales, vagos, violentos, violadores, etc... A este fenómeno tan curioso lo denominé Ley del Proteismo de la herencia alcohólica, pensando que, como el Proteo de la mitología, que variaba de formas, el alcoholismo, al trasmitirse hereditariamente a la descendencia, engendraba alcohólicos, drogadictos, delincuentes, prostitutas, etc.
6º. Descubrimiento bioquímico: esta constante hereditaria en el fenómeno– alcohol, o, por mejor decir, este flujo genético en los árboles genealógicos de los pacientes compulsivos, me hizo sospechar en la CAPACIDAD MUTAGENICA DEBIL DEL ALCOHOL como sustancia química que era o etanol, desde hace 10 años cuando hice mi primer pronunciamiento en ese sentido en el libro LA TERCERA MENTALIDAD. Con el tiempo, y en la medida en que se repetía la observación de la herencia semejante y desemejante del alcoholismo, la sospecha se fue convirtiendo en evidencia. No había otra manera de explicar ninguna de las dos formas de herencia más que con la tesis de que el alcohol (no sus derivados como el acetaldehído), por esa rara capacidad compulsivógena en el borracho simple, que muchas veces genera toda clase de comportamientos pre–compulsivos, digamos, y puede ser violento, drogadicto, delincuente, incestuoso, violador, etc., al circular en la sangre durante muchas horas por todo el organismo, interactúa con los tejidos germinales (ovarios y testículos) y en un 7% de bebedores con predisposición a alcoholizarse, en mi concepto porque existe en ellos un defecto genético del cofactor NAD (nicotidmida–adenina–dinucleótido), receptor de hidrógeno, indespensable para que la enzima deshidrogenasa del alcohol (DHA) pueda degradar el alcohol en acetaldehído, que hace que el alcohol circule durante más tiempo por el torrente sanguíneo; en ese 7%, digo, se produce la mutación del material genético en las células germinales (óvulos o espermatozoides), quizá más sencibles a la agresión del alcohol, y si entran en la fecundación se produce inevitablemente la transmisión hereditaria a los hijos, ya como alcoholismo, ya como cualquier otra forma compulsiva desemejante... Es muy importante dejar bien establecido que el alcohol debe ser una sustancia mutagénica débil, no potente, porque el daño sería muy grande y se habría detectado hace mucho su capacidad mutagénica; las sustancias químicas mutagénicas débiles son muy difíciles de detectar y afectan a muchas personas, al contrario de las fuertes, que afectan a pocas, porque se detectan rápidamente: ¡Sólo el estudio sistemático de los árboles genealógicos permite hacer el seguimiento de los efectos mutagénicos débiles del alcohol! Lo que he denominado Ley del Proteismo de la herencia alcohólica, se puede explicar por el fenómeno según el cual toda mutación genética que afecte el Sistema Nervioso Central –por tanto, el comportamiento, en este caso– es Pleiotrópica, voz griega que significa "de muchos modos", esto es, que la mutación de un solo gen se traduce de muchos modos compulsivos:. A nivel de laboratorio, en los grandes centros experimentales de Europa y Estados Unidos, no ha habido ningún pronunciamiento, aunque sí existe el consenso, por estudios de adopciones y de gemelos idénticos, de que el alcoholismo (sólo el alcoholismo, ya que existe un completo desconocimiento sobre la herencia desemejante o proteica) es familiar y hereditario.
7º. Una conclusión lógica que se impuso con toda fiabilidad fue la de que esa masa empírica, toda esa multiplicidad de compulsiones, que, al parecer formaban una montonera o un agregado sin vinculación alguna, se aglutinaba en una unidad, en una gran totalidad orgánica, en la que cada parte se entrelazaba con el todo desde dentro, es decir, que esa aparente montonera de compulsiones, se integraba en un Sistema que podía crecer, pero desde el interior, no al arbitrio del investigador o a su capricho, sino necesariamente, por ese lazo de unión a una raíz común. Se llegaba así, al Sistema de las Grandes Compulsiones, lo que daba un valor científico al conocimiento:. Ya no veía todos esos fenómenos aislados (el alcoholismo aislado, la drogadicción aislada, el tabaquismo aislado, el crimen aislado, etc.), sino trabados sistémicamente en una unidad con relaciones internas y externas. Internas, porque procedían hereditariamente de una fuente común. Externas, porque existe una afinidad comportamental entre todos los compulsivos, pues su conducta, su dinámica, eran semejantes a todos ellos, así se tratara del más inofensivo glotón o tabaquista, o del más peligroso delincuente: todos los compulsivos se hallan compelidos por una fuerza irresistible, antinatural, no adaptativa, siempre placentera y consciente. Cualquier compulsivo, pongamos por caso, un delincuente, sabe que lo que hace es un delito, pero es tal la fuerza que lo empuja, que no puede resistir el placer de cometer el crimen.
8º. ¿Por qué Tercera Mentalidad? Hasta ahora la mente humana se ha dividido en dos grandes campos: el de aquellos individuos que tienen todas sus funciones mentales normales, su percepción, su razón, su juicio, etc., y al que doy el nombre de Primera Mentalidad o mentalidad normal. El otro campo es el clásico de los enfermos "nerviosos", los que sufren alteraciones en sus facultades mentales, los esquizofrénicos, los depresivos, los maníacos, etc., y al que se denomina como Segunda Mentalidad o mentalidad patológica. Sin embargo en estos dos campos de la mente no tienen cabida los compulsivos, que son desequilibrados mentales graves. Podrían encajar en la Primera Mentalidad, porque sus funciones mentales son normales –excepto casos mixtos–, pero el compulsivo puro razona bien, es inteligente, en ocasiones ingeniosísimo, realista, sus juicios son correctos, en pocas palabras, no está loco, como se dice popularmente, pero tienen esa compulsión y no caben aquí. Tampoco encajan los compulsivos en la Segunda Mentalidad, ya que no deliran, no alucinan, no se suicidan. Se plantea entonces el compromiso de descubrir, no de inventar a capricho del investigador, un espacio de la mente, es decir del cerebro, donde puedan encajar con toda legitimidad, un espacio que existía desde siempre, desde que aparecieron las compulsiones, pero que no se habían descubierto: es la Tercera Mentalidad.
9º. Localización cerebral de la Tercera Mentalidad o de los centros compulsivos y adictivos... El fenómeno compulsivo comprende dos momentos: a) el momento compulsivo, propiamente dicho, como poderoso impulso mental, con su fuerza irresistible hacia alguno o algunos de los variados objetivos compulsivos; b) el momento adictivo de la compulsión, esto es, la realización del impulso que tiene origen en la compulsión. Por ejemplo, emerge potente el impulso a comer en el glotón, y, posteriormente, puede venir o no su satisfacción, ingiriendo gran cantidad de comida, dulces o harinas:. Ahora bien: el centro cerebral donde se origina el impulso compulsivo, no es el mismo que aquel donde se realiza el acto o adicción. Por lo general o siempre, los científicos sólo se refieren al segundo momento, a la adicción, no al primero donde tuvo nacimiento:. Fundado en el registro de lesiones cerebrales, o en un célebre caso de "cerebro dividido" (split brain), y en el conocimiento psicológico del funcionamiento del hemisferio cerebral derecho, he llegado a la conclusión de que el centro nervioso de las compulsiones es el lóbulo frontal del hemisferio cerebral derecho, su región supraorbital. De las estructuras corticales de esta región del cerebro parte el irresistible impulso compulsivo en una u otra dirección:. La satisfacción de la compulsión, por el hecho de que todas las compulsiones son placenteras, activa los llamados, "centros de recompensa límbicos" (el hipotálamo, la amígdala, el tálamo, el septum, etc.), tal como lo hemos puesto de manifiesto en el libro El incesto y los genes (1997). Un reciente descubrimiento hecho en los Estados Unidos, obtenido con imágenes cerebrales de Tomografía por Emisión de Positrones, llegó a esta misma conclusión, aunque, como dijimos arriba, sólo se refiere al momento adictivo y esto apenas para las adicciones con sustancias como alcohol, tabaco, drogas... La consideración unilateal del "ciclo adictivo" ha llevado a los científicos a la incomprensión de por qué un alcohólico que comienza a tomar no puede parar, por un lado, y por qué después de una abstinencia aún prolongada, recae. Estos fenómenos rigen para todas las compulsiones... Si, al contrario, se mira el ciclo completo Compulsión–Adicción, el misterio se aclara. Una persona alcohólica bebe porque un impulso irresistible se lo exige desde el centro compulsivo del cerebro. Al ingerir alcohol se estimula el "circuito límbico del placer o recompensa", que en estos pacientes es más sensible y potenciado por motivos genéticos, debido a sus conexiones recíprocas con el centro compulsivo, sienten enorme placer cuando toman una copa y, entonces, se dispara la necesidad intensa de beber más y más y no pueden parar, pierden el control... Si a un mono se le colocan electrodos en estas zonas límbicas del placer que puede accionar presionando una palanca, se ha comprobado que, cuando siente el fuerte placer, sigue presionando la palanca inconteniblemente, hasta 10.000 veces por hora, y prefiere ésto a la comida: ¡he aquí la razón por la cual el alcohólico no puede parar! La liberación de endorfinas en el cerebro es secundaria... ¿Por qué un paciente que ha dejado de beber, reprimiéndose constantemente, recae con más fuerza? Porque sólo había suspendido la adicción, en tanto que la compulsión que brota del centro compulsivo continúa activa, siendo genética, generando permanentemente impulsos irresistibles en forma de deseos intensos de alcohol, y, como lo he seguido con detalle en los pacientes, se lanzan con más fuerza a beber y los centros límbicos del placer reaccionan con gran potencia y son más ávidos por ser más sensibles en el alcohólico y en todos los compulsivos.
10º. Prevención y tratamiento. Siendo las compulsiones genéticas y hereditarias, es claro que los síntomas se inician en la niñez, o, a más tardar, en la adolescencia. Todo indica que en este momento debe iniciarse el trabajo terapéutico para salvar a los afectados de este temible flagelo mental:. Sin embargo, la prevención debe ser más ambiciosa. Aprovechando el excelente instrumento de los árboles genealógicos, es apenas natural que se inicien campañas sociales, muy viables y sencillas, sin ningún género de terrorismo, para ilustrar a la gente sobre el fenómeno–alcohol, sobre su capacidad mutagénica débil, es decir imperceptible y peligrosa, y sobre el riesgo de la uniones –matrimoniales o no– entre personas que padezcan compulsiones y la posibilidad de que las trasmitan a sus hijos. Sería un triunfo de la Medicina Social lograr la concientización realista de las poblaciones, dado que, por ese carácter infiltrante que tienen las compulsiones, la humanidad se está convirtiendo en una humanidad compulsiva sin que nos hayamos percatado de ello:. Por otra parte, desde muy temprano, los niños comienzan a dar muestras sintomatológicas que, bien valoradas, podrían ser el aviso clínico de que tienen riesgo compulsivo. En el libro Compulsión, Prevención y Tratamiento (1988), enumeramos más de 50 síntomas en niños y adolescentes, que son muy buenos guías para los padres, visitadores sociales, psicólogos, psiquiatras, para detectar la futura compulsión. No es más que cotejar alguno de esos síntomas con el árbol genealógico: si los padres, abuelos, tíos, etc., padecen compulsiones, es casi seguro que el comportamiento prematuro es de naturaleza compulsiva. Y desde ese momento se puede iniciar el trabajo preventivo, que, con un buen conocimiento, es muy fácil, y lo puede adquirir todo padre, ya no digamos los especialistas; es posible restarle fuerza al mal, que se inicia. Baste saber que la compulsión irrumpe con todo su poder desde los orígenes, como ocurre con todas las enfermedades genéticas. Pero el cerebro se desarrolla muy lentamente, de modo que si un niño nace con la compulsión al robo, verbigracia, pone a su servicio la razón y la inteligencia del paciente que son normales, y se "alían" con ella, de modo que el niño siente desde muy temprano que robar es normal. A esta alianza entre compulsión y funciones mentales normales, le doy el nombre de Mentalidad Compulsiva. La prevención radica en evitar prontamente que se consolide esta mentalidad, para que la compulsión quede aislada, sin el apoyo de la inteligencia, de suerte que no se pase del "momento compulsivo" al "momento adictivo". Todas las condiciones genéticas y cerebrales favorecen esta conducta preventiva prematura.
La prevención es la aplicación más prometedora de esta ciencia de La Tercera Mentalidad, sin que estemos pronunciando un veredicto pesimista contra los compulsivos ya consolidados con su Mentalidad Compulsiva, ya que es posible ayudarlos terapéuticamente, sin negar que son difíciles.
Una meta ideal –diríamos que utópica, ya que el alcohol se halla metido no sólo en la existencia sino literalmente en la esencia de la humanidad– es encontrar los medios para que no se consuma alcohol... Es seguro que estamos dando palos de ciego centrándonos en la drogadicción y su tráfico. Si la fuente de las compulsiones es el alcohol, (el 95% de los drogadictos compulsivos –pues no todo adicto es compulsivo, aunque si todo compulsivo es adicto– proceden de árboles genealógicos alcohólicos!), lo consecuente sería no combatir el alcohol y su tráfico, porque se nos formaría otra guerra:., sino quizá persuadir con sabiduría a la humanidad, de la manera más simpática, sobre esa probabilidad que tiene el 7% de la población bebedora, tanto en hombres como en mujeres, de sufrir la mutación débil del alcohol sobre su ADN, mutación genética "traicionera", digamos, ya que si fuera potente, como la talidomida, los rayos X, el ácido nitroso, sería muy fácil detectarla, pero así silenciosa, solapada, afecta a grandes sectores de la población, porque el 7% es sólo de la herencia similar, pero ¿Cuantos compulsivos existen por herencia desemejante?
copy/paste gentileza de : Ceramicas Hispano-Portuguesas, tu empresa del ladrillo tabiquero.
