Así es, amigos, bienvenidos a la era de las telecomunicaciones.
Bienvenidos a un momento en la historia de la humanidad donde una mujer no necesita salir a la calle para recibir atención y aprobación. Le basta con un clic. Y sólo se requiere el titánico esfuerzo de haber nacido hembra.
Se hace unas fotos en el excusado tras defecar una nauseabunda hez y se crea un perfil en una lonja de longanizas a la que llaman "redes sociales".
Acto seguido observará, cual ídolo de piedra, el tránsito peregrino de centenas de carruajes tirados por corceles hormonados.
Será tal el ascenso de su ego y la revancha contra el espejo que se permitirán soñar con esos cuentos de princesas que olvidaron muchos postres atrás.
Se armarán de valor como quien no ha conocido la derrota nunca y se decidirán a ser mujeres modernas que hablan con hombres interesantes (
wikipedia:
interés es un índice utilizado para medir la rentabilidad de los ahorros o también del costo de un crédito. Se expresa generalmente con un porcentaje, planes a largo plazo o visitas al IKEA).
Tuve perfil en badoo y, cuando me cansé de insultar a pequeños cetáceos, me puse esta foto:
Con mis artes photoshopescas aprendidas en las lecciones del Dr. LeChuck, ubiqué al mismo nerd, con el mismo jersey, en un yate. Luego hice un tuneo en el que le puse el cuerpo del maromo de moda por entonces, un tal Darek. He de reiterar que soy un artista del retoque fotográfico porque cuando me aburro, me aburro mucho.
Ese no eres tú...
Vaya cuerpo...
¿Ese barco es tuyo?
Todas se olían algo, pero todas mostraban interés y paciencia desmesurados a pesar de que mi comportamiento era de todo menos cortés. Mucha gente entraba a ese sitio a descargar tensiones, yo también lo hacía pero, en vista del percal que era ese mercaducho, me dedicaba a hacer el troll cual imbécil quinceañero.
Y ahí seguían, con una fidelidad y una estulticia tan pronunciadas que parecían cualidades proporcionales.