general cobarde rebuznó:
Pues que quieren que les diga caballeros. Yo me pienso ir ahora mismo a echarme un cigarrillo mientras cago. Si me compensa o no, vivir unos años mas de vejez, que no vida, a cambio de este y otros pitis de establecido rigor y protocolo, que son tantos, lo decidire cuando comido por un cancer, me axfisie en la invisible horca trenzada con hilos de humo durante años. Seguramente, en mi lecho de muerte alquitranado, evocare esos momentos, y sera menos afixia, sera menos doloroso, sera menos muerte.
A vuestra salud.
Amén.
Ni siquiera quiero pararme a pensar en el por qué, pero los mejores cigarros (y realmente los únicos que disfrutas) son los que están asociados a otras cosas. Ahí es donde radica la verdadera esencia del tabaco, y de la alegría de vivir.
Porque la esencia del cigarrillo vuelca la premisa planteada por BSTT. Su naturaleza no es como la del alcohol u otras drojas. El cigarrillo es de introspección, es un par de minutos que compartes sólo contigo y tu interior.
Para apreciar ésto, pondré una lista (personal, pero bastante acertada creo yo) de los cigarros imprescindibles, los que realmente valen las 600ypico pesetas que te joden por el paquete:
1-Cigarro expulsando un truño.
2-Cigarro después de comer (y sobre todo cenar)
3-Cigarro después de echar un polvo.
Coincide que son momentos de abstracción. También es bastante suculento el cigarro echando un cortado y leyendo la prensa, pero ahí ya haces varias cosas a la vez y entran otros factores. Quizá sea el cuarto mejor pitillo, pero alejado del podio. Los demás cigarros son impulsos automáticos. Pero no miras el humo que expulsas por la boca. No escuchas el leve chisporroteo del cigarro en combustión al darle una calada.
Ahí está el sabor verdadero del tabaco.
Es con todos esos factores cuando el cerebro funciona más suave, los problemas parecen más pequeños y se hace la vida algo más llevadera.
Creo que echarte un cigar en éstas condiciones es lo más parecido a una buena paja. Porque no es lo mismo una paja en medio de una orgía, que una señora paja con la casa libre, los pantalones por los tobillos, los altavoces a tope y la vida por delante.