Can: Tago Mago (1971)
Ya se ha mencionado a
Can en este mismo hilo, así que me ahorraré decir quiénes fueron, lo que han representado para la música y bla bla bla.
Este es un doble álbum difícil; ojo.
La cara A del primer disco –hablemos en términos de vinilo-, la más
asequible, se abre con
Paperhouse, una maravilla que comienza en plan suave y después se va desatando en rabia explosiva -con una guitarra de
Michael Karoli en estado de gracia-; para después retornar a la calma y volver de nuevo a la ira. Es el perfecto preludio para el álbum, un temazo revolucionario que sigue sorprendiendo al escucharlo hoy día.
Mushroom sirve de puente entre éste y
Oh yeah, el otro punto álgido de la cara A; y que la culmina de forma soberbia.
Mushroom es
'trance' en estado puro. Y no le va a la zaga la genial y absolutamente rompedora
Oh Yeah, que parece bastante inspirada en el
2000 Light Years From Home de los
Stones y que, a mi juicio, lo supera con creces –que ya es decir bastante-.
La cara B del primer disco está dedicada a
Halleluhwah, un tema funky psicodélico que a más de uno puede llegar a hacérsele pesado por su duración –más de 18 minutos- pero que a mí se me hace corto. Tal vez sea por el protagonismo de la batería, con sus ritmos bailables; o por la fingida desgana al cantar, en ocasiones, de
Damo Suzuki; o por los arreglos y los efectos especiales/espaciales; que este tema se me hace precursor directo del
'Sonido Manchester' que vino 20 años después –no encuentro más precedentes-. Y es que de este album han debido mamar más grupos de la cuenta.
El segundo disco ya es otra historia diferente –y, si cabe, mucho, mucho más arriesgada-.
Aumgn ocupa toda la cara 3 del álbum y viene a ser una especie de collage de sonidos hipnóticos y extravíos varios. No creo que haga falta fumar nada para emparanoyarse con este tema. Es de lo más siniestro que se haya plasmado nunca en vinilo. Es probable que
Can quisiesen ir más allá que los
Floyd de la época; o que los malditos
Stockhausen o
Cage. En este tema se pueden oír mantras psicóticos, artefactos innombrables, perros ladrando, motores de avión, ritmos tribales, y hasta un didgeridoo de esos empleados por los aborígenes australianos desde el principio de los tiempos para ahuyentar canguros. Una pasada. Pero toda esta estrafalaria amalgama está tan bien ensamblada que resulta cojonuda.
La cuarta cara se abre con
Peking O, otra aberración monstruosa de más de 11 minutos, donde el cantante japo pierde por completo los papeles y se dedica a berrear como un animal y a entregarse por completo a la logorrea esquizofrénica. Ni
Zappa llegó tan lejos. Cierra el disco
Bring Me Coffee Or Tea, un precioso tema que nos devuelve a casa y nos trae la paz.
Hay pocas experiencias musicales como ésta, y os la recomiendo como buen cristiano que soy. Eso sí, tened paciencia, hermanos. :1