Esto ocurrió en noviembre 04.
Era muy feliz por aquel entonces, estaba trabajando y me iba bien en la oficina. Tenía todo lo que un joven esquizoide puede desear, incluso más.
Pero mi maquinaria falló y esas noches en vela fumando porros pasaron factura: empecé a tener delirios paranoicos. Mis sentidos se encontraban agudizados y mi mente captaba información por doquier. Todo tenía un significado oculto para mí, y yo sabía leerlo a través del silencio.
Como dato anecdótico, debo decir que descubrí a un masón. Se trataba de un compañero que trabajaba instalando fibra óptica y resolviendo problemas informáticos. Un individuo afable, con acento canario, cuarentañero diría yo. Mientras trabajaba en nuestra oficina conversábamos mientras fingíamos que estábamos trabajando. En sus conversaciones dejaba escapar contínuas ambigüedades que tenían una interpretación esotérica. Convencido de que me encontraba ante un masón le pregunté: "¿Dónde está oriente?". Entonces se quitó su máscara y me confesó ser masón. Una gran experiencia.
En esas me encontraba, muy susceptible y atento. Demasiado. Empecé a hurdir una idea descabellada: mi psiquiatra experimentaba conmigo un nuevo tratamiento contra la depresión consistente en estímulos externos. Yo pensaba que mi psiquiatra había tenido tratos con la empresa que me contrató para poder llevar a cabo el experimento. Mis amigos podrían perfectamente estar también confabulados con mi psiquiatra, mi familia, mis compañeros del trabajo, ¡todo el mundo! Sentía que jugaban conmigo y no me gustaba.
Por casualidad tenía cita con el psiquiatra justo el día posterior a alcanzar la conclusión de que todo era un complot. Le comenté mi idea delirante y él me escuchó con mucha seriedad. Entonces empecé a dudar... y finalmente me desplomé, tuve un ataque de ansiedad y tuve miedo. Sentí que había perdido el contacto con la realidad y me asusté. ¡Es una sensación terrible!
Me recetaron tranquilizantes y antipsicóticos y me prohibieron tomar cualquier clase de droga. Estuve un par de semanas de baja y todo volvió a la normalidad.
En otra ocasión os seguiré contando experiencias cercanas a la locura, creo que por hoy es suficiente.