Divaguemos:
Tú y yo somos vecinos en una urbanización preciosa, nuestros chaleres están adosados y nos conocemos de toda la vida. Tenemos varios hijos cada uno, y estamos unidos en familia por matrimonios entre ellos. Tú tienes más dinero que yo, tienes algunas empresas, e incluso empleas a algunos de mis hijos... pero... Siempre hemos tenido rencillas, tanto de herencias, como de trabajo, de desamores y algo de cuernos también. Tú te envalentonas, y decides que ya que tienes más dinero, eres más guapo, y Dios está de tu parte (te lo ha dicho expresamente con un burofax), como digo, decides anexionarte mi chalé, echándome a la puta calle, o comulgando con lo que a ti te salga de los cojones, como trabajar gratis o casi gratis, educar a mis hijos como a ti te salga de los huevos, etc. A mí se me hinchan los huevos, y decido que el trabajo que han estado haciendo mis hijos, sólo ha servido para enriquecerte como a un puto cerdo, pero no has repartido nada con nadie, "no vaya a ser que se lo gasten, y tengamos un disgusto", así que decido que eres incompetente para mandar, y te requiso las empresas para que no sigas jodiendo la economía familiar. Comienzan las hostilidades, y claramente tienes las de ganar, porque la policía privada de la urbanización, generosamente untada por tu talonario, se pone de tu parte, amén de los basureros, el cobrador del frac y Arturo Fernández. Te quedas con mi casa, con mi familia, y con mi dignidad. Como acto final para dejar las cosas claras, fusilas a varios de mis hijos, y los entierras en cualquier lado, amenazándome de muerte si se me ocurre buscar sus cuerpos para darles un entierro digno. Muchos años después, la familia ha crecido, ha madurado, y ha decidido mandar a la mierda el régimen parental establecido (no sin antes decidir que DE MOMENTO, es mejor pasar página y mirar al futuro sin rencores del pasado), cambiándolo por otro que deje a los hijos (y a los nietos), decidir el futuro de la Casa, cada cierto tiempo [es una ilusión, claro, pero suena bien en principio]. La cosa parece funcionar más o menos bien, y después de un tiempo en el que se asienta la situación familiar, algunos nietos de fusilados deciden buscar a sus abuelos, para sacarlos de los agujeros de mierda donde fueron arrojados, para enterrarlos dignamente en el cementerio familiar. Evidentemente, lo hacen para revivir odios. Clarísimo.