Menir
Forero del todo a cien
- Registro
- 23 Feb 2020
- Mensajes
- 153
- Reacciones
- 159
Buenas tardes nos dé Dios,
No suelo escribir mucho por falta de tiempo, pero ahora que he sacado un rato, allá que voy.
En lo sexual-reproductor, siempre he sido un cero a la izquierda: he cosechado más calabazas que cualquier agricultor, y no porque haya sido feo o desagradable, sino por mis escasas dotes de relación y observación del universo femenino y mi timidez congénita. Habría podido meterla en adobo mucho más, pero ese tren ya pasó. Ahora me encuentro como una gran masa de hombres de este país: casado, con deshechos y sin ninguna atención sesuarr por parte de la contraria. En general no lo llevo mal, ya que asumo mi destino, aunque he de reconocer que en primavera (cuando florecen los pezones) y verano lo estoy pasando estos últimos años bastante mal. También influye la perspectiva del paso del tiempo y la inexorable cercanía del momento en que tenga que empezar a buscar pastillas de colores...
Hace unos años me topé con un post de Darkiano en el que hablaba de juguetes sexuales y me dije: ¿por qué no pruebo un cacharro de estos? (todo lo que tengo de torpe con las mujeres lo tengo de curioso) y me compré un chisme en platanomelon.com: el satisfyer men heat vibration. Empecemos por la logística: aunque venía muy bien embalado y tal, mi mujer pasa más tiempo que yo en casa, así que la dirección de envío y posterior recogida fue la oficina. El desembalaje e inauguración (unboxing le dicen ahora) lo hice, por más tranquilo, en casa de mis padres cuando no estaban. Allí que metí el penis con un poco de lubricante (en mi vida había usado algo tan viscoso como eso, a salvo del blandiblub) y empecé con la vibración. Me pasé más de 30 minutos probando los diferentes programas y las intensidades, pero no hubo nada que hacer: tuve que acabármela con la mano después de una sudada que ni Iñaki Williams contra el Barcelona. Mi sensación final fue "bah, esto no mola mucho". Pero allí que lo guardé (con esa recarga por imanes tan molona que lleva) a la espera de nuevas intentonas, teniendo la esperanza de que tantos ingenieros diseñándolo no estuvieran equivocados.
Tras una temporada en barbecho le di una segunda oportunidad, y es cuando dije "coño, esto no está mal del todo...". Aquí empezó mi idilio con este chisme, que sigue a día de hoy dos años después. Vale, no es lo mismo que follarse a una de veinte (o eso creo...) pero una vez que le coges el truco a veces te tiemblan hasta las piernas de placer. No voy a rechazar un polvo por tener este aparato ni voy a dejar de hacerme pajotes castellanos tradicionales, pero de vez en cuando es maravilloso.
Eso sí, como buen forero valoro mi intimidad y cuido la logística, y el aparato en cuestión no asoma cuando hay mujeres de por medio (a estas alturas por fin sabemos lo celosas que son). Podríamos entrar a discutir si el uso de estos cacharros nos vuelve más reticentes o no a la hora de relacionarnos (o cualquier otro debate sesudo por el estilo) pero no merece la pena, la vida es muy corta: un gasto mínimo (unos 80 euros creo recordar) para unas pajas originales y bastante ricas. El resto, palabrería.
Y no os penséis que me patrocina la empresa, no; simplemente estoy asombrado del gustito que puede dar un puto aparato con un motor. No me lo esperaba.
Sin más, os dejo una foto del chisme en cuestión:
No suelo escribir mucho por falta de tiempo, pero ahora que he sacado un rato, allá que voy.
En lo sexual-reproductor, siempre he sido un cero a la izquierda: he cosechado más calabazas que cualquier agricultor, y no porque haya sido feo o desagradable, sino por mis escasas dotes de relación y observación del universo femenino y mi timidez congénita. Habría podido meterla en adobo mucho más, pero ese tren ya pasó. Ahora me encuentro como una gran masa de hombres de este país: casado, con deshechos y sin ninguna atención sesuarr por parte de la contraria. En general no lo llevo mal, ya que asumo mi destino, aunque he de reconocer que en primavera (cuando florecen los pezones) y verano lo estoy pasando estos últimos años bastante mal. También influye la perspectiva del paso del tiempo y la inexorable cercanía del momento en que tenga que empezar a buscar pastillas de colores...
Hace unos años me topé con un post de Darkiano en el que hablaba de juguetes sexuales y me dije: ¿por qué no pruebo un cacharro de estos? (todo lo que tengo de torpe con las mujeres lo tengo de curioso) y me compré un chisme en platanomelon.com: el satisfyer men heat vibration. Empecemos por la logística: aunque venía muy bien embalado y tal, mi mujer pasa más tiempo que yo en casa, así que la dirección de envío y posterior recogida fue la oficina. El desembalaje e inauguración (unboxing le dicen ahora) lo hice, por más tranquilo, en casa de mis padres cuando no estaban. Allí que metí el penis con un poco de lubricante (en mi vida había usado algo tan viscoso como eso, a salvo del blandiblub) y empecé con la vibración. Me pasé más de 30 minutos probando los diferentes programas y las intensidades, pero no hubo nada que hacer: tuve que acabármela con la mano después de una sudada que ni Iñaki Williams contra el Barcelona. Mi sensación final fue "bah, esto no mola mucho". Pero allí que lo guardé (con esa recarga por imanes tan molona que lleva) a la espera de nuevas intentonas, teniendo la esperanza de que tantos ingenieros diseñándolo no estuvieran equivocados.
Tras una temporada en barbecho le di una segunda oportunidad, y es cuando dije "coño, esto no está mal del todo...". Aquí empezó mi idilio con este chisme, que sigue a día de hoy dos años después. Vale, no es lo mismo que follarse a una de veinte (o eso creo...) pero una vez que le coges el truco a veces te tiemblan hasta las piernas de placer. No voy a rechazar un polvo por tener este aparato ni voy a dejar de hacerme pajotes castellanos tradicionales, pero de vez en cuando es maravilloso.
Eso sí, como buen forero valoro mi intimidad y cuido la logística, y el aparato en cuestión no asoma cuando hay mujeres de por medio (a estas alturas por fin sabemos lo celosas que son). Podríamos entrar a discutir si el uso de estos cacharros nos vuelve más reticentes o no a la hora de relacionarnos (o cualquier otro debate sesudo por el estilo) pero no merece la pena, la vida es muy corta: un gasto mínimo (unos 80 euros creo recordar) para unas pajas originales y bastante ricas. El resto, palabrería.
Y no os penséis que me patrocina la empresa, no; simplemente estoy asombrado del gustito que puede dar un puto aparato con un motor. No me lo esperaba.
Sin más, os dejo una foto del chisme en cuestión: