A mí siempre me molestó el famoseo de cualquier tipo. Admiro a gente por su trabajo y les respeto por ello, pero eso no cualifica a la persona en absoluto. Sin embargo, un buen amigo siempre ha sido un fiel defensor de que la imagen lo es todo y se ha apalancado muchas vecen en nombres que no son más que eso, nombres. Lamentablemente he de reconocer que le funciona demasiado bien.
Pensáis que tiene morbo conocer estas historias, que puede ser divertido. No lo es. Es asqueroso, es deleznable y una ofensa al buen gusto. Es una piedra en el ojo que ya no te deja ver a las mujeres igual. Quiero creer, porque fui un enamorado del amor de adolescente, que no todas son así, que lo son todas las que se cruzan en estos relatos, pero lo son por estar en el escenario que están y que fuera de él hay mujeres que no actúan así. Quiero creerlo, pero es sólo fe.
Lo cierto es que cansan, las primeras veces te sorprenden, pero llega un momento que no quieres oír más, el guion
(no le pongo tilde, pero vuestra opinión sobre esto me importa) es muy sencillo, repetitivo y previsible; el desenlace fatal.
Os cuento una y mañana, si eso, pongo otra similar que a lo mejor os da ideas.
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Haced una lista con tres futbolistas españoles que sean tan famosos como feos. Hay muchas posibilidades de que el protagonista de esta historia esté en ella.
Sobre su calidad como futbolista no tiene sentido discutir. Pero se podría. Para lo que aquí importa, importa solamente que es feo, muy feo. Para ser justos, he de decir que yo le tengo simpatía, aunque sus historias reflejen una faceta de la psique femenina que me parece digna de crucificar, disfrutando cada martillazo sobre cada clavo, escuchando resquebrajarse el hueso, a cualquiera que enseñe las rodillas en una discoteca. Pero si no fuera famoso, ni tendría historias que contar ni tampoco le reiría una sola gracia mujer alguna. Es que ni su madre le reiría las gracias. Espero que no os pongáis pesados con adivinanzas, porque no es lo relevante, podrían ser muchos y serán otros muchos en el futuro, vendrá otro tan feo y tan gañán y podrá contar cosas exactamente iguales.
Una noche, una discoteca, una celebración. Siempre tienen algo que celebrar estos tíos. Y cuando ves cómo viven, comprendes por qué.
El protagonista y algunos compañeros y amigos llevan la tajada del año. Estamos en febrero, ya la superarán el siguiente fin de semana.
No hay más preámbulo que lo que se tarda en servir el décimo gintonic. Ellas solas se acercan, él sólo necesita mirar una vez y elegir a la que quiera. Ya tiene su atención antes de entrar al local, muchas van ahí porque hay futbolistas.
Sé que estoy algo rollero, pero os jodéis. Voy a hacer un inciso. Hay locales que son conocidos porque van famosos, creo que algunos hasta se publicitan en la tele como el lugar donde acuden. Son sitios donde hay bastantes mujeres y suelen ir sueltecitas. Si tenéis algo de labia y talento, podéis pescar de todo. Pero no seréis los únicos. Si tenéis algo de buen gusto y aprecio por unos genitales sin ETS, no las tocaréis ni con un puntero láser desinfectado. Sed tajantes, una mujer que
va a esos sitios JAMÁS será una mujer a tener en cuenta. NUNCA. ¿Ni para follar? Ni para follar. Basta con que cruce el umbral de la puerta, basta con que se tome una copa. Me da igual si os cuenta que no ha ligado nunca allí, que no le gusta. Si
va, es igual que el resto. Porque esos sitios son como son de una manera tan marcada que quien no lo es no puede soportarlo ni una noche.
Sigamos.
El futbolista en cuestión entabla conversación con una chica que parece la cabecilla, va con dos amigas y lleva la batuta. Él, que sabe que puede, no escoge a ninguna, de hecho se crece y las escoge a las tres. Les invita a su mesa para tomar algo y el tonteo es inmediato. En sus propias palabras, se las habría follado él a todas, pero no se vio capaz con semejante pedo. Ni corto ni perezoso, sin esperar a que nadie se arrime a nadie en particular, propone salir de ahí e ir al hotel, ellas tres, él y un compañero. Ese día habían jugado en casa, el hotel es donde van con las conquistas.
Ellas en el asiento de atrás, apelotonadas en un deportivo. Cuando te subes tú ahí piensas que esa plaza no debería estar homologada para los pasajeros, pero una maraña así de piernas y cabellos largos y sedosos le da sentido a la existencia de eso y lo que haga falta. Esto es mi adaptación literaria de lo que él dijo sobre el asunto, obviamente no usó ninguna de las palabras que yo he escrito.
Me estoy enrollando mucho y esta historia se resume rápido. Ellos dos, a las tres, se las follaron, sin miramiento alguno. Sin sentido de la pertenencia por ninguna de ellas, sin turnos, sin orden establecido.
-¿Pero así, sin condón?
-Con la tajá que llevaba no me habría podido poner un condón ni aunque quisiera. Pero es que tampoco quería.
Lo dice y suelta una risotada grosera, soez sólo por su sonoridad, pero que retumba entre unos dientes que hacen que quieras esquivar el aire que expele para no contraer sífilis.
-Yo me caía, no podía ni tenerme en pie, ahí encaramado dándole a una
toa espatarrá y comiéndole las tetas a la rubia mientras el otro se follaba a la que quedaba al lado. Le daba palmadas al otro en el culo, nos partimos el culo de risa.
Su léxico no es muy rico, pero la imagen está clara. Las tendencias homosexuales están siempre muy presentes en estas historias, por si no fueran ya lo bastante turbadoras. Hay menciones a las erecciones ajenas o al contacto visual entre ellos, por poner unos ejemplos. Cerderías hicieron las que a ellos les apeteció, que no son nada del otro mundo, nada especial. Porque eso es así, esta gente no tiene suficiente inteligencia ni buen gusto para ser lo bastante pervertidos. Sota, caballo y rey. Rey en toda la boca, eso sí, pero nada extraordinario.
Tras acabar, sin ducharse, sin quitarse los líquidos ajenos de encima y, por supuesto, sin lavarse los dientes, vuelta a casa. El protagonista de nuestra historia se mete en la cama y, como es más temprano que tarde, da los buenos días a su esposa.
Las señoritas volvieron a su casa por sus propios medios, suponemos. El transporte en deportivo es sólo antes de follar, luego si te he visto no me acuerdo.