Yo solamente he tenido un gatillazo serio en mi vida. Cierto es que cuando estaba borracho tenía muchos problemas para trempar y en muchos casos llegué a follar con la polla morcillona, pero no llegaba a ser gatillazo.
El gatillazo serio del que os hablo fue con una de la facultad que tampoco es que me gustase mucho, pero ya se sabe que con las mujeres lo que no puede el deseo lo puede la oportunidad así que surgió el tema y acepté pulpo como animal de compañía.
Me lié con ella de bares y mi plan habitual de llevar a la hembra a un descampao se vió truncado porque llovía así que, bien escoltado por el alcohol, la dije que al día siguiente yo estaba solo y que si a ella la parecía podía venirse a mi casa.
Nada más despertarme ya estaba arrepentido y la resaca no ayudaba nada. No me apetecía una mierda ni verla ni follarla mi nada que no fuese seguir en la cama. Sms al canto que es que estoy un poco jodido de ayer, que no sé si es que tengo resaca o malaria y que además no tenía nada de comer. La tipa como contestación solo me daba facilidades a cualquier excusa; que no pasa nada, que viene ella a mí casa sin que quedemos en la calle, que diga la dirección, que ella compra comida, que ella me trae medicinas y que si lo necesito que me baña y me pone la cuña.
Me vi en la imposibilidad de seguir tensando la cuerda y accedí a su visita. Ninguna gana tenía, en vez de una cita de carácter sexual parecía la vista a domicilio de un dentista.
Empecé a ilusionarme un poco porque yo con las resacas me pongo palote enseguida y dije que bueno, que quizá no fuese tan malo aquella extraña cita como de hetaira a domicilio.
Ya en mi casa nos pusimos a liarnos y yo pronto constaté que no me ponía NADA, que para un rato liarme con ella en un bar y si el alcohol así lo decidía, follarla vale, pero así a bocajarro me estaba pareciendo todo asqueroso. A lo poco que me gustaba vestida se sumaba lo poquísimo que me iba gustando desnuda. Tenía las mismas tetas que yo, sin botas o zapatos o lo que usase era ridículamente pequeña, a mi lado parecía mi mascota, estaba delgadísima, se le notaba toda la columna y tenía abdominales, el aliento le olía fatal y la saliva que dejaba al recorrer mi cuerpo dejaba un olor asqueroso a boca de mongólica, se quitó las gafas y era completamente batracio, con un ojo mirando a la tierra y otro al espacio. Encima la tipa hacia juegos de bajar de broma a chupármela pero luego subía y se reía mucho y empezó a frotarse contra mi pierna como un chihuahua.
Una puta mierda todo. Solo pensaba en que ojalá un infarto salvador me librase de todo aquél tormento.
La tía hizo un amago de hacer un 69 y yo dije que mis cojones, que si el aliento la olía a estornudo su coño tendría que oler, como poco, a mierda de caballo.
Así que nada, la di la vuelta y me puse a intentar metérsela. Recuerdo que dijo "ya me la vas a meter? No me lo creo..." Y yo "pues si, si, ya ves..."
Ni se me pasó por la cabeza ponerme el condón porque ya bastante tenía con concentrarme para mantener eso mínimamente erguido como para ponerle vestiditos al nurzo estaba yo.
Total, que en un momento dado me di cuenta que no iba a conseguir ni siquiera mantenerla a media asta. Aquello ya parecía un pimiento del padrón, un gusano muerto que colgaba en mi entrepierna.
Me levanté de la cama, fui al servicio y cuando volví empecé a vestirme y la insté a hacer lo mismo.
Lejos de irse se quedó y ya os anticipo que se quedó todo el día. Cuando estábamos comiendo me dijo que le debía uno o varios. Me dijo que si me pasaba algo y yo achaqué la inapetencia a la intoxicación alcohólica del día anterior. Para animarme estuvo contándome cómo su ex tenía gatillazos a diario y se reía y se reía.
Se me cruzó una idea por la cabeza: esta tía va a mi facultad, me cago en dios como no haga algo que cambie el devenir de la historia esta tía lo va a largar todo.
Esa idea, lejos de ser un acicate, fue el último clavo de mi ataúd.
La cogí en volandas y me la llevé a la habitación, la desnudé y directamente fui a clavársela aprovechando la inercia de que ya estaba empalmado por un anuncio que había visto.
Pero nada, logré meter lo que se dice la punta, o quizá llegó a entrar entera, pero tan pronto como quería dar la segunda sacudida en ve de penetrar como cuchillo en mantequilla, se hacía como un bicho bola y se arrugaba en sí misma, como escondiéndose de aquella vergüenza a la que estaba sometiendo a mi flácido pene.
Dijo, espera que esto ya lo arreglo yo, bajó y empezó a chupármela y no hacía más que venirme el hedor de sus babas tabaqueras-mongólicas. Ella en un momento dado me miró desde abajo, pasándose mi polla muerta de una mano a otra y dice "bueno ¿qué?" Y a mi eso ya me pareció el punto final.
"Bueno ¿qué? Bueno, te vas" y me puse ahí muy borde, muy digno buscando aturdirla con mi virilidad, con mi mal humor, a ver si se la olvidaba lo que estaba pasando en la cama.
Empecé a justificarme cargándole el muerto a ella. Que si es que a mí no me apetecía, que si existe el listerine, que si me había poco menos que obligado, que si prácticamente había sido una violación. Ella también estaba cabreada, me decía que vaya tela, que había venido desde no sé dónde para esto, que le gustaba mucho pero que menos mal que ahora se follaba al poco de conocerse porque imagina si llega a ser con Franco, que la gente follaba en la noche de bodas, y descubre esta tara mía ese día y me tiene que aguantar para siempre, que si con lo masculino que parecía.
Total que se fue y yo di un portazo porque no me estaba quedando claro al final si era yo quien la echaba o ella la que se iba y me pareció que el portazo zanjaba la cuestión.
Por supuesto dijo cosas de mí en la facultad. Algunos rumores me llegaron, alguna pregunta indiscreta con una sonrisa en la boca, alguna tía enemiga suya me vino con la cantinela.
Yo, al menos, tuve la honradez de no decir que desnuda parecía la niña medeiros o que el aliento le olía a mocos, sino que incapaz de desmentir lo ocurrido lo achacaba todo a que los hechos habían ocurrido en época de exámenes.
Moraleja: no folleis por compromiso