Mi punto de vista sobre las modas en cuanto a la ropa es que están diseñadas para polarizar a la gente. La gente se define "a favor de" algo o por el contrario "en contra de" ese algo. La moda actual que consiste basicamente en dar una imagen un tanto asilvestrada, calculadamente desaliñada y de una cierta profundidad intelectual es justo la contraria de la que hubo hace unos años y que conocimos como metrosexualidad. El cuidado de uno mismo, dar una imagen impecable y la preocupación por los detalles más superficiales es lo que definía al metrosexual. La gente que se definó a sí mismo en términos de estar en contra de la metrosexualidad es la que ha marcado la tendencia actual.Dentro de dos o tres años, cuando esta moda esté amortizada, comenzará otro ciclo que será justo lo opuesto a la actual y así
ad infinitum.
Lo que haría en términos de moda una persona práctica o inteligente o (como en mi caso) pobre, es buscar la ropa confeccionada con corte clásico, que nunca pasa de moda y que sirve para todo momento, lugar y ocasión.
En cuanto al odio, en mi propia escala, donde 0 sería la más absoluta indiferencia, el 5 está al nivel de una mosca cojonera y 10 apenas puedo frenar mi instinto homicida, mi puntuación es de 3.
El chándal. El controvertido chándal es el punto flaco de mi razonamiento amigos. Creo que merecería hilo propio y estudio exhaustivo por nuestra parte.
Si bien el chándal también ha sido objeto de las modas más desquiciantes: recuerdo ahora cuando todo cristo iba con vaqueros y la parte de arriba de algún chándal, a ser posible de líneas retro;
o de ser el chándal de tactel el uniforme de combate del toxicómano, la brillante armadura del yonki patrio;
Gñeee.
o las que se pusieron de moda entre las féminas, con palabras sugerentes, insinuantes y a menudo perturbadoras, enmarcando y proveyendo al ojete de las susodichas de una inusitada elocuencia y excitando al observador una léxica perplejidad.
Un pedo de estas tordas le daría un nuevo significado a lo que Aristóteles llamó "un aire semántico".
También es cierto que es una prenda cómoda y muy versátil para el día a día, a la par que barata. Pero he aquí el núcleo de mi dilema, pues el auténtico desprecio (que es no hacer aprecio) de la moda, el máximo exponente de la indolencia hacia el
prêt-à-porter, el definitivo y más duro enemigo de las pasarelas es, sin duda, el jubilado. Y su fiel arma de desprecio masivo es el chándal ¿A alguien le extrañaría ver a un abuelete con chándal y camisa? ¿O usando un pantalón de chándal y zapatos con borlas? ¿o la boina a rosca junto con el chandal de algún oscuro equipo de fútbol que ya no existe?
Fidél sabe de que va el rollo revolucionario auténtico.
La respuesta es no, a nadie le extrañaría. Ellos están sin duda más allá. Impermeables. Imperturbables. Impávidos. Son los auténticos
outsiders que aniquilarán el
fashion establishment, sin ni si quiera saber qué cojones significan las tres palabras en itálica anteriores.
En conclusión, creo que el chándal necesita un hilo para sí, al estilo exhaustivo de Darkiano, para nuestro goce y total aceptación o rechazo de ésta tan singular y controvertida prenda.