El socio de Diego
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Irías ciego en Pachá y te olvidaste tu prenda en el ropero.
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Indignación por el rescate a Pachá: "Para Alcoa no hay dinero, para salvar la discoteca sí"
El Gobierno concede un préstamo multimillonario al grupo de ocio balear para compensar el impacto del coronavirus al alegar que tiene "un alto componente de innovación"
Iulio tiraba de agencias de meretrices cuando se aproximaba a la edad de jubilación forzosa, a diferencia de Papuchi que siempre ligó a la antigua usanza, entretenido al ver tías buenas por la vía pública. Lecquio ya pontificó como showman que quienes necesitan medios cibernéticos y no van de cara es porque no se comen un colín. Bertín ya expuso que su método se simplificaba en tener un cortijo con una yeguada, invitar un fin de semana a cada tía buena y follar para luego irse a dormir, su disfrute era diurno y no pisaba una discoteca.
Ultraconservador social y tradicionalista burgués ilustrado.
Seguramente tengas semejante tentación al pasar por la sede de IESE, CCVM, la universidad Pontificia de Comillas. A mí me ocurre en otros lugares de nuestra capital administrativa.
Urdangarín jodió la estabilidad de una familia de la peor forma, codicia criminal para vivir entre los snobs de Pedralbes, arribismo clasista, infidelidad conyugal al no comprender la reincorporación a la vida social tras la estancia penitenciaria con la libertad recuperada, lo cual evidencia que la promiscuidad es más habitual que la reinserción de presos.
Marichalar tenía una vida de excesos pero siempre protegió a su familia de cualquier ataque mediático, bajo mi punto de vista son casos totalmente distintos.
Nunca se folla lo suficiente si es con diosas.
Katas Naifanchin Shodan, Nidan y Sandan
Historia de los katas Naifanchin Los katas Naifanchin son practicados por dos líneas del To-De en Okinawa (Shuri-...
web.archive.org
Mientras sus tetas sigan turgentes será maciza la mujer que no engorde ni se trastorne.
Si no concibieran la maternidad como máxima realización de su vida y en cambio, no ser madre como un fracaso que estigmatiza a las apestadas que no valían para criar niños, quizá entonces no se volverían tarumba en la menopausia, tal como quien entiende que envejecer es también perder la capacidad reproductiva. Pocas personas tienen la serenidad de no tener hijos para evitar mayor sufrimiento en el mundo, una medida reflexionada para rechazar la competición desquiciante de rivalizar con los vástagos a ver a quien le salieron mejor.
Las chaladas que se quedaron embarazadas en el último tren generalmente han sido solteronas que vivieron la maternidad en la treintena a través de sus sobrinos, acaparando incluso el tiempo para estar con los niños de una hermana o un hermano de forma escandalosa, llevarlos al colegio, preparar sus meriendas, hacer las tareas escolares... luego a los cuarenta pillan de casualidad a un desgraciado que las insemine y cuando sus verdaderos hijos van a llegar a la primera década de vida desnaturalizan el vínculo hasta repudiarlos y maltratarlos, máxime si coincide con la muerte precisamente del tío tarambana. Pasan a la siguiente generación con la descendencia de sus sobrinos y vuelta a empezar con otra maternidad virtual, reservar a los niños para los trayectos en coche, las meriendas, los deberes, los regalos... las titas solteronas tratan de educar a los hijos de sus hermanos y sobrinos, nunca llegan a dedicarse a sus propios vástagos ni empatizan por tenerlos a remolque de su misma generación.
En otras palabras, envejecer es saber a qué renunciar en la vida. Hay incluso alternativas como ser familia de acogida durante un tiempo para niños que necesitan recibir tratamiento médico en otro país donde la sanidad pública no da cobertura, aunque ya descubrirás que las ONG te cargan todos los gastos mientras públicamente dicen que los ha pagado la dirección y no la familia de acogida. Igualmente es posible el voluntariado con niños en centros con educadores sociales, no hace falta poseer y extender tentáculos para dejar gente traumatizada en total indefensión ante la vida, desechos genéticos para hacer imposible su vida.
Yo he observado justo lo opuesto: la mujer que se vuelve loca es aquella que llega a la menopausia sin más crédito ovular cuando quería vivir la maternidad desde la veintena. Especialmente las ultraconservadoras de único varón conocido, novio juvenil que tenía claro no tener hijos pero al mismo tiempo no quería soltar a la presa por miedo a envejecer en soledad, ni come ni deja comer a su neurótica novia, ella no quería elegir otro distinto por la opinión pública; él no sabe estar solo. Largas con excusas cada año: "cuando ambos nos saquemos las oposiciones", "cuando terminemos de pagar la hipoteca", "al año que viene ya vemos...", "¡¡YO YA TENGO MÁS DE CUARENTA AÑOS!!"
¿Te puedes creer que esta boba es funcioneta que supera nivel 30? Pues en las reuniones no para de masacrar a sus subordinados, los machaca psicológicamente para descargar su frustración, tal como abre expedientes disciplinarios, como cuando estuvo en la empresa privada sellando licitaciones de obras se ponía a despedir tandas de empleados sin ninguna justificación salvo su vida fracasada.
Por debajo de nivel 20 hay funcionetillas plenamente conscientes que sin plaza en la administración para meter mano a dinero público sin riesgo de despido, el proyecto de formar una familia con vástagos habría sido misión imposible por no ser empleables en ninguna empresa. Incluso te encuentras a mujeres de cincuenta años llevando al parque a niños de primaria, que no son sus embobados pupilos sino sus infantes.
Algunas solteronas incontinentes han tanteado novios de todos los aspectos posibles, personalidad y formación, pero ninguno era "el adecuado" para quedarse embarazada, considero que este perfil de mujer ya estaba trastornada. No ha sido un novio maltratador el causante de sus males, sino generalmente una madre posesiva y tirana que todavía con cuarenta años controla sus horarios y la reclama de vuelta al hogar para hacerla compañía.
Se supone que son estrógenos exógenos que confunden a los óvulos para no ser fecundados. Quizá la reacción es querer inseminarse como si la madre naturaleza diera la voz de alarma porque es la última oportunidad. Lo que está clarísimo es que las mujeres menopáusicas que follan cada semana cuando es irreversible su infertilidad reproductiva, ya en los cincuenta años cuando no les ha llegado la menstruación desde hace más de 12 meses interrumpidos, es solamente para rivalizar con otros matrimonios que no follan nada, divorciados que se dieron cuenta tarde sobre de qué trata la vida conyugal, momias flatulentas que tratan de fingir ante el desgraciado marido un último destello de sensualidad entre pellejos arrugados y pedos bajo las sábanas.
Miedo a envejecer sin un cómplice criminal, sin al menos una persona con quien revolcarse en el fango de la corrupción, la miseria moral compartida al permitir todo al cónyuge sin reproches, inadaptación a la soledad, a la reflexión y la serenidad de nuestra existencia como depredadores.
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