H@kk@
Forero del todo a cien
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En vista de q nos han cerrado el hilo por razones del todo insinceras y a mi juicio injustas vuelvo a poner algunos datos cientificos. absolutamente documentados y doy el link y todo. asi q no me acuseis de falta de datos.
theodor reick genetica de la inteligencia cap 7
https://laeditorialvirtual.ar4.toservers.com/Pages/GeorgRieck_GeneticaDeLaInteligencia.htm#ref7
Con todo, si investigamos la cuestión de la menor inteligencia de los negros, tenemos no solamente los tests a nuestra disposición. A lo largo de la Evolución; desde el australopitécido, pasando por el Homo Erectus hasta los seres humanos actuales; se ha dado un constante aumento del tamaño cerebral a tal punto que este aumento cerebral puede considerarse como la tendencia evolutiva propia de los primates. No obstante, las razas humanas actuales han obtenido en este proceso valores medios sumamente diferentes (* 153a). Tamaño, forma y estructura del cerebro y del sistema endocrino son distintos en las diferentes razas (* 153b).
El profesor Connolly se ha ocupado intensivamente de ello. El peso promedio de 13 cerebros masculinos por él investigados, provenientes de alemanes, fue de 1.307 gramos; el de 13 cerebros masculinos negros fue de 1.201 gramos. En una serie anterior, conducida por el prof. Hrdlicka, el peso promedio de 36 cerebros provenientes de hombres alemanes había sido de 1.298 gramos y el de los 36 cerebros negros de 1.198 gramos (* 154). El Dr. F. W. Vint halló en sus minuciosos estudios que el peso del cerebro blanco europeo (masculino) es, en promedio, un 10% mayor que el de un negro africano (* 155).
No obstante haber sido F. H. Hankins un claro crítico de las teorías racistas, aún así, constató que el cerebro del negro es en un 10% más pequeño que el del blanco (* 156).
El tamaño del cerebro está (* 157) , al igual que el tamaño del cráneo (* 158), positivamente correlacionado con la inteligencia de modo que, de un mayor tamaño cerebral, se puede llegar a inferir una mayor inteligencia promedio en términos estadísticos.
Pero mucho más importante que el tamaño es la estructura del cerebro. Ya F. H. Hawkins constató una diferente estructura del cerebro de los negros comparada con la de los blancos y vio en ello un indicio altamente probable de diferencias en el talento intelectual promedio. En el cerebro de los blancos se constató una mayor cantidad de circunvoluciones (* 159). Las regiones frontales y occipitales eran relativamente más grandes en los cerebros de blancos mientras que las regiones temporales eran relativamente más grandes en los cerebros de negros (*160).
El Dr. Vint midió el espesor de diferentes "láminas" y constató claras diferencias raciales. Las láminas eran, en promedio, un 15% más finas entre los negros que entre los blancos (*161). En la lámina supragranular (lamina supragranularis) la diferencia llegó hasta un 16%. La capa supragranular se conecta con la voluntad, el autocontrol y el intelecto (* 162). Por ello - partiendo del peso promedio y de mediciones del cortex frontal - F. W. Vint llegó a la conclusión final que la etapa de desarrollo cerebral alcanzada por el aborigen africano promedio se condice con la de un niño europeo de 7 a 8 años (* 163).
La electrofisiología ha demostrado, además, que existen diferencias notorias en la intensidad, las tensiones y la frecuencia de los cerebros de las distintas razas (* 164). El africano tiene más un "cerebro auditivo" que uno visual; el cerebro del africano está mucho menos desarrollado que el de un europeo (especialmente en los lóbulos frontales) y el electroencefalograma de los africanos se condice mas con el de los niños que con el de los adultos europeos (* 165).
A esto se agrega que los encefalogramas de niños africanos recién nacidos muestran una mayor madurez que la que normalmente se encuentra entre los neonatos europeos (* 166) . Existen indicios de que las corrientes cerebrales podrían hallarse en conexión con el CI (* 167), y por lo menos un caracter de dichas corrientes - el potencial ópticamente provocado - tiene una heredabilidad de 0,8 (* 168).
Para estos hallazgos hay una explicación racional que Jensen ha expuesto: "en este país (EE. UU.), los distintos grupos sociales provienen de países geográficamente por completo diferentes y han pasado por una historia totalmente distinta. Es por ello que han estado expuestos a exigencias, sociales y económicas, que han actuado selectivamente de un modo fundamentalmente diverso. Este hecho hace altamente probable que su equipamiento genético se diferencie para determinadas formas de comportamiento hereditariamente determinadas, incluyendo a la inteligencia y al razonamiento lógico abstracto. Casi todos los sistemas anatómicos, psicológicos y bioquímicos que se han investigado, han demostrado tener diferencias raciales. ¿Por qué habría de ser el cerebro una excepción?" (* 169).
La causa de la diferente estructura cerebral la podemos descubrir si tenemos en cuenta que - con excepción de los judíos que han sido tamizados para determinadas profesiones - la alta inteligencia se halla entre los nordeurópidos y los mongólidos. Ambos grupos a lo largo de su filogenia han debido sufrir mucho, especialmente durante las Eras Glaciales, y a lo largo de este proceso los incapaces de prever hechos y acontecimientos desaparecieron sin salvación posible. Los imprevisores no almacenaron provisiones, no se defendieron lo suficiente contra las inclemencias del clima y terminaron muriendo de hambre y de frío. Hacia fines de la última Era Glacial, es decir, hace 10.000 años, los parajes por los cuales los cazadores perseguían a sus presas comenzaron a presentar tupidos bosques. Para dominar esta nueva dificultad, algunos grupos inventaron la agricultura y la ganadería con lo que se dieron las condiciones para una mayor densidad demográfica, y con ello, para el surgimiento de altas culturas. Con la excepción de los mayas, todas las altas culturas surgieron en latitudes templadas, con diferencias estacionales marcadas que obligaron a una constante superación de las condiciones ambientales cambiantes.
Condiciones como las descriptas tenían que crear ventajas para los individuos y los grupos más inteligentes. Incluso con muy reducidas ventajas de reproducción pueden surgir valores considerables a lo largo de un lapso de decenas de miles de años. Lohelin y otros, han calculado que, si en un grupo las personas con un GI por debajo de 60 tienen desventajas selectivas, mientras que en otro grupo los integrantes tienen desventajas sólo si su CI se halla debajo de 65, en 100 generaciones (o 2.500 años) la diferencia promedio a favor del grupo más fuertemente selectivo llega a 4 puntos de CI y, por lo tanto, en 1.000 generaciones (25.000 años) asciende a 40 puntos de CI (* 170).
La transición del Homo Erectus al Homo Sapiens sucedió entre los európidos (hallazgos de Heinheim y Swanscombe) hace aproximadamente unos 300.000 años. Entre los mongólidos, que con el sinantropus tienen una línea evolutiva propia, el hecho se produjo hace unos 150.000 años, mientras que entre los négridos los primeros restos óseos de Sapiens aparecen recién hace 10.000 años (* 171). Las formas prototípicas de las distintas razas európidas existen desde hace 20.000 a 40.000 años como mínimo. Teniendo en cuenta la magnitud y la relativa rapidez de los cambios genéticos demográficos que produce hasta una presión selectiva pequeña, en realidad uno debería sorprenderse de que las razas actuales no se diferencien más de lo que efectivamente se observa.
theodor reick genetica de la inteligencia cap 7
https://laeditorialvirtual.ar4.toservers.com/Pages/GeorgRieck_GeneticaDeLaInteligencia.htm#ref7
Con todo, si investigamos la cuestión de la menor inteligencia de los negros, tenemos no solamente los tests a nuestra disposición. A lo largo de la Evolución; desde el australopitécido, pasando por el Homo Erectus hasta los seres humanos actuales; se ha dado un constante aumento del tamaño cerebral a tal punto que este aumento cerebral puede considerarse como la tendencia evolutiva propia de los primates. No obstante, las razas humanas actuales han obtenido en este proceso valores medios sumamente diferentes (* 153a). Tamaño, forma y estructura del cerebro y del sistema endocrino son distintos en las diferentes razas (* 153b).
El profesor Connolly se ha ocupado intensivamente de ello. El peso promedio de 13 cerebros masculinos por él investigados, provenientes de alemanes, fue de 1.307 gramos; el de 13 cerebros masculinos negros fue de 1.201 gramos. En una serie anterior, conducida por el prof. Hrdlicka, el peso promedio de 36 cerebros provenientes de hombres alemanes había sido de 1.298 gramos y el de los 36 cerebros negros de 1.198 gramos (* 154). El Dr. F. W. Vint halló en sus minuciosos estudios que el peso del cerebro blanco europeo (masculino) es, en promedio, un 10% mayor que el de un negro africano (* 155).
No obstante haber sido F. H. Hankins un claro crítico de las teorías racistas, aún así, constató que el cerebro del negro es en un 10% más pequeño que el del blanco (* 156).
El tamaño del cerebro está (* 157) , al igual que el tamaño del cráneo (* 158), positivamente correlacionado con la inteligencia de modo que, de un mayor tamaño cerebral, se puede llegar a inferir una mayor inteligencia promedio en términos estadísticos.
Pero mucho más importante que el tamaño es la estructura del cerebro. Ya F. H. Hawkins constató una diferente estructura del cerebro de los negros comparada con la de los blancos y vio en ello un indicio altamente probable de diferencias en el talento intelectual promedio. En el cerebro de los blancos se constató una mayor cantidad de circunvoluciones (* 159). Las regiones frontales y occipitales eran relativamente más grandes en los cerebros de blancos mientras que las regiones temporales eran relativamente más grandes en los cerebros de negros (*160).
El Dr. Vint midió el espesor de diferentes "láminas" y constató claras diferencias raciales. Las láminas eran, en promedio, un 15% más finas entre los negros que entre los blancos (*161). En la lámina supragranular (lamina supragranularis) la diferencia llegó hasta un 16%. La capa supragranular se conecta con la voluntad, el autocontrol y el intelecto (* 162). Por ello - partiendo del peso promedio y de mediciones del cortex frontal - F. W. Vint llegó a la conclusión final que la etapa de desarrollo cerebral alcanzada por el aborigen africano promedio se condice con la de un niño europeo de 7 a 8 años (* 163).
La electrofisiología ha demostrado, además, que existen diferencias notorias en la intensidad, las tensiones y la frecuencia de los cerebros de las distintas razas (* 164). El africano tiene más un "cerebro auditivo" que uno visual; el cerebro del africano está mucho menos desarrollado que el de un europeo (especialmente en los lóbulos frontales) y el electroencefalograma de los africanos se condice mas con el de los niños que con el de los adultos europeos (* 165).
A esto se agrega que los encefalogramas de niños africanos recién nacidos muestran una mayor madurez que la que normalmente se encuentra entre los neonatos europeos (* 166) . Existen indicios de que las corrientes cerebrales podrían hallarse en conexión con el CI (* 167), y por lo menos un caracter de dichas corrientes - el potencial ópticamente provocado - tiene una heredabilidad de 0,8 (* 168).
Para estos hallazgos hay una explicación racional que Jensen ha expuesto: "en este país (EE. UU.), los distintos grupos sociales provienen de países geográficamente por completo diferentes y han pasado por una historia totalmente distinta. Es por ello que han estado expuestos a exigencias, sociales y económicas, que han actuado selectivamente de un modo fundamentalmente diverso. Este hecho hace altamente probable que su equipamiento genético se diferencie para determinadas formas de comportamiento hereditariamente determinadas, incluyendo a la inteligencia y al razonamiento lógico abstracto. Casi todos los sistemas anatómicos, psicológicos y bioquímicos que se han investigado, han demostrado tener diferencias raciales. ¿Por qué habría de ser el cerebro una excepción?" (* 169).
La causa de la diferente estructura cerebral la podemos descubrir si tenemos en cuenta que - con excepción de los judíos que han sido tamizados para determinadas profesiones - la alta inteligencia se halla entre los nordeurópidos y los mongólidos. Ambos grupos a lo largo de su filogenia han debido sufrir mucho, especialmente durante las Eras Glaciales, y a lo largo de este proceso los incapaces de prever hechos y acontecimientos desaparecieron sin salvación posible. Los imprevisores no almacenaron provisiones, no se defendieron lo suficiente contra las inclemencias del clima y terminaron muriendo de hambre y de frío. Hacia fines de la última Era Glacial, es decir, hace 10.000 años, los parajes por los cuales los cazadores perseguían a sus presas comenzaron a presentar tupidos bosques. Para dominar esta nueva dificultad, algunos grupos inventaron la agricultura y la ganadería con lo que se dieron las condiciones para una mayor densidad demográfica, y con ello, para el surgimiento de altas culturas. Con la excepción de los mayas, todas las altas culturas surgieron en latitudes templadas, con diferencias estacionales marcadas que obligaron a una constante superación de las condiciones ambientales cambiantes.
Condiciones como las descriptas tenían que crear ventajas para los individuos y los grupos más inteligentes. Incluso con muy reducidas ventajas de reproducción pueden surgir valores considerables a lo largo de un lapso de decenas de miles de años. Lohelin y otros, han calculado que, si en un grupo las personas con un GI por debajo de 60 tienen desventajas selectivas, mientras que en otro grupo los integrantes tienen desventajas sólo si su CI se halla debajo de 65, en 100 generaciones (o 2.500 años) la diferencia promedio a favor del grupo más fuertemente selectivo llega a 4 puntos de CI y, por lo tanto, en 1.000 generaciones (25.000 años) asciende a 40 puntos de CI (* 170).
La transición del Homo Erectus al Homo Sapiens sucedió entre los európidos (hallazgos de Heinheim y Swanscombe) hace aproximadamente unos 300.000 años. Entre los mongólidos, que con el sinantropus tienen una línea evolutiva propia, el hecho se produjo hace unos 150.000 años, mientras que entre los négridos los primeros restos óseos de Sapiens aparecen recién hace 10.000 años (* 171). Las formas prototípicas de las distintas razas európidas existen desde hace 20.000 a 40.000 años como mínimo. Teniendo en cuenta la magnitud y la relativa rapidez de los cambios genéticos demográficos que produce hasta una presión selectiva pequeña, en realidad uno debería sorprenderse de que las razas actuales no se diferencien más de lo que efectivamente se observa.