Lo típico en mi vida últimamente. Sales de tranquis a tomarte una, que luego son dos, tres, cuatro y acabas en ese garito de mierda que parece un osario de la cantidad de calaveras que pululan por allí y que te prometiste no volver nunca más, cruzándote a ese puto colega ultradrogadicto, un tirado de más de cuarenta años, convertido en una ruina a todos los niveles y unas pintas que parece el primo gallego de Rasputín, y que a fuerza de insistir termina invitándote a unos tiritos hasta que sucumbes. Y mientras te dices a ti mismo que solo va a ser solo una raya para romper la monotonía, vas peregrinando por esos garitos cuya hora de cierre es proporcional al nivel de sordidez y decadencia de su clientela hasta acabar en el último after de toda Coruña esnifando la enésima raya, con la cartera vacía y más salido que una perra en celo y entonces ves a una shemale, la encuentras más atractiva de lo habitual y acabas en su casa dándoos por el culo y comiéndoos las pollas.
Y entonces, después de despedirte con un morreo y ella susurrándote lo mucho que le gusta tu culo, sales a la calle y ves que ya es mediodía, caminas mientras sientes que todo el mundo te mira con hostilidad y llegas a tu casa, te echas a dormir, despiertas con una resaca monumental y ves en el espejo los destrozos del exceso, dándote como poco a poco vas entrando en una espiral de autodestrucción moral y física y te prometes que nunca más lo volverás mientras una vocecita burlona en tu cabeza te dice que te estás engañando, que volverás a sucumbir, que la noche te llama y quiere que le vendas tu alma.
Quiero dar las gracias a todos los foreros que están más destruidos que yo por compartir aquí sus historias. Me habéis convencido de que no quiero acabar como vosotros y que esta va a ser la última vez. Nunca más.