Casualmente hoy he pasado con el coche por delante de la barbería de mi barrio, y ahí estaba él, el Tío Adolfo, fiel a su camisa raida pero perfectamente planchada y almidonada, fiel a su barba de 3 días, fiel a su raya al lado y fiel a sus 2 clientes fijos esperando, como toda la vida, ha sido un flash una milésima de segundo el cual he podido fotografíar esa escena.
Al pasar he podido notar el fuerte olor a floyd, y no he podido evitar emocionarme, he pensado, mirale, ahi sigue, capeando el temporal, con un par de huevos. Las ventanillas del coche estaban cerradas.
A veces tranquiliza saber que todavía no se ha ido todo a tomar porculo, todavía no, no todo.