Hoy. En el supermercado.
Una cola descomunal en la caja, ocho o diez personas delante mío, con un promedio cada uno de unos siete productos, yo simplemente llevaba una botella grande de Coca-Cola, y no hay cosa que me joda más que esperar y esperar en la cola del puto supermercado, pero tengo que hacerlo, tengo que joderme porque hay unas normas que respetar
En esas aparece de la nada una vieja con dos pares de yogures a mi lado y pregunta:
- ¿Me dejáis pasar verdad? Solo llevo esto.
Todos los pagafantancianas con un gesto le dan un si, en silencio, sin oirse voz alguna, excepto yo, que le exclamo:
- No. Yo también llevo solo una cosa
Miradas discretas, colectivas miradas un tanto ambiguas pero no por ello poco complices, para hacerme incomodar
La vieja pasa de mi olímpicamente haciéndose la sueca.
Cuando paga en la caja y se va, exclama, con la mirada fijada en mi, que iba por detrás de seis o siete personas aún: "Adiós, gracias", acompañado con una despedida gesticulada con su mano
Qué hija de puta, pues no salió rápido de alli, buenas piernas tenía, caminaba igual de ligera que un chavalín de 20.
¿Por qué coño nos bajamos siempre los pantalones ante estos hijos de puta viejunos?
Una cola descomunal en la caja, ocho o diez personas delante mío, con un promedio cada uno de unos siete productos, yo simplemente llevaba una botella grande de Coca-Cola, y no hay cosa que me joda más que esperar y esperar en la cola del puto supermercado, pero tengo que hacerlo, tengo que joderme porque hay unas normas que respetar
En esas aparece de la nada una vieja con dos pares de yogures a mi lado y pregunta:
- ¿Me dejáis pasar verdad? Solo llevo esto.
Todos los pagafantancianas con un gesto le dan un si, en silencio, sin oirse voz alguna, excepto yo, que le exclamo:
- No. Yo también llevo solo una cosa
Miradas discretas, colectivas miradas un tanto ambiguas pero no por ello poco complices, para hacerme incomodar
La vieja pasa de mi olímpicamente haciéndose la sueca.
Cuando paga en la caja y se va, exclama, con la mirada fijada en mi, que iba por detrás de seis o siete personas aún: "Adiós, gracias", acompañado con una despedida gesticulada con su mano
Qué hija de puta, pues no salió rápido de alli, buenas piernas tenía, caminaba igual de ligera que un chavalín de 20.
¿Por qué coño nos bajamos siempre los pantalones ante estos hijos de puta viejunos?