¿Por qué yo no?

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24 Dic 2017
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Recien llego del ban, y aquí vengo a jugar con un poco de fuego.

Me ha venido a la mente algo que leí hace poco, que me perturbó, y os muestro a continuación.
(Si creeis que Pedro y Casado hicieron un copypaste, esperaos a lo mio)



Sí, lo confieso. Yo fui testigo del paso de Sara Carbonero por la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (y ella del mío, aunque no se acuerde, todo sea dicho de paso). Y aunque yo terminé la carrera y ella no, lo cierto es que su vida le ha ido muchísimo mejor que la mía.
No mentiré cuando digo que no ha sido hasta que he cumplido los 34 años cuando me he dado cuenta de cuan distintas pueden ser las trayectorias de dos personas que compartieron pupitre en la universidad.
Aunque Sara -así la llamamos los que nos codeamos un día con ella ;-) - lleva años siendo una de las periodistas más populares de nuestro país, fue hace unas semanas paseando por la Gran Vía de Madrid cuando vi una imagen de ella en bikini ocupando toda la fachada de uno de los edificios.
Estupenda, delgadísima y presumiendo de ‘pelazo’, Sara anuncia una nueva línea de bikinis, como si de un ángel de Victoria’s Secret se tratase. Me quedé absorta mirándola y me vino a la cabeza el siguiente pensamiento: “¿Qué narices he hecho yo con mi vida para no estar ahí colgada a su lado (o en su lugar)?”.
Porque Sara no solo anuncia bikinis, no.

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Sara Carbonero | Gtres

Sara es periodista. Sara tiene una marca de ropa sostenible junto a su amiga Isabel Jiménez convirtiéndose así también en empresaria. Sara se casó con Iker Casillas y es madre de dos hijos. Sara está a punto de llegar a los dos millones de seguidores en Instagram. En definitiva, Sara es todo lo que yo no soy.
Y lo digo desde la más profunda admiración y envidia. ¿Sana? No estoy segura. Aunque quizá no sea envidia y lo que siento sea frustración y enfado conmigo misma. ¿Por qué ella y yo no? ¿Qué paso dio Sara que yo no di o viceversa?
No sé si algunos de los que leéis ahora mismo estas palabras coincidisteis en clase con alguien que años después se convirtió en una celebridad. Cierto es que no soy guapa como Sara, ni poseo esa magnética mirada que encandila a la cámara. Tampoco cuido mis redes sociales y no tengo ninguna intención de montar una marca de ropa, pero envidio su éxito. No por el hecho de ser famosa, sino por haber sido capaz de estar a todo. En serio, ¿cómo lo ha hecho para llegar a TODO?
Yo estoy agotada y no he hecho ni la mitad de lo que ha conseguido Sara. Cuando miro atrás y repaso mi vida, solo veo saltos de trabajo en trabajo por la maldita crisis, clases de inglés para intentar no quedarme atrás con el maldito (y demandado) bilingüismo, mudanzas en busca de un alquiler asequible, relaciones sentimentales fallidas y auténticos malabarismos para llegar a fin de mes.
Es más, a lo largo de mi carrera profesional he escrito más de un artículo sobre Sara y su guardarropa. Ni os imagináis lo que es redactar sobre el estilo de alguien que era una universitaria más a tu lado en clase de Historia del Periodismo Español.


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Sara Carbonero | Gtres

Nunca fuimos amigas. Ni siquiera conocidas. Pero yo sí la conocía. ¿Y quién no? ‘Pocahontas’ la apodaron desde primero de carrera los que no tenían el placer de ser de su círculo de amigos. Su pelo largo y lacio, su tez morena, sus ojazos y su esbelta silueta hicieron fácil la elección de su mote.
Yo nunca supe el mío, aunque quizás nunca tuve. Recuerdo un día, esperando para hacer un examen en septiembre, que entró por la puerta con un top básico y un vaquero. Se hizo el silencio en la clase y todos la miramos. A eso me refiero. Yo no dejo sin respiración una clase entera ni ilumino una habitación con mi presencia. Tampoco cubrí un Mundial de Fútbol ni me besó mi novio delante de toda España, tras ganar la Copa del Mundo.
Repito, ¿en qué me he equivocado? Antes me preguntaba si era envidia lo que siento respecto a ella. Para nada. Conforme avanzo tecleando estos pensamientos, cada vez estoy más segura de que lo que me pasa es que estoy decepcionada conmigo misma.
He hecho todo cuanto ha estado en mi mano para triunfar, pero obviamente he fracasado en el sentido en el que solo he conseguido ser una hormiga obrera más. Quizá el problema también esté en que yo, de base, no tengo el talento que tiene ella ni escribo como lo hace ella ni comunico de la misma manera.

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SARA CARBONERO | Liopardo

Me gustaría saber si todos los que fuimos a clase con Sara nos sentimos de la misma manera. Me encantaría que me contasen qué se les pasó por la cabeza cuando la vieron en ese enorme mural en medio de la Gran Vía en traje de baño. “Yo fui a clase con ella”, dirán alardeando muchos y muchas. Yo, sinceramente, hay veces que me lo callo. Porque no olvidemos que las comparaciones son odiosas.
Así pues, queridos y queridas, no puedo más que terminar mi alegato en favor de Sara y en contra mío, con una frase de la película ‘Lady Bird’, con la que tanto me identifiqué: “¿Y qué pasa, si ésta es la mejor versión de mí?”.
Cágame en el pecho, por favor..




Ahi lo dejo dice....

Hagan su analisis del texto de la premio nobel esa que a los 35 se ha dado cuenta que su vida no es como la de Carbonero, y tiene dudas de la importancia de la belleza desde que el hombre camina de pie.
 
ILG hablando de Natalia Verbeke y Liachu de María Castro en 3, 2, 1...
 
Recien llego del ban, y aquí vengo a jugar con un poco de fuego.

Me ha venido a la mente algo que leí hace poco, que me perturbó, y os muestro a continuación.
(Si creeis que Pedro y Casado hicieron un copypaste, esperaos a lo mio)



Sí, lo confieso. Yo fui testigo del paso de Sara Carbonero por la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (y ella del mío, aunque no se acuerde, todo sea dicho de paso). Y aunque yo terminé la carrera y ella no, lo cierto es que su vida le ha ido muchísimo mejor que la mía.
No mentiré cuando digo que no ha sido hasta que he cumplido los 34 años cuando me he dado cuenta de cuan distintas pueden ser las trayectorias de dos personas que compartieron pupitre en la universidad.
Aunque Sara -así la llamamos los que nos codeamos un día con ella ;-) - lleva años siendo una de las periodistas más populares de nuestro país, fue hace unas semanas paseando por la Gran Vía de Madrid cuando vi una imagen de ella en bikini ocupando toda la fachada de uno de los edificios.
Estupenda, delgadísima y presumiendo de ‘pelazo’, Sara anuncia una nueva línea de bikinis, como si de un ángel de Victoria’s Secret se tratase. Me quedé absorta mirándola y me vino a la cabeza el siguiente pensamiento: “¿Qué narices he hecho yo con mi vida para no estar ahí colgada a su lado (o en su lugar)?”.
Porque Sara no solo anuncia bikinis, no.

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Sara Carbonero | Gtres

Sara es periodista. Sara tiene una marca de ropa sostenible junto a su amiga Isabel Jiménez convirtiéndose así también en empresaria. Sara se casó con Iker Casillas y es madre de dos hijos. Sara está a punto de llegar a los dos millones de seguidores en Instagram. En definitiva, Sara es todo lo que yo no soy.
Y lo digo desde la más profunda admiración y envidia. ¿Sana? No estoy segura. Aunque quizá no sea envidia y lo que siento sea frustración y enfado conmigo misma. ¿Por qué ella y yo no? ¿Qué paso dio Sara que yo no di o viceversa?
No sé si algunos de los que leéis ahora mismo estas palabras coincidisteis en clase con alguien que años después se convirtió en una celebridad. Cierto es que no soy guapa como Sara, ni poseo esa magnética mirada que encandila a la cámara. Tampoco cuido mis redes sociales y no tengo ninguna intención de montar una marca de ropa, pero envidio su éxito. No por el hecho de ser famosa, sino por haber sido capaz de estar a todo. En serio, ¿cómo lo ha hecho para llegar a TODO?
Yo estoy agotada y no he hecho ni la mitad de lo que ha conseguido Sara. Cuando miro atrás y repaso mi vida, solo veo saltos de trabajo en trabajo por la maldita crisis, clases de inglés para intentar no quedarme atrás con el maldito (y demandado) bilingüismo, mudanzas en busca de un alquiler asequible, relaciones sentimentales fallidas y auténticos malabarismos para llegar a fin de mes.
Es más, a lo largo de mi carrera profesional he escrito más de un artículo sobre Sara y su guardarropa. Ni os imagináis lo que es redactar sobre el estilo de alguien que era una universitaria más a tu lado en clase de Historia del Periodismo Español.


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Sara Carbonero | Gtres

Nunca fuimos amigas. Ni siquiera conocidas. Pero yo sí la conocía. ¿Y quién no? ‘Pocahontas’ la apodaron desde primero de carrera los que no tenían el placer de ser de su círculo de amigos. Su pelo largo y lacio, su tez morena, sus ojazos y su esbelta silueta hicieron fácil la elección de su mote.
Yo nunca supe el mío, aunque quizás nunca tuve. Recuerdo un día, esperando para hacer un examen en septiembre, que entró por la puerta con un top básico y un vaquero. Se hizo el silencio en la clase y todos la miramos. A eso me refiero. Yo no dejo sin respiración una clase entera ni ilumino una habitación con mi presencia. Tampoco cubrí un Mundial de Fútbol ni me besó mi novio delante de toda España, tras ganar la Copa del Mundo.
Repito, ¿en qué me he equivocado? Antes me preguntaba si era envidia lo que siento respecto a ella. Para nada. Conforme avanzo tecleando estos pensamientos, cada vez estoy más segura de que lo que me pasa es que estoy decepcionada conmigo misma.
He hecho todo cuanto ha estado en mi mano para triunfar, pero obviamente he fracasado en el sentido en el que solo he conseguido ser una hormiga obrera más. Quizá el problema también esté en que yo, de base, no tengo el talento que tiene ella ni escribo como lo hace ella ni comunico de la misma manera.

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SARA CARBONERO | Liopardo

Me gustaría saber si todos los que fuimos a clase con Sara nos sentimos de la misma manera. Me encantaría que me contasen qué se les pasó por la cabeza cuando la vieron en ese enorme mural en medio de la Gran Vía en traje de baño. “Yo fui a clase con ella”, dirán alardeando muchos y muchas. Yo, sinceramente, hay veces que me lo callo. Porque no olvidemos que las comparaciones son odiosas.
Así pues, queridos y queridas, no puedo más que terminar mi alegato en favor de Sara y en contra mío, con una frase de la película ‘Lady Bird’, con la que tanto me identifiqué: “¿Y qué pasa, si ésta es la mejor versión de mí?”.
Cágame en el pecho, por favor..




Ahi lo dejo dice....

Hagan su analisis del texto de la premio nobel esa que a los 35 se ha dado cuenta que su vida no es como la de Carbonero, y tiene dudas de la importancia de la belleza desde que el hombre camina de pie.

Si yo también leí esta mierda. Es para decirle, tranquila, gordita, ya pasó, ya pasó
 
ILG hablando de Natalia Verbeke y Liachu de María Castro en 3, 2, 1...

Cuando era un brillante estudiante de química, yo y dos compañeros de clase, una de las cuales era mi novia, combinamos nuestros intelectos para cofundar una modesta pero innovadora compañía de investigación. Abandoné el proyecto en sus inicios, a cambio de un cheque por valor de 5000 dólares que entonces me pareció un dineral. Mi novia me dejó, empezó a salir con el otro fundador y se acabaron casando. Años más tarde la compañía pasó a valer millones. Actualmente doy clases en un instituto de secundaria, mi mujer está preñada de un segundo hijo no deseado y estoy muriendo de cáncer.
 
Sara Carbonero tiene lo que yo llamo el factor ojos,no es tan guapa,lo que pasa es que esos ojazos le dan un plus mas que suficiente para destacar por encima de la media.
Todo hombre imagina esos ojazos mirándolo con el rimel corrido mientras su úvula le hace cosquillas en el glande,contra eso es difícil competir :trump:

Pd: @Doctor Senbei filldeputa mereces el hijo monguer-tulli :lol:
 
Yo también leí el artículo este en su momento.

Me pareció lo mismo que me parece ahora, que lo he releído: la pataleta ridícula de una subnormal que cree que tiene derecho a lo máximo porque sí y que le reconcome que ese éxito haya caído a una que tenía al lado y no a ella, y le parece injusto, porque, tía, ¿por qué no a mí?

Lo verdaderamente acojonante es que si se tratara de alguien de veinte años pues dices "ya está esta con sus niñatadas". Pero es que la hija de puta tiene treinta y cinco años, que ya tiene el coño negro, y sigue con envidias adolescentes y creyendo que el mundo le debe algo.
 
Cuando se vive en una sociedad en la que se educa a las mujeres como a niños malcriados, haciéndoles ver que tienen derecho a todo porque su coño lo vale y que si no lo consiguen probablemente sea culpa del patriarcado, se encuentra uno mierdas como esta que provocan una infinita vergüenza ajena.

Llama la atención el concepto superficial y pedestre que tiene esta petarda de lo que significa triunfar: anunciar bikinis, tener miles de seguidores tragándose tus mierdas en Instagram, casarse con un famosillo, sabiendo, como sabe todo Dios, que Sara es boba. Si la Carbonero hubiese triunfado en el campo de la biología molecular, casada con otro científico serio y valioso, esta cretina no hubiese perdido un milisegundo en envidiarla. Así son ellas: envidiosas, epidermicas, adocenadas...

Estoy imaginándome el coro de chanzas y desprecios que recibiría, mayormente por parte de los mismos hombres, el compañero de pupitre de Iker Casillas si hubiese escrito algo parecido.
 
Cuando era un brillante estudiante de química, yo y dos compañeros de clase, una de las cuales era mi novia, combinamos nuestros intelectos para cofundar una modesta pero innovadora compañía de investigación. Abandoné el proyecto en sus inicios, a cambio de un cheque por valor de 5000 dólares que entonces me pareció un dineral. Mi novia me dejó, empezó a salir con el otro fundador y se acabaron casando. Años más tarde la compañía pasó a valer millones. Actualmente doy clases en un instituto de secundaria, mi mujer está preñada de un segundo hijo no deseado y estoy muriendo de cáncer.

De pulmón?
 
Cuando se vive en una sociedad en la que se educa a las mujeres como a niños malcriados, haciéndoles ver que tienen derecho a todo porque su coño lo vale y que si no lo consiguen probablemente sea culpa del patriarcado, se encuentra uno mierdas como esta que provocan una infinita vergüenza ajena.

Llama la atención el concepto superficial y pedestre que tiene esta petarda de lo que significa triunfar: anunciar bikinis, tener miles de seguidores tragándose tus mierdas en Instagram, casarse con un famosillo, sabiendo, como sabe todo Dios, que Sara es boba. Si la Carbonero hubiese triunfado en el campo de la biología molecular, casada con otro científico serio y valioso, esta cretina no hubiese perdido un milisegundo en envidiarla. Así son ellas: envidiosas, epidermicas, adocenadas...

Estoy imaginándome el coro de chanzas y desprecios que recibiría, mayormente por parte de los mismos hombres, el compañero de pupitre de Iker Casillas si hubiese escrito algo parecido.


El tema habría sido..." yo paraba mejor que él en el cole, siempre me elegían a mí de portero... pero el que triunfó fué él. El futbol es así. "

Y luego un sonoro eructo y un pedo de estos que empieza en trueno estruendoso y acaba en trompeta caldosa. De unos 14 y 15 segundos.
 
Es apabullante la cantidad de gente que cree que lo importante de la persona es el interior.
 
El orgullo y las inseguridades de las mujeres.

Para ser periodista y trabajar en la tele tienes que estar buena. Para salir en la fachada de un edifico en bikini tambien. Que le estraña a esta?

Para ser puta y retirarte a los 40 tambien tienes que estar buena...

Para ser científica seguramente no pero ayudaria.
 
el concepto superficial y pedestre que tiene esta petarda de lo que significa triunfar: anunciar bikinis, tener miles de seguidores tragándose tus mierdas en Instagram, casarse con un famosillo, sabiendo, como sabe todo Dios, que Sara es boba. Si la Carbonero hubiese triunfado en el campo de la biología molecular, casada con otro científico serio y valioso, esta cretina no hubiese perdido un milisegundo en envidiarla

Esto que pone usted es lo único de valor que puede sacarse de este hilo.

A ver si en realidad no es un tío tirando sutilmente a la yugular de las mujeres, porque este pataleo es una definición de diccionario de la mujer occidental.
 
Es apabullante la cantidad de gente que cree que lo importante de la persona es el interior.

Y lo es.
Sin duda alguna. Lo interior hace lo exterior.

En realidad, fijate bien, "lo interior" es lo que mas abunda y abulta!
No digo que sea asi para todo el mundo, "lo importante de la persona", porque "de lo que no soy consciente no existe para mi". Pero si despiertas y te das cuenta? Verás.

¿Todos los pensamientos? Es "interior". Y todas las sensacionesss? Es Interior.
En lo exterior se expresa la "energia" (aqui en este mismo saco tenemos emociones, pensamientos, sensaciones, ánimos, etc.) interior.

Digamos que en realidad lo que hay de verdad, lo "GRANDE - grande"?
Es "interior".
Y una parte es exterior. La parte "tangible, sensorial".

Y a esto interior veces lo vemos a veces no lo vemos. Quiero decir a veces tenemos conciencia a veces no la tenemos.
Y luego viene el "tal" de turno, que abunda por esto siempre te lo encuentras, aqui y allá, que dice "todo lo que yo no comprendo es mierda". O lo mas popular de "lo que yo no veo no lo creo".
Ah, mmm pues has visto New York? Yo no. Y por esto sabes lo que te digo? En realidad es una mentira que empezó Colón cuando no encontró nada y no quiso reconocer su fracaso. Y todos los demas para no ser menos la están sosteniendo.
Si, todo es nivel de vista (o de concicneia despierta).
Y cuando ver y comprobarlo por ti mismo y vayas a NYC no te lo creas! que en realidad te han llevado engañado a otro lugar y te dicen que esto y lo otro... interior.
 
Fea no es, tiene buen cuerpo, algo cara de inspector rdilla, pero bueno, es posinle que la chupe bien, eso cuenta mucho.

Yo recuerdo gente que luego han sido directores de multinacionales, alcaldes de grandes ciudades o altos funcionarios.
No me causa ninguna sensación. A ninguno lo conocí de cerca.

Hay gente que está mejor que yo, bien por ellos ¿que no lo merecen? Dependerá de cada caso. La mayoría de la gente no está mejor que yo, y seguro que muchos merecían estarlo. Nadie me debe nada. El infierno lo tengo dentro de mi.
 
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