¿Por qué yo no?

No leí el artículo, porque ya sabía lo que iba a encontrar. Por cierto, estuvo todo el puto verano colgado y visible en la web de El Mundo. No es que estuvieran tiesos, no...

Lo que me produce es una fuerte sensación de arrepentimiento por todo lo que no hice, por todo lo que no me esforcé, por todas las decisiones incorrectas que tomé, por todo el mérito que no supe, pude o quise reunir por mi torpeza, por mi desconocimiento, por mi errónea visión de futuro en aquellos momentos, por mi vaguería, por mis elecciones de mierda. En vez de culpar al destino, me culpo exclusivamente a mí.

Mi caso es exactamente el mismo. No me va mal personal y profesionalmente, pero a mi yo de entonces le diría que no perdiera el tiempo de esa manera en la cafetería de la facultad y que se gastara menos dinero en salir hasta darse cuenta de que hacer otros planes mucho más baratos (como quedarse en casa y forear) era igual o más gratificante.

Cuando me siento indulgente conmigo mismo me digo que todo ello forma parte de la vida y que son vivencias pero, siendo sinceros, con el 10% de aquello hubiera sido suficiente.
 
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¿Lo de paticorta es una licencia porque no ha llegado muy lejos o se sabe quién es la interfecta?
Me gusta el adjetivo paticorta usado como sustantivo para referirse a la mediocre mujer española. Lo he aprendido de @Cimmerio. Y, francamente, si aún le escuece el día que una mucho más guapa que ella hizo el silencio al entrar a clase con su belleza casi veinte años atrás, me juego el cuello de Zurraspas a que es una paticorta. Que además sea metáfora de que no ha llegado lejos (porque, tía, el destino es injusto, tía), redondea el efecto y viene a justificar por triplicado el apropiadísimo uso de esa palabra.


Mi caso es exactamente el mismo. No me va mal personal y profesionalmente, pero a mi yo de entonces le diría que no perdiera el tiempo de esa manera en la cafetería de la facultad y que se gastara menos dinero en salir hasta darse cuenta de que haciendo otros planes mucho más baratos (como quedarse en casa y forear) era igual o más gratificante.

Cuando me siento indulgente conmigo mismo me digo que todo ello forma parte de la vida y que son vivencias pero, siendo sinceros, con el 10% de aquello hubiera sido suficiente.

Y no sólo eso, sino que a día de hoy miro al futuro y me veo a mí mismo con cincuenta y pico años diciéndole a mi yo de cuarenta y pico (el yo de hoy) "Pero hijo puta, qué cojones estabas haciendo, por qué no habrás hecho esto y esto y estotro", igual que hoy se lo digo a mi yo de veintipocos. Y uno al final acepta que uno es así, que si volviera a nacer no cometería los mismos errores, pero que a buen seguro cometería otros.
 
Para mí, la carbonero es una fea de mierda asquerosa, y no la tocaría ni con un puntero laser. Me da igual lo que digais o lo subnormal que creais que soy, es algo visceral, es asco nada más verla, por eso le veo la cara deforme. Y me da asco. Y es fea, como la mierda.
 
Para mí, la carbonero es una fea de mierda asquerosa, y no la tocaría ni con un puntero laser. Me da igual lo que digais o lo subnormal que creais que soy, es algo visceral, es asco nada más verla, por eso le veo la cara deforme. Y me da asco. Y es fea, como la mierda.
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Otro artículo de la tal María Jiménez.

Lo confieso, soy adicta a Tinder

Llevo meses sin que pasen más de dos días sin tener una cita y compruebo con temor que nunca (me) es suficiente. ¿Qué me pasa? ¿No puedo o no quiero parar?

MARÍA JIMÉNEZ | @tribusocultas | Madrid | Actualizado el 17/08/2018 a las 06:04 horas
Me hice Tinder hace ahora dos años. Tras varias relaciones sentimentales fallidas de las que salí bastante cabreada, herida y/o resignada (vete tú a saber), decidí lanzarme a los brazos del amor tecnológico. Todas mis amigas solteras hablaban maravillas de esta red social destinada a la búsqueda del puro y duro magreo (no nos engañemos) y yo pensé que por intentarlo no perdía nada.
Reconozco que al principio me pareció todo demasiado frío. Eso de deslizar la imagen de un completo desconocido a la derecha (si te gusta) o a la izquierda (si no te gusta), basándome solo en el físico y en un par de líneas descriptivas (en las que todo el mundo miente), era, cuanto menos, inquietante. Sin embargo, mis primeras citas Tinder fueron sorprendentemente bien. Y cuando digo esto me refiero a que todos se parecían en un 80% a su foto de perfil, disfrutamos de unas agradables cervezas y terminamos revolcándonos en su/mi cama. Hasta ahí todo correcto.
Pasaron unos meses y me di cuenta de que ya no leía por las noches. Ahora me metía en la cama con el móvil, como si fuera mi tesoro, y comenzaba a rastrear Tinder. Exacto. Cual ‘rastreator’ en busca del seguro perfecto, yo había desarrollado mi propio logaritmo para elegir a mi siguiente ‘víctima’.
Descartaba automáticamente a los que posaban con gafas de sol, a los aventureros, a los que aseguraban no buscar nada sexual (mentira), a los insultantemente guapos (porque nunca lo son), a los que quieren practicar idiomas (apúntate a una academia, querido) y a los que se hacían los graciosos en exceso (que para eso ya estaba yo).
Lo peor llegó cuando me di cuenta de que el 90% de las conversaciones que tenía con mis amigas giraban en torno a mi Tinder. Efectivamente. El mío, no el suyo. Ellas seguían manteniendo sus cuentas pero como algo meramente residual mientras iban en busca de carne fresca en la vida real. Ahí estaba (y sigue estando) el problema. Yo me había metido de lleno en el mundo del amor 2.0 y me gustaba. Me gusta. Lo reconozco.

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La periodista que pidió sus datos a Tinder y recibió 800 páginas en su email | mikecogh en Flickr bajo licencia CC

Tinder mantiene mi autoestima por las nubes porque siempre me espera algún ‘like’ cuando llego a casa, de camino al trabajo, en el supermercado… Esa notificación inesperada que aparece en mi móvil cuando Alfredo39 me manda un ‘superlike’ (que esto ya es lo más de lo más) hace que mi día mejore. Ni lo conozco ni sé si le devolveré el halago virtual y ni siquiera tengo claro si llegaremos a quedar, pero qué más da. ¿O sí que da?
A día de hoy puedo decir que no me arrepiento de haber entrado en esta red social, pero no me tiembla el pulso al reconocer que se me ha ido de las manos. Me he metido en un bucle del que me costará salir porque me he acostumbrado a tener una cita tras otra, como si fuese un reclutador de nuevos trabajadores de una gran multinacional. En ocasiones, me da la sensación de que cambia el chico, pero no la situación. Mismas preguntas, mismas respuestas, mismos bares, mismas bebidas… ¿Por qué me he enganchado?
Soy una chica lista y conozco bien la contestación a esa cuestión. Me he acostumbrado a lo que yo llamo ‘el falseamiento de la soledad sentimental’. Ahí es nada. Sigo soltera, pero tengo la constante sensación de estar en varias relaciones a la vez. ¿Superficiales, falsas y digitales?
Sí, pero relaciones al fin y al cabo. Además, la ruleta de Tinder gira tan rápido que si te despistas pierdes turno. Sé que es un problema de dimensiones descomunales porque Tinder es el clavo ardiendo al que me aferro para no hacer hincapié en el hecho de que, efectivamente, estoy soltera. Que no sola. Tengo amigos, familiares, conocidos… ¿Será que me da miedo la intimidad? Puede.

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Amor en tiempos de Tinder | Pexels

Sé que hay parejas estables que se han conocido a través de Tinder, pero representan un ínfimo porcentaje de lo que realmente ocurre en esta especie de secta amorosa. De la misma manera que hay quien se engancha a los videojuegos, yo me he hecho adicta a que un puñado de desconocidos me den las buenas noches junto a un emoticono de corazones sin ni siquiera conocernos físicamente. ¿Triste? Un poco, no mentiré.
Quizá debería empezar a mirar a mí alrededor en vez de andar con la nariz metida en la pantalla de mi móvil para conocer a alguien de carne y hueso en circunstancias normales. No quiero decir que Tinder sea algo anormal, para nada. Pero bien es cierto que esta aplicación te lleva inevitablemente por el camino fácil. Por la senda del sexo, la diversión y el cero compromiso.
Así pues, supongo que el miedo a la soledad, a iniciar una relación sólida y duradera y los numerosos e infinitos perfiles de hombre que me ofrece Tinder son algunas de las razones porque las que no sería capaz de desinstalarlo de mi teléfono. Lo que sí tengo claro es que prefiero eliminar para siempre las fotografías de mis sobrinos que quedarme sin espacio para mi adorada aplicación. Con mi Tinder no se juega. He dicho.

Todas sus gilipolleces aquí Temas de actualidad | María Jiménez

Fliparax!11!1
 
No sé. Mi alergia a lo clónico me hizo ver patrones comunes en las españolas, y más en concreto, en las riojanas. Es una extraña proporción que nada tiene que ver con una mujer pequeña, aunque sí con ser de piernas cortas.
Ser paticorta, además, es un estado mental a mitad de camino entre la perfidia, el egoísmo, la ignorancia, la soberbia y el pataleo.

Paticortas famosas: la hermana de Spizo, la mujer de Jezulín, la cantante esa que estuvo con Fernando Alonso, etc.

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No sé. Mi alergia a lo clónico me hizo ver patrones comunes en las españolas, y más en concreto, en las riojanas. Es una extraña proporción que nada tiene que ver con una mujer pequeña. No. Ser paticorta es un estado mental a mitad de camino entre la perfidia, el egoísmo, la ignorancia, la soberbia y el pataleo.

Paticortas famosas: la hermana de Spizo, la mujer de Jezulín, la cantante esa que estuvo con Fernando Alonso, etc.
¿Podríamos estar hablando de las célebres "Paticortas a la riojana"?
 
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Abre un hilo titulado "Las percepciones esquizoides de ZzZzimmerman".
 
Otro artículo de la tal María Jiménez.

Lo confieso, soy adicta a Tinder



Todas sus gilipolleces aquí Temas de actualidad | María Jiménez

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Ninguna sorpresa: además de gilipollas y llorica, se autodenomina feminista. Pajas mentales centradas en su ego de mierda y ya. Polifollada de Tinder con gatos asomando en el horizonte.

Al igual que el tónicas y que otros, aunque estoy más que satisfecho con el lugar en el que me ha colocado la vida, sigo fustigándome por las desidias del pasado: aquel curso de mecanografía al que me dio pereza ir y por eso hoy sigo tecleando con cuatro dedos, por qué no saque el carnet de conducir 20 años antes, el ofrecimiento de mi familia de irme por ahí a aprender inglés y que rechace porque pensaba que mi portentoso intelecto no necesitaba lenguas foráneas, aquellas largas temporada en las que me levantaba con la guardia baja mientras otros saltaban de la cama para devorarse el mundo. Tantos y tantos errores más. Lo repito: es duro no ser una mujer y ver tu estupidez desde fuera...
 
La Carbonero protagonizó, sin quererlo, un cuento de hadas que bien podría haber sido una película como Love Actually o Pretty Woman. De la Carbonero se estuvieron riendo todo el mundial. Que si no sabe de fútbol, que si no acabó la carrera, que si es un florero, tal. Luego su nene ganó el mundial, le plantó un beso en directo, el país entro en éxtasis y Sara pasó de paria a princesa en un momento.

A parte de valer o no valer, hay que tener suerte. Y si eso no fue tener suerte, que baje LOL y lo vea.
 
Luego su nene ganó el mundial, le plantó un beso en directo, el país entro en éxtasis y Sara pasó de paria a princesa en un momento.

Como ecsperto en comedias románticas le doy un 10 en FilmAffinity.

Ahora bien, de aquella la crisis arreaba fuerte y ni el Waka Waka ni toda la droga barata del mundo pudieron hacerme perder la visión de que, salvo pa futbolistas y mamandurriers profesionales, no había futuro. Ya éramos argentinos.
 
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Pues me llamaréis maricón, pero yo le daba.
 
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Robert de Niro lo dice clarito en "Casino"
Yo no meto mi polla en la boca que besa a mis hijos.

La foto de la que firma supuestamente el artículo, pues claro que elegirá la polla que quiera en Tinder, y habrá cientos de voluntarios.
 
Yo no sé cómo son capaces de hacer eso sin vomitar ni ahogarse, si la Carbonero pasó por esto para llegar a donde está bien ganado lo tiene.

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Por cierto, apostaría los 15 dólares que le mandé a El_Tormento a que ese falo pertenece a Preston Parker. Soy un bujarra, qué le voy a hacer.

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-Te rieh?
 
He tecleado "María Jiménez periodista" y me ha salido un twitter de una con ese nombre y esa foto en el perfil.

Soy juanker.
 
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